Las nueve musas

Un ejemplo de anacronismo literario: «A mi bandera»

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Sabemos que en literatura se puede optar por contar los hechos de acuerdo al orden en que sucedieron, pero que a menudo se hace de otro modo atendiendo a razones diversas.

Por ejemplo, el Evangelio de Lucas (tercer libro del llamado Nuevo Testamento en la Biblia) respetó el orden cronológico; en tanto que el primer libro de esa misma colección, el Evangelio de Mateo, puso los discursos de Jesús de Nazaret y el tema del Reino de Dios por sobre toda otra consideración, sin ser demasiado estricto con el orden en que se sucedieron los acontecimientos.

juan Chassaing
juan Chassaing

El poema A mi bandera, escrito en 1859 por Juan Chassaing (Buenos Aires, 15/7/1839 – 3/11/1864), es un ejemplo palpable de anacronismo literario. Veamos:

A MI BANDERA

Aquí está la bandera idolatrada,
la enseña que Belgrano nos legó
cuando triste, la Patria esclavizada,
con valor sus vínculos rompió.

Aquí está la bandera esplendorosa
que al mundo con sus triunfos admiró,
cuando altiva en la lucha y victoriosa,
la cima de los Andes escaló.

Aquí está la bandera que un día
en la batalla tremoló triunfal
y, llena de orgullo y bizarría,
a San Lorenzo se dirigió, inmortal.

Aquí está, como el cielo refulgente,
ostentando sublime majestad,
después de haber cruzado el continente,
exclamando a su paso:
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!

Juan Chassaing (1859)

Los versos son de arte mayor, en general endecasílabos. La estructura del poema, como vemos, se basa en una anáfora (Aquí está…) que se repite en el comienzo de todas las estrofas, sin excepción.

No es el único recurso literario que utiliza. Aplica también hipérboles, además de anacronismos literarios porque para respetar la cronología de los hechos que se citan, debería haber puesto la tercera estrofa como segunda y permutar el orden del relato en la que ubicó como tercera. Paso a explicar al respecto.

Lo de los vínculos rotos de la primera estrofa refiere a la Revolución de Mayo, ocurrida el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires. Ese día se depuso en cabildo abierto al virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros y se constituyó el primer gobierno argentino en lo que fue el Virreinato del Río de la Plata, sin miembros con ideas realistas en su seno. Pese a todo, por razones políticas los nueve integrantes de esa Junta de Gobierno juraron gobernar en nombre del rey español Fernando VII. Este, después de abdicar, vivía en un castillo francés en calidad de prisionero de Napoleón Bonaparte, aunque en condiciones para nada rigurosas.

Por esas mismas razones, el que luego se conocería como primer Triunvirato (Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso, aunque dominado por su ministro Bernardino Rivadavia) desautorizó por carta del 3 de marzo de 1812 al general Manuel Belgrano la creación e izamiento ceremonial de la bandera azul-celeste y blanca en su acto del 27 de febrero de 1812 en las barrancas del Rosario, Provincia de Santa Fe. Bandera hoy vigente como nacional de Argentina, al menos en cuanto a sus colores, aunque hay discusión sobre la cantidad de franjas que poseía en su origen.

Manuel Belgrano
Retrato de Manuel Belgrano por Francois Casimir Carbonnier

Cabe señalar que Manuel Belgrano para crear su bandera probablemente se inspiró en la escarapela de iguales colores que sus tropas estaban autorizadas a lucir para diferenciarse de los soldados enemigos que usaban una roja.

La segunda estrofa se refiere al cruce de los Andes (5 de enero al 9 de febrero de 1817) realizado por las tropas del general José de San Martín y su inmediato triunfo en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817), acciones decisivas para la independencia de Chile y la consolidación del proceso revolucionario argentino iniciado en el citado mayo de 1810.

Lo de escalar la cima de los Andes es una evidente hipérbole, producto del entusiasmo patriótico de Juan Chassaing, ya que a duras penas los más de 5000 hombres pudieron cruzar las montañas más altas de América siguiendo sinuosos senderos por desfiladeros y quebradas que unían malamente ambos territorios mientras sorteaban frecuentes hondonadas y barrancos. Que se hayan despeñado unas 10.000 mulas de carga nos ilustra claramente de las dificultades de hacer dos rodeos simultáneos al sur y al norte del Aconcagua, el pico más alto del continente, por parte del grueso del ejército sanmartiniano en su marcha hacia el oeste.

José de San Martín
José de San Martín

Pero hasta aquí el poema sería cronológico.

El “desliz” es a partir de la tercera estrofa que indudablemente vuelve al año 1813, produciendo un primer anacronismo literario.

El día que tremoló triunfal muy probablemente se refiera al 20 de febrero de 1813, cuando Manuel Belgrano desempolvó la bandera azul-celeste y blanca y la izó en Salta, donde fue la primera vez que se desplegó en batalla.

Para entonces, había otro gobierno en Buenos Aires, acorde con las ideas de Belgrano. Era el que luego se denominó segundo Triunvirato: Nicolás Rodríguez Peña, Antonio Álvarez Jonte y Juan José Paso o José Julián Pérez; pero sobre todo sin la presencia de Bernardino Rivadavia, que había dispuesto que las tropas revolucionarias retrocedieran hasta Córdoba, orden que fue desobedecida. Cuando se supo en Buenos Aires el triunfo de Belgrano en la batalla de Tucumán (23-24 de septiembre de 1812), José de San Martín, Francisco Ortiz de Ocampo y Manuel Guillermo Pinto reunieron sus regimientos en Plaza de Mayo el 8 de octubre de 1812 y pidieron a la Asamblea elegir otro gobierno. Un importante grupo de vecinos también se sumó al pedido de cambio gubernamental.

Días antes de la batalla de Salta, Belgrano había hecho jurar solemnemente el 13 de febrero de 1813 al Ejército del Norte la bandera azul-celeste y blanca en las márgenes del río Pasaje, rebautizado desde entonces como río Juramento.

La segunda parte de la tercera estrofa refiere al combate de San Lorenzo, ocurrido el 3 de febrero de 1813, a 21 kilómetros al norte de Rosario, donde el entonces todavía coronel José de San Martín venció a las fuerzas realistas que desembarcaban con intención de saquear un convento de las cercanías (el de San Carlos Borromeo) a margen derecha del río Paraná. Es decir, en esta tercera estrofa, el poema produce un segundo anacronismo literario, ya que retrocede desde el 20 de febrero al 3 de febrero de 1813.

Los realistas seguían fuertes en Montevideo con su flota de guerra, dominando también el río Paraná ante la insuficiencia de una flota similar de los revolucionarios de Buenos Aires. El combate de San Lorenzo fue terrestre y se tornó decisivo para controlar las márgenes de dicho río acabando con los saqueos realistas de la región, en especial de ganado. Esto volvió complicado el abastecimiento de la ciudad de Montevideo, sitiada por tierra por los revolucionarios, hasta que se rindió finalmente el 23 de junio de 1814.

Es probable que José de San Martín no desplegara nunca en ese combate la bandera creada por Belgrano un año antes, pese a lo que diga el poema de Juan Chassaing, por dos razones: 1) aunque gobernaba el segundo Triunvirato, la bandera española no desapareció definitivamente del fuerte de Buenos Aires, sede del gobierno revolucionario, hasta el 17 de abril de 1815, según señaló Juan Manuel Beruti en sus Memorias curiosas; 2) un combate no tiene las características de una batalla.

En efecto, las banderas en aquel tiempo no tenían solamente como misión entusiasmar a los soldados, sino que cumplían una función práctica: reagrupar las tropas en torno a los abanderados cuando las líneas de batalla se desorganizaban en el fragor de la lucha.

En el combate de San Lorenzo no era probable tal desorden por tres motivos: 1) el terreno era lo suficientemente pequeño como para que San Martín y sus oficiales dominaran todo el panorama desde sus monturas; 2) el enfrentamiento fue de la caballería revolucionaria contra la infantería realista, lo que daba mejor visión a los oficiales revolucionarios y era imposible confundir las tropas; 3) el ataque de los granaderos a caballo sobre los infantes fue por sorpresa.

La bandera azul-celeste y blanca comenzó a ser usada de hecho a partir del 25 de mayo de 1813 en fortalezas y buques, pero recién fue sancionada como bandera oficial el 20 de julio de 1816 por el Congreso reunido en Tucumán, que había declarado la independencia de las Provincias Unidas (Provincias-Unidas en Sud-América, como figura en el acta), hoy República Argentina, el 9 de julio de 1816.

En la última estrofa se insiste con José de San Martín, pero haciendo referencia tácita a su campaña contra el Virreinato del Perú, la toma de su capital, Lima, y su colaboración militar con el general Simón Bolívar, cuyas fuerzas venían triunfando sobre las realistas en Venezuela y Colombia.

Lo de cruzar el continente (otra hipérbole, aunque por entonces no se hablaba de subcontinente sudamericano) se refiere a toda esta epopeya más el combate de Ríobamba en Ecuador cuando los granaderos a caballo comandados por el entonces mayor Juan Galo Lavalle iniciaron la acción decisiva el 21 de abril de 1822 destrozando a la caballería realista de retaguardia. La victoria que el mariscal venezolano Antonio José de Sucre sumara al mes siguiente en la batalla de Pichincha (24 de mayo) significó la toma de la ciudad de Quito.

Antonio José de Sucre
Antonio José de Sucre

Sin duda, Juan Chassaing tomó las palabras de cierre (¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!), del segundo verso de la Marcha Patriótica (hoy Himno Nacional Argentino), escrita por Vicente López y Planes en 1813.

Hay que decir, además, que usa demasiados adjetivos en su poema, aunque tal exceso es común en casi todos los poemas de carácter patriótico del mundo. Las recomendaciones tardías en este sentido del estadounidense Ezra Pound y del chileno Vicente Huidobro no pudieron ser conocidas por Chassaing.

Cabe aclarar que el poema A mi bandera no hubiera tenido trascendencia sino habría sido musicalizado más tarde, en 1904, por Juan Ambroisi y convertido en marcha militar. De hecho, su obra poética fue rescatada post mortem por otro poeta, José María Estrada. Juan Ambroisi, nació en Paola, Italia, en 1866, dos años después de la muerte de Chassaing.

A mi bandera fue cantada por primera vez a fines de 1906 por los soldados de Campo de Mayo, guarnición a pocos kilómetros al norte de la ciudad de Buenos Aires. Más tarde fue adoptada en todos los actos escolares que se realizaban en la Argentina. De ahí, su popularidad.

Héctor Zabala

Héctor Zabala

Narrador y ensayista argentino (Villa Ballester, Buenos Aires, 1946).

Dirige la revista literaria Realidades y Ficciones y su suplemento desde 2010.

Fue redactor de la revista literaria Sesam, de la Sociedad de Escritores de General San Martín (2007-2010).

Reside en la ciudad de Buenos Aires.

Ha sido distinguido con varios premios nacionales e internacionales en narrativa corta y fue jurado literario en diversas ocasiones. Ha publicado en 2016 los libros de cuentos “Rollos sacrílegos”, “Unos cuantos cuentos” y “El trotalibros y algunos mitos”. También, en 2016, la obra teatral “Diván en crisis”, en colaboración con Diana Decunto y Alicia Zabala. En 2019 publicó “Pateando tableros, relatos con algo más que ajedrez”. Tiene varios libros pendientes de publicación.

Obras de su autoría han sido publicadas en diversas revistas literarias, como Letralia, Alga, La Bella Varsovia, entre otras.

Es contador público nacional por la Universidad de Buenos Aires (UBA), maestro internacional de ajedrez (IM-ICCF, 1999 y SIM-ICCF, 2001), medalla de plata (ICCF, 2002) y fue el VIII campeón latinoamericano de ajedrez postal (CADAP, 1994).

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