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Mitología vasca: conocimiento histórico más allá de la interpretación literal

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Para hablar de mitología, lo primero es desprenderse del significado que se suele atribuir a la palabra Mito, que comúnmente se asimila con algo falso, una historia imaginaria que carece de valor.

Si bien es verdad que no podemos tomar al pie de la letra las narraciones, tampoco debemos despreciar el valor histórico de las mismas, ya que nos aportan una visión de la sociedad y de sus creencias en épocas pasadas. Valga recordar, que en griego, mythos, hacía referencia a la palabra, al contenido que se conservaba mediante la tradición, sobre todo oral.

Mitología vasca
Sugaar

La mitología aparece como la condensación de la experiencia de una comunidad en imágenes y relatos, la primera manera en que se organiza la memoria colectiva. Junto con el lenguaje, compone el primer estrato de la cultura en el que se enraízan los valores y se gesta la identidad de un pueblo. Lo vivido como importante o relevante, hechos independientes, se convierten en sucesos que encajan dentro de una visión global. Por tanto, la mitología no busca dar una explicación a los hechos, sino ordenarlos. Un orden significativo y comprensible, que dé al individuo una respuesta a sus inquietudes concretas, poniéndolas en relación con la totalidad de su existencia. El mito surge por la necesidad anímica humana de dar sentido al mundo que le rodea, por lo que podemos decir que es inherente al ser humano, y que por tanto nos ayuda a conocer épocas y culturas a lo largo de la existencia, tanto histórica como prehistórica.

Son muchas y diversas las mitologías que han surgido con la humanidad a lo largo de las diferentes épocas y continentes, y si bien podemos encontrar muchas diferencias entre ellas, también es posible detectar muchas similitudes. Para poner un cierto orden, vamos a establecer tres grandes bloques, según que la posición central en la mitología esté ocupada por una figura materna, por una paterna o por una fraterna. En torno a esa figura se articulan el conjunto de relatos que pertenecen a cada mitología y que buscan dar sentido a la realidad que nos rodea.

Mari
Entrada de Mariurrika Kobea, en Anboto, morada principal de Mari

Mitología matrial-femenina:

  • Los cuerpos son enterrados como símbolo de retorno a la tierra y regeneración. El cadáver se coloca en posición fetal, en una concepción de la tierra como madre, así como en la creencia de un renacimiento futuro.
  • Se concede a la Naturaleza las características de un ser humano, personificándola como madre. La creación de vida, y el vínculo existente entre la madre y su bebe refuerzan esta idea. La mujer la que ejerce de intermediaria con el cosmos, es el núcleo que garantiza la comunicación dentro del grupo y la socialización de los niños.
  • Sociedades principalmente agrícolas, con creencias relativas a la fertilidad, a la fragilidad de la vida y a la necesidad de renovar periódicamente los procesos generadores de la Naturaleza.
  • Cuevas y grutas adquieren gran importancia como acceso al interior de la tierra. Simbolizan los procesos que ocurren alejados de la luz y la visión, tanto en el cuerpo de la madre (gestación) como en la propia tierra (cosechas, regeneración…). Hay una valoración positiva de la oscuridad y la humedad.

Mitología patriarcal-masculina:

  • Se sitúa en el centro una figura masculina que se apropia de los atributos y potencias femeninas, reinterpretándolas y otorgándoles una nueva orientación.
  • Se produce la cremación, que eleva el cuerpo al cielo en forma de humo. El cielo es el que se presenta divinizado, como dios padre trascendente y creador del mundo. La importancia de la luz y de los rayos de sol, como responsables de fecundar la tierra y hacer que germine la semilla.
  • La caza es la actividad predominante. Requiere audacia y valor, pues es una lucha a vida o muerte. Se busca autoafirmarse de manera heroica, lo cual requiere desprenderse de los lazos afectivos y los que le unen a la madre y la infancia.
  • Emancipación respecto a la naturaleza, con voluntad de dominación y control.

Mitología fratriarcal:

  • Sería un equilibrio entre las dos anteriores. El resultado de un diálogo entre la parte masculina y la femenina, en el que la dominante reconoce y asume la que había sido sacrificada en aras de la diferenciación.
  • Este mestizaje de simbologías, causa la imagen del ciclo del nacimiento, la muerte y el renacer. El cristianismo se debe ubicar en este contexto, y entenderlo como la mediación entre la tradición patriarcal hebrea y la religiosidad mistérica mediterránea.

Al interpretar las diferentes mitologías, debemos evitar dos peligros, la literalidad y la suposición de que la mitología carece de sentido. Para evitar la literalidad, hay que reconocer que el lenguaje de la mitología es un lenguaje simbólico, hace alusiones, insinuaciones… no tiene un referente directo. Para el segundo peligro, debemos de ser capaces de entender el lenguaje. Para ello, debemos tener presente que los símbolos tienden a agruparse en dos ejes principales, a los que el antropólogo francés Gilbert Duran denominó régimen diurno y régimen nocturno.

  1. Régimen Diurno: se apoya en la acentuación de imágenes contrarias. Una visión dualista, un opuesto tiene connotaciones muy negativas, y sobre ella se impone la luz. La temporalidad se afronta separando lo positivo de lo negativo, teniendo la muerte unas connotaciones aterradoras y se busca una huida de este mundo impulsada por el deseo de eternidad.
  2. Régimen nocturno: los opuestos no se excluyen, aunque tampoco llegan a confundirse. Se suceden, se alternan y se complementan. No hay distinciones tajantes, los contornos se difuminan. La muerte se presenta como el final de una etapa, y el comienzo de otra.

Tras las consideraciones generales realizadas, vamos a centrarnos ya en la mitología vasca, un conjunto de relatos y leyendas conservadas por tradición oral y que fueron recopilados principalmente por José Miguel de Barandiaran en la primera mitad del siglo xx, salvándolas así de su desaparición y olvido. La antigüedad de dicho sistema de creencias podría remontarse a varios miles de años, habiendo señalado el propio Barandiaran posibles vínculos a nivel simbólico entre los animales en el ciclo de Mari y las pictografías rupestres paleolíticas y neolíticas. Se trata, por tanto, de una mitología pre-indoeuropea, y como tal, comparte la visión del mundo de las mitologías Matrial-femeninas de la vieja Europa. En este punto, indicar que la mitología indoeuropea, traída desde las estepas asiáticas por sucesivas oleadas de pueblos guerreros, conquista occidente e impone el principio patriarcal, sociedades nómadas de cazadores y ganaderos, con activismo heroico e inquietud progresista y de dominación. Oriente, por su parte, se habría mantenido apegado a la cosmovisión matrial de los plantadores y recolectores sedentarios, con su característica pasividad y su tendencia a la fusión mística.

Por otro lado, indicar que la mitología vasca, tanto por su cosmovisón, como por la valoración que adquiere lo oculto, y la ausencia de figuras heroicas, hemos de situarla en el régimen nocturno citado anteriormente. Por lo que deberemos tener esto muy en cuenta para comprenderla e interpretarla. Se trata de una mitología telúrica y lunar.

Olentzero
Olentzero

La principal característica de la mitología vasca es que su visión del mundo gira en torno a la figura de Mari, la cual se encuentra íntimamente vinculada con la tierra. De ella son el nacimiento y la muerte, así como la renovación de la vida, tanto humana, como natural y del cosmos. Se trata de un proceso cíclico, que se manifiesta artísticamente mediante espirales, círculos, serpientes enroscadas y ondulantes… la serpiente era considerada símbolo de energía vital y regeneración, una criatura benévola. Esto contrasta con lo que nos presenta la biblia, donde la tierra es polvo, no vida, y la serpiente está maldita.

La mitología vasca presenta una visión geocéntrica del cosmos, al igual que la mayoría de culturas tradicionales. La tierra nos sostiene, y los astros giran en torno a ella. El Sol sale cada mañana del interior de la Tierra o, del mar (según la orientación geográfica), que se cuida de no apagarlo. Para los vascos, además, el Sol y la Luna, son hijas de la Tierra. De ella surgen y a ella retornan, para volver a nacer, regeneradas, al día siguiente. La tierra es concebida como madre (Amalur, Madre Tierra en español), por lo que se le rinde culto y se le hacen ofrendas. Tiene además un carácter cósmico, pues lo abarca todo, incluso los astros y el propio cielo como límite extremo. La Tierra representa el cuerpo del universo, la madre y materia de la que están constituidos todos los seres, incluido el ser humano (en latín el étimo de homo `hombre’ es humus, que significa `tierra’). Es curioso también, que en la cultura minoica (cretense), matrial-femenina, la diosa de la tierra es Gea o Gaia, siendo en Euskera “Gaia” la palabra que significa “materia”.

Akerbeltz
Akerbeltz

La Tierra es el cuerpo del universo, y la diosa Mari, representa su alma. Pero un alma que no aspira a ascender a los cielos. Vive en el interior y sale con diversas formas tanto para regenerar, compensar, equilibrar, impulsar… los procesos naturales como la propia vida. Comparece como energía, simbolizada por el oro y el fuego, que vive y da vida a todas sus criaturas, y las mantiene ligadas entre sí mediante relaciones de correspondencia amor-odio, atracción-repulsión… Estaríamos así en presencia de una visión del mundo en el que todas las cosas se comportan como si estuviesen vivas y tuvieran intenciones o persiguieran determinados fines.

Como ya hemos comentado, el eje central de la mitología vasca es la tierra, Amalur. Es origen de vida y muerte, todo vuelve a ella en un proceso cíclico, otorga los alimentos, los lugares para vivir, todo surge de la tierra. Mari, personificación de Amalur, es la diosa principal, y todos los demás seres son inferiores a ella. La mayoría de las veces se muestra en forma de una mujer hermosa, con cabello largo y rubio que peina con un peine de oro a la luz del sol, aunque no es extraño verla con otras formas como árbol, mujer con patas de cabra, mujer de fuego, arco iris o caballo que empuja las nubes. Suele vestir muy elegante, casi siempre con vestidos verdes. Tiene como pareja a Sugaar, y como hijos a Mikelatz (perverso) y Atarrabi (bondadoso), quienes representan el bien y el mal. Encarna las fuerzas de la naturaleza, y con su poder, da equilibrio a éstas.

Si bien su principal morada se encuentra en el Anboto, puede alojarse en cualquiera de las cuevas de las montañas de Euskal Herria, estando los cambios atmosféricos relacionados con su ubicación exacta. Se cree que cuando se encuentra en Anboto llueve; cuando se encuentra en Aloña hay sequía, y que cuando se aloja en Gorbea, se recoge abundante cosecha. Mari forma parte de todos los vientos, las nubes, es la soberana de todas las criaturas, incluyendo a los humanos que casi la han olvidado. Como diosa tiene la capacidad de imponer justicia, castigando de forma severa a los hombres que actúan con maldad, defensora de la honradez y muy severa con la injusticia. Entre sus misiones está el penar la mentira, el robo, el orgullo, no cumplir la palabra dada, no respetar a las personas y la arrogancia, no obstante, sabe ser generosa con aquellos que la traten con respeto, premia el ayudar a los demás y socorre a sus adeptos.

Basanjun
Basanjun

Junto a Mari se encuentran una gran variedad de personajes cuyas historias han perdurado hasta nuestros días, a continuación citamos algunos.

  1. Olentzero: Se dice que el nombre proviene de “Oles-aro” (tiempo de gracia) que es así como al parecer, los vascos antiguos llamaban a la época del solsticio de invierno. Actualmente, Olentzero es un carbonero que baja de la montaña en Nochebuena para llenar de regalos todas las casas del País Vasco. Es conocido como un hombre solitario y grueso, al que le encanta comer y beber el buen vino de la tierra. Viste con colores muy oscuros y siempre va acompañado de una txapela y una pipa. Antiguamente, era un personaje ligado mediante el fuego a la celebración pagana del solsticio de invierno, aunque posteriormente el cristianismo lo adaptó a la llegada del niño Jesús. Son muchas las leyendas y las tradiciones a lo largo de la geografía vasca en relación a este personaje, siendo algunas incluso aterradoras.
  2. Mari Domingi: Otro de los personajes que muestra la estrecha relación de los vascos con la naturaleza y la tierra, a la que respetaban y con la cual vivían en armonía. Al igual que a Olentzero, debemos enmarcarla en los rituales para despedirse de los días más cortos, y dar la bienvenida al nuevo sol, a la llegada de los días más largos. Mari Domingi es pastora y también cultiva la tierra. Conoce muy bien el recorrido del sol y las fases de la luna, así como el uso de las diferentes plantas medicinales. Vive en el monte y mantiene una gran amistad con Olentzero, y al igual que ha sucedido con éste, la cristiandad lo ha relacionado con las fiestas navideñas.
  3. Akerbeltz: Tiene forma es de un macho cabrío de color negro, como indica su nombre en euskera. Se encarga de proteger a todos los animales que están a su cargo, e incluso cura las enfermedades que estos puedan llegar a tener. De hecho, en los caseríos vascos existe la costumbre de tener macho cabrío, imprescindiblemente negro, para proteger a los animales domésticos que se crían en el lugar. Con la llegada del cristianismo, adquirió un significado maligno por su papel fundamental en los akelarres. En estas celebraciones se adoraba a Akerbeltz como líder de la insurrección contra la religión y el orden establecido, defendiendo las antiguas creencias relacionadas con la espiritualidad de la naturaleza.
  4. Basajaun: Es el señor de los bosques. Se representa con un cuerpo humano cubierto por gran cantidad de pelo. Tiene una larga cabellera que le llega hasta casi las rodillas, lo que hace que tape todo su rostro, pecho y vientre. Es el protector del bosque y la naturaleza, y cuida especialmente rebaños. Es por ello que cuando se acerca tormenta o se encuentran lobos alrededor, avisa a los pastores con grandes gritos para que pongan a salvo sus rebaños. Las ovejas pueden percibirlo, y cuando lo hacen, comienzan a hacer sonar sus respectivos cencerros y así los pastores pueden estar tranquilos. Vive en lo profundo del bosque y también se le atribuyen inventos como la sierra, el molino…
  5. Lamia: Equivalente a las sirenas o ninfas de otras culturas, su cuerpo es mitad humano, mitad animal. En la parte superior, la lamia es una hermosa mujer, siendo sus extremidades inferiores como un pato, una cabra o un pez, dependiendo de la zona. Se caracterizan por peinar sus largos cabellos con peines de oro y tener un solo ojo. Viven en las cuevas, estanques o ríos, siendo por lo general muy hospitalarias y bondadosas. Ayudan a los agricultores en sus labores, también a construir puentes o castillos… Sin embargo, en ocasiones raptan a hombres y en el caso de negarse a ayudarlas, hacen el mal. Son grandes defensoras de la honradez y contrarias al fraude.
  6. Jentiles: Eran los pobladores del territorio mucho antes de la llegada del cristianismo. Cuando la religión cristiana llegó, se refugiaron en lugares alejados para vivir aislados y de forma pacífica. Se les atribuye una fuerza sobrehumana, lo que les dotaba de la capacidad de lanzar enormes piedras a grandes distancias. De hecho, existen innumerables peñascos con el nombre de Jentilarri (piedra del Jentil). También se les atribuye la construcción de múltiples túmulos y dólmenes prehistóricos, y la creación de monumentos megalíticos. Se les considera los primeros mineros, herreros y molineros, así como los primeros en cultivar trigo. Su nombre viene de la palabra latina “gentil”, no creyente.
  7. Galtzagorri: Son seres mitológicos masculinos minúsculos que visten, como su propio nombre indica, pantalones de color rojo. Son extremadamente trabajadores y serviciales con su amo. Su dueño los guarda en un alfiletero, y cuando lo abre, estos saltan a su cabeza y demandan la faena que deberán realizar. Trabajan por la noche y para cuando la primera luz de sol ilumina, estos ya han acabado su tarea. Se dice que cuando adivinos, brujos o curanderos realizan algo increíble, estos seres minúsculos han estado detrás.
  8. Tartalo: Se trata un gigante con un solo ojo situado en su frente y con un voraz apetito por la carne humana, por lo que es un personaje que genera terror. Es una criatura muy agresiva y bastante bruta, tanto que su pasatiempo favorito consiste en arrojar rocas de una montaña a otra. Se cree que es posible que este personaje mitológico fuera adquirido en la romanización del País Vasco.
  9. Iratxo: Hoy día se emplea el término para definir a los duendes en general, pero antiguamente hacía referencia a un genio travieso pero no malvado, que aparecía por las noches y disfrutaba dando sustos. Si alguien intentaba atraparlo, se entretenía agotándolo y llevándolo por lugares peligrosos y de difícil acceso. Vive en cavernas y pozos. También es un gran defensor de la honestidad ya que encontramos el dicho que dice: “lo mal ganado, es por iratxo exprimido”.
  10. Sugaar: Es una gran serpiente macho rodeada de fuego que tiene el poder de cambiar su forma. Tiene relación con las tormentas, y cuando cruza el cielo, se cree que va a ocurrir una gran tempestad. Habita en las profundidades de la tierra y sale a la superficie por simas o cuevas. Se le considera marido de Mari, y adopta forma humana en sus encuentros con ella.
  11. Sorginak: Son las brujas vascas, mujeres mágicas que actúan a las órdenes de Mari y que pueden cambiar su apariencia. Conocen los secretos de la procreación y nacimiento y por ello, realizan el oficio de matronas. Asimismo, conocedoras de los secretos de las plantas y de sus usos medicinales, actúan de curanderas. Gracias a su conexión con el mundo espiritual, también ejercen de consejeras, oráculos y sacerdotisas. Se juntan en reuniones llamadas Akelarre, en las que desatan el goce y la alegría, características de su vida, algo que la Inquisición cristiana se encargó de destruir. De ahí, que se conozcan innumerables casos de “brujas” en el País Vasco. Su imagen fue claramente distorsionada por el cristianismo.
Galtzagorri
Galtzagorri

Habiendo visto que la Mitología Vasca es Matrial-Femenina, Geo centrista y de régimen nocturno, con unos seres mitológicos que en general tienen su doble vertiente de bondad y maldad, me gustaría volver a incidir en la primera idea que planteábamos, es decir, que la mitología, bien entendida e interpretada, es una magnifica fuente para conocer las sociedades y la cultura en épocas pasada, así como para entender las actuales. No tenemos más que ver como gran parte de los rasgos e ideas expuestas en este artículo, continúan vigentes en la sociedad vasca actual a pesar del paso de los siglos e influencias de otras culturas. Hablamos de la llegada e imposición de las sociedades patriarcales indoeuropeas a occidente, de la romanización y de la cristiandad con su temible inquisición entre otras, y aun así, somos capaces de identificar atributos de la antigua sociedad vasca en la actualidad. Como ejemplo podemos hablar del papel de las mujeres en el hogar, el liderazgo de las etxeko andre (mujeres de la casa), que llevan una gestión global. A día de hoy, en la mayoría de los casos, son las mujeres las que llevan la economía familiar. Vemos también la importancia que se deba a la honradez y a la honestidad, con muchos de los seres mitológicos velando por ella. En Euskadi, hasta hace bien poco muchos tratos se hacían de palabra, de hecho, existía una expresión que se utilizaba mucho, sobre todo en Sudamérica, que era “Palabra de Vasco”, y venía a decir que la palabra dada era inquebrantable. También podemos hablar de la tradición montañera y de las romerías a las cimas de los montes como lugares de culto, reflejo de la relación ancestral de los vascos con las montañas. En definitiva, infinidad de rasgos y características que se han mantenido en la forma de ser y entender de los vascos a lo largo de los siglos, y que podemos ver reflejadas en la propia mitología.

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Mitología vasca: 3 (anboto)
  • Barandiaran Ayerbe, Jose Miguel (Autor)
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Lander Beristain

Lander Beristain

Lander Beristain, San Sebastián (Gipuzkoa) 1971. Siendo el menor de tres hermanos, se crió en el seno de una familia de clase media que además de aportarle su cariño, le inculcó el gusto por la educación y la cultura, así como unos valores personales marcados a fuego que aplica en todos los aspectos de su vida y proyectos en los que se implica.

Pasó su infancia en Deba (Gipuzkoa) y posteriormente se trasladó a vivir a San Sebastián.

Apasionado de la literatura y de la historia del imperio romano, así como de las novelas históricas que leía en diversos idiomas, tuvo que relegarlos a un segundo plano para acometer sus estudios de Ingeniería industrial en la Universidad de Navarra y desarrollar una carrera profesional estable.

Con infinidad de ideas en su cabeza comenzó a escribir “El Consejero de Roma” en 2017, tardando 2 años en confeccionar el primer borrador. Posteriormente fue puliendo diversos detalles y aspectos, antes de presentarlo a “Las nueve musas ediciones” para su edición, de forma que quedase listo para ver la luz. Un momento tan esperado como ilusionante.

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