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Hacer ópera en México ¿Una misión imposible?

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Uno de los países con más potencial en cuanto a voces, compositores, talentos escénicos e interés del público en el mundo lírico, es México. Sin embargo, es uno de los países que menos ópera produce en relación a su población y extensión territorial.

¿A qué se debe? La multitud de factores para que esto sea así son entre sorprendentes y terroríficos, simples y al mismo tiempo de una complejidad que parece imposible de resolver. Lo más increíble es que, en el fondo, la falta de recursos es la que menos importancia tiene.

A diferencia de otras épocas en la ópera en México, actualmente se hace ópera en tres ámbitos: el institucional, el universitario y, el más interesante, el de las pequeñas organizaciones civiles, que a veces reciben algún apoyo oficial, pero siguen siendo no gubernamentales.

La ópera institucional

 Desde la creación del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y a partir de 1946, la ópera de Bellas artes es el centro de la actividad operística de todo el país. Con mejores y peores épocas, la ópera institucional mexicana adolece de tantas cosas en la actualidad que es muy difícil saber qué se puede hacer con ella, ya que está profundamente aquejada de burocracia, sindicalismo e inercia, todo ello incompatible con la creación y la novedad.

Si analizamos la cantidad de trabajo realizado por esta institución en los últimos dos años -ya libres de pandemia- nos encontramos una actividad muy escasa y poco significativa para una de las ciudades más grandes del mundo y, sobre todo, para una de las capitales que tantos cantantes, directores, creativos y compositores ha dado al medio musical nacional e internacional.

hacer ópera en méxico
Repertorio representado en México durante los años 2022 y 2023

La actividad operística institucional actual nada tiene que ver con la historia operística de México y más se parece a las épocas anteriores a la existencia del INBAL, cuando Esperanza G. Manero en 1936, hacía temporadas también de cuatro títulos, con la diferencia que ella no contaba con grupos estables ni profesionales y mucho menos un aparato burocrático. Aunque debemos recalcar que la última gestión ha abierto significativamente el repertorio, ha incluido cada vez más óperas mexicanas y ha contratado sobre todo artistas mexicanos, logros que, conociendo la resistencia sindical, deben valorarse en su justa medida.

Las formas de producción de esta dirección del INBAL están anquilosadas en un sistema institucional que nunca le ha permitido producir como una verdadera casa de ópera y en la actualidad su permanencia en el presupuesto oficial es sumamente cuestionable. A diferencia de la mayor parte de los teatros del mundo, el nuestro no responde ni a la forma de producción del teatro de repertorio ni al de temporada, haciendo cada año en épocas distintas sus producciones, las cuales responden a las necesidades de otras actividades como festivales, temporadas de otras compañías, orquestas, ballets, e incluso cantantes populares, con las que se comparte el escenario del Palacio de Bellas artes.

Un presupuesto anual exiguo y casi en su totalidad dedicado a los salarios de coro, orquesta y personal administrativo, que deja para la producción una cantidad irrisoria, hace imposible sistemas de producción modernos e innovadores. Aun así, si no existieran tantas presiones burocráticas y sindicales, sería viable crear producciones de primer nivel, aunque fueran pocas. Sin embargo, pensar en que la casa de ópera principal de un país exportador de voces y talentos al horizonte operístico internacional desde hace ciento cincuenta años, tiene una actividad lírica tan raquítica es verdaderamente inverosímil.

producción de ópera
Esperanza G. de Manero

¿De verdad vale la pena pagar el salario, bonos y prestaciones de casi doscientas personas entre coro, orquesta y administrativos, para dar alrededor de veinte funciones al año que, además, llegan a un porcentaje mínimo de la población?

Todos aquellos que han intentado cambiar este sistema (incluso artistas de valía internacional y carreras espectaculares e incuestionables) se han encontrado no sólo con una problemática organizativa, burocrática o presupuestal, sino con el rechazo y resistencia de parte de los cuerpos artísticos sindicalizados aún antes del inicio de sus gestiones o al plantear las primeras acciones que quieren llevar a cabo. Se han dado casos de directores que han sido obligados a dejar sus puestos por la intervención de los sindicatos, incluso hubo un director que nunca pudo ejercer sus funciones, porque el propio sindicato del coro no lo permitió.

¿Es posible que sean ellos los que ejerzan el verdadero poder en la ópera de Bellas Artes? Difícil de rechazar la idea en la práctica cotidiana. El coro tiene injerencia en quién dirige la ópera y a la propia agrupación, en qué repertorio se propone e incluso en qué formas de producción se realizan. Sin embargo, tampoco los integrantes del coro se sienten satisfechos de cómo funciona la Ópera de Bellas Artes. Entonces, tenemos que preguntarnos: ¿A quién satisface esta institución?

Ópera universitaria

 El ámbito universitario es el más innovador en la ópera mexicana actual. Es la UNAM quién ha tenido el programa más completo de ópera contemporánea, pero también el que menos recursos tiene y que ha dejado de producirlo desde la pandemia.

Se pueden mencionar casos de diferentes universidades estatales que intentan producir ópera, pero parece que siempre tenemos el mismo denominador común: los recursos son limitados, ciertamente, pero quizá el problema mayor no esté ahí, sino en la jerarquía académica e institucional, donde las decisiones esenciales para un proyecto operístico se toman desde una perspectiva administrativa y no artística. El asunto se vuelve paradójico precisamente porque se supone que estamos en un ámbito intelectual.

No pueden entenderse barbaridades como que un jefe de departamento o director de área, tome decisiones escénicas o musicales sobre un montaje sin la opinión de los directores escénico y musical, sobre todo cuando su experiencia en la producción de ópera es nula. Tampoco que se consienta y permitan comportamientos profundamente contrarios al profesionalismo y el trabajo en equipo, en nombre de un nivel académico.

Que se tomen decisiones como la de no tener un pianista para los ensayos o que la orquesta se ubique dentro del propio escenario, o peor, que los directores de escena y orquesta -por no decir los investigadores, teóricos y creadores del propio proyecto de montaje- no sean ni siquiera consultados para las decisiones más importantes, son errores de imposición de poder que además de costar muy caro, provocan problemas muy importantes, gastos enormes y hacen que el resultado no sea el esperado.

Consecuentar y soslayar actitudes poco profesionales, como indecisiones de participación, escenas de falta de profesionalismo que ponen en peligro el quehacer escénico y musical o victimizaciones poco verosímiles, en nombre de un estatus académico, es otra manera de sabotear las bases mismas de la actividad operística, que necesita, sobre todo, cooperación y trabajo en conjunto. Todo esto cuando se espera una calidad artística, no un simple cumplir con autoridades, pero desgraciadamente parece que esto último ya justifica todo acto acertado o no.

Si una institución que debería estar al servicio del arte y la cultura, se rige por otro tipo de asuntos, sean políticos, burocráticos o, incluso, académicos y deja en segundo plano los criterios artísticos, deja de tener sentido como institución cultural. Esto es inadmisible en una universidad, pero, por desgracia, también es real en nuestro país.

Ópera de organizaciones civiles

 Es evidente que las diferentes organizaciones civiles funcionan con diferentes resultados, por una parte, tenemos algunas de ellas con una organización impresionante y una capacidad para utilizar sus escasos recursos que sorprenden. Por otra, tenemos organizaciones que no tienen ni idea de cómo organizar sus recursos y resultan aún más complicadas todas las formas de producción. El desorden y el “error humano” es la principal causa del gasto y esto puede aplicarse a muchísimos ámbitos, desde la economía doméstica hasta la organización de un país.

Organizaciones de ópera comunitarias, presentaciones de ediciones críticas con recursos mínimos y acercamiento de la ópera a públicos que no tienen acceso de manera cotidiana, son algunos de los enormes logros de estas organizaciones cuyos integrantes arriesgan sus recursos materiales, emocionales y físicos, una y otra vez por hacer ópera.

En algunos casos esto ha tenido repercusión en el interés de las autoridades y de organizaciones de apoyo a las actividades artísticas públicas y privadas, pero la mayor parte de las veces, son centros de enorme entusiasmo que hacen todo lo posible con recursos especialmente limitados.

Se debe decir también que los resultados son de calidad muy variable, en algunos casos por falta de experiencia, en otros por la problemática misma de la ópera, que no puede llevarse a cabo más que con una planeación cuidadosa. El aprovechar recursos es una de las cosas más complicadas de hacer en México, ya que la desorganización se convierte en una forma de dispendio enorme. Resolver en lugar de prever es uno de los puntos más complicados de la gestión cultural y de la producción.

¿Qué podemos hacer? ¿Dónde está el futuro de la ópera en nuestro país? ¿Qué se puede aportar? El potencial canoro, escénico, musical y creativo de nuestro país es indiscutible. Sin embargo, el gran problema que se puede apreciar en todos los foros de creación operística es la falta de organización y la ignorancia sobre los procesos de producción de una ópera.

Más allá de las faltas de respeto al trabajo profesional de directores escénicos, musicales o de los teóricos que han desarrollado un rescate de partitura o un estudio exhaustivo, el no conocer las verdaderas necesidades de la producción, el no maximizar los esfuerzos en los causes correctos y el no tener la claridad de un proceso de producción, hacen de los montajes un proceso de infierno. Lo increíble es que se siga haciendo ópera en esas condiciones.

Si queremos una ópera de verdad, con un proceso artístico de calidad y no morir en el intento, se debe empezar por el principio: saber producir. Tener una forma de producción profesional que no responda a caprichos ni a necesidades no artísticas sino a las necesidades de la creación y la naturaleza operística. Conformar un elenco que se comprometa con el proyecto y crear vínculos entre los involucrados de las diferentes áreas para que las decisiones se tomen en conjunto. Sólo así se puede llegar a un resultado creativo de buena calidad.

La ópera forma parte de la vida cultural de México desde hace 300 años. Sin embargo, parece que no hemos aprendido a hacerla. El hecho de que existan iniciativas fuera de los causes institucionales nos deja clara la necesidad de su existencia en la vida cultural del país. Quizá su rescate, su producción y difusión de manera correcta y generalizada, como la soñaron muchos gestores a lo largo de estos tres siglos, sea una de las muchas puertas por las que la cultura de primer mundo mexicana pueda sacarnos del tercer mundo.

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Enid Negrete - Ópera

Enid Negrete

Enid Negrete se ha formado profesionalmente tanto en el medio musical como en el ámbito teatral. Es Doctora en Artes Escénicas por la Universidad Autónoma de Barcelona. Reside en esta ciudad desde hace quince años, donde ha trabajado como productora y directora de escena de teatro y ópera, así como especialista en archivos operísticos, crítico, profesora y articulista.

Como investigadora fue la primera en estudiar los archivos históricos de los dos teatros más importantes de ópera de España: El teatro Real de Madrid (actualmente consultable en el Institut del Teatre) y el Archivo histórico de la Sociedad del Gran Teatro del Liceo de Barcelona (en proceso de digitalización por la UAB). De 2013 a 2016 fue investigadora invitada del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información “Carlos Chávez” del Instituto Nacional de Bellas Artes de México, donde realizó el diseño de la primera línea de investigación de la ópera en México.

Desde el año 2006 ha colaborado en diferentes publicaciones especializadas en ópera, música clásica y artes escénicas, tales como Ópera Actual, Opus Musica, La onda, Revista ADE de la Asociación de Directores de Escena de España, Heterofonía y Recomana.cat.

Actualmente es la presidenta de la Fundación Arte contra Violencia dedicada a apoyar a los artistas de escasos recursos, dar formación profesional y difundir el arte mexicano en Cataluña.

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