Una delicia este breve pero intenso ensayo de Andrea Köhler (Bad Pyrmont, Alemania) sobre la vida como espera.
Corresponsal cultural en EEUU del diario suizo Neue Zürcher Zeitung, la escritora y editora, licenciada en literatura y filosofía, se sumerge en las más variadas reflexiones sobre la vivencia humana del tiempo y de la espera.
- Andrea Kohler (Autor)
A caballo entre el registro filosófico y en ocasiones rozando lo poético, Köhler compone un libro bello e inteligente en torno a la dimensión temporal, a la que estamos abocados desde el nacimiento, y nos ofrece una amplísima panorámica de las acepciones que supone la espera para el ser humano. Y si bien en el prefacio la autora nos anuncia que «[…], la espera es un estado en el que el tiempo contiene el aliento para recordar la muerte. No Carpe diem, sino memento mori», también afirma que «sin pretender ser un estudio filosófico de la pausa, este libro se escribe con la esperanza de poder señalar lo gratificante de la lentitud y la espera».
El título original alemán, Lange Weile, que en traducción literal significa lapso largo —y que remite al sustantivo Langeweile, que ha derivado modernamente en ocio, aburrimiento—, se asocia a la idea de holganza de los románticos, el tiempo de solaz, de expansión y esparcimiento, en el sentido kantiano de la ociosidad como trabajo cumplido. Esta percepción de recompensa que supone el lapso que queda en suspenso se acentúa con las palabras que cierran el libro: «Kairós, el instante feliz, presupone siempre la espera: ese tiempo que en ocasiones es tormento, que a veces perdemos, beatíficos, y que siempre es un regalo». El ensayo se adentra, pues, en la ambigüedad del término, juega con los pliegues y repliegues de las emociones que nos provoca con exquisita matización y nos convoca a seguir reflexionando sobre los entresijos.
Dividido en seis capítulos, con Intermezzos, que sirven de preámbulo o contrapunto, Un miedo genuino, Tiempo sentido, El titubeo antes del nacimiento, Horizonte de expectativas, La hora inmóvil, Holganza y De la nocturna y reiterada tregua con el tiempo, pudiera decirse que el libro es al mismo tiempo una historia de la espera.
Pensemos, a modo de ejemplo, en la evolución interpretativa que la holganza —una (solo una) de sus connotaciones— ha tenido a lo largo de la historia, que le ha otorgado plurales valoraciones, a veces contrapuestas: hay un abismo entre la idea de la indolencia en Santo Tomás de Aquino o la cultura protestante de la laboriosidad al servicio del bien común en Calvino o en Max Weber y la percepción del ocio como recompensa a partir de la Revolución Industrial—. De esta intención de brindarnos un recorrido histórico da fe ya el primer capítulo, en el que la autora nos ofrece un panorama diacrónico de la palabra esperar: «WARTEN, ‘esperar’ en alemán, es, según la definición del Diccionario Grimm [diccionario histórico-etimológico de la lengua alemana], un verbo que significaba ‘mirar a algún lugar, dirigir la atención hacia algo, atender, cuidar, servir a alguien, guardar, perseverar, etc.’ También se afirma allí que la expresión esperar a alguien no se desarrolla hasta el siglo XVI. […]. En alemán el término ‘esperar’, tal como se utiliza hoy, no aparece hasta el final del alto alemán medio; luego, en el siglo XVIII, se le añaden los adverbios que testifican los tormentos de la espera. Desde tiempos de Goethe uno espera ‘anhelante’, ‘impaciente’ y ‘con dolor’»
El ensayo de Köhler se nutre de aportaciones de la literatura, de la mitología, de otros ensayos, de la filosofía y del cuento infantil, a partir de una riquísima palestra de iconos universales que, lejos de suponer un obstáculo a una lectura amena y fluida, sirven para iluminar o complementar las reflexiones de la autora y de acicate al lector para profundizar en lo apuntado. Así leemos a la luz de Anders, Barthes, Baudelaire, Beckett, Benjamin, Blanchot, Celan, Cioran, Flaubert, Foucault, Freud, Handke, Heidegger, Heine, Homero, Kafka, Kluge, Krakauer, Musil, Nabokov, Nietzsche, Proust, Sloterdijk, Tabori, Weinreich o Wellershoff…
Acompañan el ensayo dos páginas y media de bibliografía citada.
Valor añadido de la edición española es el epílogo del filósofo Gregorio Luri que, prosiguiendo el discurso de Köhler, tocado por la enseñanza de la lectura y contagiado de su mismo registro, se sirve igualmente de referentes universales del pensamiento, del mito clásico y cristiano, de la leyenda (cristiana, hindú…) y de hitos de la cultura para seguir hilando en el huso de pensar el tiempo y la espera. En torno a ejes como «La vida tocada por la muerte es la conciencia del tiempo», «Estamos condenados […] a ocuparnos de la espera, a entretenerla, a tener cura de ella», ‘cura’ en el sentido de Fray Luis de León —el sine cura, la «descansada vida», puntualiza Luri; la angustia de lo terrenal, la que hace patente la nada (Heidegger), «el gran arte como culminación de una ficción», la reflexión sobre la entidad de lo intermedio (Platón), la aspiración de salir del tiempo (Rousseau) para evitar la angustia de la espera… y, por si fuera poco, se pregunta como colofón: «¿Cómo pensará la espera la inteligencia artificial en el futuro? […] ¿Y si se siente tocada por la muerte?».
Sin duda el postfacio de Gregorio Luri se nos ofrece como prolongación natural, del texto de Köhler. Y nada se repite. Probablemente, como el propio autor afirma, es que hemos reflexionado muy poco sobre la espera, probablemente nunca podrá decirse todo sobre ella, porque la vida es, por definición, espera.
Andrea Köhler
El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera
Trad. Cristina García Ohlrich
Epílogo de Gregorio Luri
Libros del Asteroide, 2018, 160 págs.
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