En 1995, luego de muchas fotos con problemas de nitidez, decidí incorporar una cámara autofocus (más tarde me recetaron anteojos…).
Me decidí por una recién salida Nikon F70, hermana amateur de la profesional F90x. Muchos la criticaron por su sistema de menú, pero para mi fue una excelente compañera.
Con ella fotografié a mi hijo desde antes de nacer, viendo luz mi primer serie «De madres e hijos«. En un período sin disponer de cuarto oscuro, la cargué con película cromógena (esa que a pesar de ser blanco y negro se revela como película color) para hacer la serie «Los cafés de Mabel«. Juntos recorrimos caminos, lugares, vacaciones y anécdotas hasta lograr la serie «Desamparos«.
También descubrí a través de sus lentes varias de mis «Personas y personajes«, incluso concretando ideas bocetadas (o incluso iniciadas) muchos años atrás.
En uno de sus últimos viajes me acompañó a un yacimiento petrolífero para sumarse a la serie «Petróleo», donde participaron también una Nikkormat y una Rolleiflex. Ésta última fue la que la desplazó del papel protagónico y ya casi no salía del bolso.
Como mi Nikon F70 no se merecía permanecer eternamente dentro del armario, finalmente este año la vendí a alguien que seguramente la estará disfrutando como alguna vez lo hice yo.
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