La reciente pérdida del gran compositor polaco Krzysztof Penderecki, pone en contexto la importancia de la música en el mundo contemporáneo, al igual que las repercusiones de la misma en los distintos entornos políticos y sociales.
La obra “Treno por las víctimas de Hiroshima”—para 52 instrumentos de cuerda— por ejemplo, hace referencia a los bombardeos hechos en Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial, brindando un homenaje a los caídos, por lo que las composiciones de Penderecki dejan una huella en la música para la posteridad.
Benjamin Britten de igual manera —aunque con un lenguaje musical muy distinto—, logra mandar un mensaje de unidad y paz a través de su “War Requiem”, compuesto para la reconstrucción de la Catedral de Coventry en Inglaterra, la cual fue destruida durante los bombardeos hechos a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, permitiéndole a la sociedad, la posibilidad de reconcilarse con la imagen perdida de dicha catedral y dándole vuelta a la historia o al menos una sensación de conclusión.
Existen obras que despiertan en nosotros conciencia— sea política o histórica— y dicha conciencia sólo puede ser lograda a través de los enigmas de la música, constituidos por una especie de código humano, o fórmula presente en la obra, que aparentemente no se nos revela del todo al intentar racionalizarlo, pero nos sensibiliza para entender más allá de lo escuchado.
De acuerdo a la historiadora Amy Beal (citado por Moore, 2010, p.4) hay obras que responden a eventos políticos y tienen implicaciones ideologías inmersas. De esto existen varios ejemplos en distintos géneros, desde motetes medievales, hasta óperas como “Wozzeck” de Berg, hasta rap (Hall, 2007, citada por Moore, 2010).
En “Wozzeck” existe una postura y reclamo político, ya que es “una ópera, después de todo, que se identifica con el destino de la clase baja oprimida, abusada y explotada en Alemania […] y se percibe como una protesta política explícita, en nombre de los reprimidos dentro de una sociedad injusta”. (Johnson, 2006 p. 212)
De igual manera los contemporáneos de Alban Berg como Bertolt Brecht o Kurt Weill, tienen críticas similares a la sociedad de su tiempo. Por ejemplo en la “Ópera de los tres centavos” (1931), se habla del mundo desgastado y abandonado de los pobres a través del texto de Brecht por supuesto, pero también es expresado musicalmente por Kurt Weill a través del uso de una instrumentación distinta a la orquesta sinfónica completa, haciendo el sonido sonar más áspero y evitar entonación perfecta, los tapices sofisticados de la orquesta y lo técnicamente perfecto que con el utlizar una orquesta sinfónica (Johnson, 2006 p. 230).
En el caso particular del rap por ejemplo, se transformó —sobre todo en la comunidad afroamericana— en un discurso de empoderamiento y resistencia […] para ocupar espacios públicos […] Quienes se encontraban atascados en la pobreza, fueron obligados a competir por los recursos limitados que se ofrecían (Bohlman, 2014, p.412-413)
La música obtiene entonces en ocasiones “una función de redentora y el arte […] hace más que reflexionar: más bien, transforma lo que toma del mundo […] para proponer cierta sensibilidad y libertad para oponerse a la brutalidad y coerción de las acciones”(Johnson, 2006 p. 230)
El “Cuarteto para el Fin de los Tiempos” de Messiaen, no sólo le ofrece un consuelo a las víctimas del Holocausto, sino que deja también un sólido testimonio de lo que puede experimentar una persona que se encuentre entre la vida y la muerte. Es por eso que cada vez hay más instrumentistas que entienden de la importancia de conocer el contexto histórico y/o musicológico de las obras que interpretan y así lograr consolidar la autenticidad y veracidad histórica de las obras. (Moore, 2010)
El número de compositores afectados por acontecimientos históricos políticos es amplio, sin embargo, algunos de los que fueron claramente afectados son Shostakovich, Pfitzner, Strauss, Blitzstein, Ives, Gorecki, Rzewski entre otros.
Algunos obras utilizan textos o citas vinculadas directamente con temas políticos, como lo es el caso de la obra “El Pueblo Unido Jamás Será Vencido” de Frederic Rzewski, mientras que otras simplemente encajan en un contexto histórico, ya sea por su título o la sugerencia de una ideología, como lo es por ejemplo la “Sinfonía del Nuevo Mundo” de Dvorak, escrita durante su estancia en Estados Unidos e inspirada en melodías nativas americanas.
Y por último en otras ocasiones la obra no es lo que es considerado político sino, la posturas tomadas por el compositor a raíz de un suceso político. Por ejemplo, cuando invitaron a Schoenberg a ser parte de una sociedad internacional de intelectuales, él declinó diciendo que no podría participar hasta que la reputación de la música alemana fuera reestablecido después de la Primera Guerra Mundial (Shaw, 2006).
Pero la conciencia de la importancia de los contextos histórico-políticos existe desde mucho antes. Hector Berlioz reconoció que “este tipo de obras exigían algo más, algo que sólo podía lograrse mediante un compromiso político y una convicción verdadera. (Recordando su participación en la Revolución de julio de 1830)” (Moore, 2010, p.10)
Hay otros que consideran que el arte debe ser reconocido como una parte integral de la transacción que genera un comportamiento político (Edelman, 1996).
Leonard Bernstein entendía perfectamente bien lo importante que era dar a conocer el contexto histórico de las obras, si no es que fuera él mismo, quien formará parte de ese contexto histórico. Siendo Bernstein un gran promotor de música en el mundo, llegó a dirigir durante momentos muy significativos de la historia, obras muy importantes, por ejemplo dirigió la orquesta Filarmónica de Israel durante la Guerra de Independencia en 1948 en Israel, dirigió la novena de Beethoven en un evento titulado “Oda a la Libertad” haciendo referencia a Schiller en 1989 de “Oda a la Alegría”, después de la caída del muro de Berlín entre varios otros momentos.
En suma, hay música que nos ayuda a entender la importancia histórica de una era. Nos muestra una versión de algo acontecido años atrás a través del caleidoscopio del tiempo y nos ofrece en ocasiones consuelo o redención, para permitirnos sentir o pertenecer a algo que quizás no vivimos directamente pero que de igual manera nos afecta. Por lo que el estudio de obras con contextos históricos, deberían de ser parte integral de la formación de cualquier músico, persona o individuo, ya que nos permite adquirir conciencia de algo acontecido, para después transformarlo en algo positivo en nuestras vidas.
Bohlman, P., (1993). Musicology as a Political Act. The Journal of Musicology, Vol. 11, No. 4 (Autumn, 1993), pp. 411-436. The California Press. United States
Edelman, M. (1996) From Art to Politics: How Artistic Creations Shape Political Conceptions. University of Chicago Press. United States
Johnson, J., Shaw, J., Bacht, N. (2006). Music, Theatre and Politics in Germany:1848 to the Third Reich. Asgate Publishing Ltd. Kings College, University of Cambridge, United Kindom.
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