Sebastián, seudónimo de Enrique Carbajal, (México, 1947) escultor mexicano es autor de esculturas monumentales insertadas en el paisaje arquitectónico para transformar el entorno urbano y “romper su quietud”.
Carbajal eligió ese seudónimo porque le dijeron que se parecía al San Sebastián de Botticelli. Y decidió adoptarlo pues pensó que era un nombre “fuerte, que se pega”.

Sus obras pueden admirarse alrededor del mundo: Japón, Argentina, Canadá, Estados Unidos, España, Francia, Alemania, China, Colombia, Panamá, Brasil, Uruguay, Venezuela. Belice y desde luego todo México.
Reconoce la influencia del arte renacentista, especialmente la geometría euclidiana de Alberto Durero, de él toma las formas triangulares y trapezoidales, bases de la construcción de sus esculturas. Los polígonos y pentágonos combinados de pequeño formato con los que confecciona diferentes piezas. Estas construcciones luego son llevadas a escala monumental.
El apoyo y las enseñanzas del escultor alemán radicado en México Matthias Goeritz, con quien trabajó durante 25 años como su colaborador y asistente, fueron fundamentales para su formación. Goeritz define su creación como escultura emocional y consideraba que tanto la arquitectura como la escultura eran la expresión de la condición espiritual del hombre en un tiempo particular. Sebastián toma el concepto de su maestro y piensa que su geometría es emocional, porque a pesar de estar basada en la matemática, compone la creación con una carga emotiva de sentimiento e intuición.
El predominio del arte concreto en la obra de Sebastián se patentiza en el uso de geometría aplicada: esferas, círculos, planos, elipses que modificados y combinados le permiten realizar un trabajo gigantesco de puertas, arboles de la vida y símbolos prehispánicos u orientales. Sebastián opina que no es magia lo que él hace sino la aplicación de verdades geométricas y afirma “… lo que yo hago es usar la geometría como lenguaje, como su fueran mis letras y mis palabras para decir el poema plástico”.
La obra del escultor inglés Henry Moore con “su fuerza, calidad y hieratismo” fue decisivo para Sebastián en la elección de temáticas al reconocer sus raíces mexicanas y dejar de lado el influjo de las corrientes de vanguardia europeas o estadounidenses. Henry Moore interpreto a Chac Mool con la fuerza, las líneas quebradas, el hieratismo y los planos convexos y cóncavos.

En cambio Sebastián manteniendo las expresiones del arte concreto se vuelca hacia el arte precolombino. En la entrevista me confesó que debía “… Beber en mis raíces y mi entorno” tomando como ejemplo la representación original del Chac Mool (tigre rojo) este sacerdote-guerrero, figura misteriosa que podría ser un mensajero o intermediario entre el hombre y los dioses. Era el encargado de llevar a las deidades las ofrendas que se le colocaban en la cavidad abdominal, tales como corazones humanos y otros objetos en honor de los dioses.
Sebastián transformó a Chac en una serie de formas helicoidales redondeadas, sintetizó la estructura del dios sentado con lazos que se desprenden de la superficie y se expanden hacia arriba en forma oblicua como queriendo volar y alcanzar la inmensidad.

La mayoría de las esculturas de Sebastián son monumentales. Estas esculturas geométricas son emocionales porque son símbolos conmemorativos de estados espirituales del ser humano. Entre estos monumentos conmemorativos podemos apreciar los obeliscos como la puerta del Camino Real de Colima (2001), Arco Fénix (1994) y Awaiting the mariner (2002) realizados en hierro fundido, de textura lisa y monocromados, en rojo, amarillo y blanco respectivamente. El mismo Sebastián nos dijo “soy monocromo”. Estos obeliscos monumentales que señalan la apertura de una ciudad están articulados entre si y unidos por lazos esféricos que sobresalen de su vértice formando una flor que cierra la composición. Los colores primarios, amarillo, rojo y blanco y la textura lisa de la obra resaltan los ángulos entrantes y salientes permitiendo resaltar el juego de las luces y las sombras. El escultor eligió el obelisco porque es el símbolo fundamental de conmemoración tanto en el mundo occidental como en el oriental.
En Buenos Aires (Argentina) en una rotonda enfrentada a la Plaza México se encuentra el Saltamontes, elaborada con paralelogramos superpuestos y entrecruzados, pintados de rojo, uno de ellos se apoya en la superficie, la cabeza, y el resto se elevan dando la sensación del salto de la langosta.

Otra escultura simbólica de Sebastián es el Tsuru (garza) (1996), semejante a una columna estípite que culmina en alas entrelazadas que se abren en la cúspide. Este monumento está relacionado al Haikú, poema japonés breve de 5,7 y 5 sílabas, que trata de captar lo trascendente en un instante.
¿Cuál es el instante que quiere captar Sebastián?
El pájaro que se posa por un instante en la tierra y luego sigue su vuelo, las alas abiertas del monumento parecen indicarlo; la base es comparada por Sebastián con “el pico de la garza penetrando la tierra”
Sintetizando: todas sus esculturas son ensayos geométricos donde combina triángulos, esferas, polígonos; juega con la geometría, le gusta integrar diferentes elementos para formar figuras sintéticas con reminiscencias históricas o simbólicas.
Sus puertas, obeliscos y dioses son de estructura colosal .Su intención es que cada creación se funda con el entorno urbano “…Que se vuelva un hito, una referencia, un signo fundamental de la ciudad” .En la entrevista Sebastián subraya que para que la obra sea una creación debe tener emoción, por ello llama a la técnica de su obra geometría emocional.
Cuando Sebastián conoció las esculturas de Henry Moore se dio cuenta que debía volver a sus raíces mexicanas “que un artista verdadero debe tener un origen, un lugar, un entorno, una cultura, una raíz profunda” y que de ellas debía partir para elaborar sus construcciones y desarrollar su auténtica forma de pensar latinoamericano. Lo que nos permite inferir que los símbolos prehispánicos que recrea Sebastián conforman un mestizaje geocultural donde se representa la dualidad del continente americano y la ambivalencia entre lo moderno y lo ancestral, la vanguardia y las huellas del pasado americano, experimentando con los normas de la geometría fractal y las inferencias de los pueblos originarios.

Su “imagen –signo” construida por medio de la memoria automática, conseguida por la transmisión y elaboración de los símbolos renacentistas, orientales y fundamentalmente prehispánicos es una construcción armoniosa y simbólica que le da carácter universal a la obra que puede ser entendida por todos.
Cabecera: Cabeza de caballo – De Jubilo – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0,
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