Las nueve musas
Investigador

Las miradas del investigador

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En un proceso de investigación social, lo que se busca es comprender el fenómeno, lo más cerca posible a la realidad que viven los sujetos inmersos en este, y esa comprensión no se logra en su totalidad si se percibe desde pequeñas miradas del investigador.

En nuestro caso el fenómeno a estudiar es algo que está en movimiento porque está  -como todo fenómeno cultural-  tensionado entre lo significado y aquello que comienza a significar.  Es un significado, un sentido de lo que se entiende por arte, artista y público, cuando actualmente mencionamos al arte, al artista y al público.

La  intención es ir descubriendo cuáles son los cambios que se han ido dando en las mentalidades y que operan como  contexto de las transformaciones  en la concepción del arte, del artista y de los públicos. Para ello hemos realizado un relevamientos de las ideas que distintos pensadores han  propuesto para poder interpretar el hombre actual.

Desde dónde y con qué método hacerlo es algo que requiere una declaración de posición. Consideramos que el abordaje tendrá que hacerse desde las Ciencias Sociales y humanas porque es un estudio cualitativo. Los datos que manejaremos interesan por su cualidad y no por su cantidad.

La  Ciencias Sociales y humanas  transitan enteramente en el mundo humano y sus hechos. Hechos que se interpretan, no en forma aislada, sino en el contexto cotidiano de la convivencia del hombre con otros  semejantes, el mundo natural y lo trascendental. El hombre es, un ser de relación y es en esta dinámica que se manifiesta todo su potencial propiamente humano. Definir al hombre es describir fenomenológicamente sus diversas manifestaciones y es lo social y artístico que cae bajo la mirada científica de las ciencias sociales y humanas.

El cambio de paradigma epistemológico

Según Edgar Morín, nos estamos aproximando a un nuevo cambio de paradigma en la ciencia de Occidente. Un cambio en la ciencia siempre se corresponde con  un cambio en la Metafísica.[1]  La ciencia de cada período histórico halla su fundamento en la Metafísica de la época.  Al respecto, es de sumo valor conocer la obra de Edwin Arthur BurttLos Fundamentos Metafísicos de la Ciencia Moderna.[2]  Este autor  puso de manifiesto  la diferencia en la concepción del hombre,  de la relación de éste con su  medio natural, entre  el  pensamiento medieval  y la Edad Moderna.  En la mentalidad medieval se había operado una gran síntesis entre la filosofía griega y la teología judeocristiana. Esta concepción constituía el paradigma en el que accionaban los hombres, sus creencias, sus comportamientos, su conocimiento y  su arte.

Otro interesante aporte es el de Foucault en su obra: Las palabras y las cosas. Con un método original y atrapante, que denomina genealógico,  Foucault va constatando las diferencias que van apareciendo en el universo simbólico de la cultura de occidente hacia fines del siglo XVI.  Hasta ese momento,  la semántica presente en los textos filosóficos, en la pintura de la época, en las explicaciones  científico-religiosas, se regirá  por la semejanza en sus múltiples formas. Foucault las reduce a cuatro que él considera esenciales a la cosmovisión medieval:

  • la conveniencia o vecindad de los lugares hace que los seres se ajusten unos a otros (cuerpo y alma, animales y plantas, etc.): “Son ´convenientes´ las cosas que, acercándose una a otra, se unen, sus bordes se tocan, sus franjas se mezclan, la extremidad de una traza el principio de la otra.”[3] Es a partir de la conveniencia que las cosas se transmiten o comunican propiedades, movimientos, pasiones… El alma y el cuerpo se convienen entre sí, el alma recibe los movimientos del cuerpo y este se contamina con las pasiones del alma. La originalidad de Dorian Grey, personaje de la novela escrita por Oscar Wilde, es que su rostro y su cuerpo permanecen inalterables a pesar de los desvíos de su alma.
  • el reflejo o emulación. Otro tipo de conveniencia pero libre del espacio, hace que las cosas se reflejen unas en otras: la inteligencia del hombre refleja –en forma imperfecta- la sabiduría de Dios; los ojos de su rostro reflejan los astros que iluminan el cielo: el sol y la luna;  la boca es Venus porque por ella se deslizan los besos y las palabras de amor. El mundo se estructura a partir de este pliegue que el suizo Teofrasto de Hohenheim, llamado Paracelso (1493-1541), refiere a la gemelidad. Confiado en esta idea del reflejo el hombre escudriña el mundo.
  • Superponiéndose a la conveniencia y al reflejo, encontramos la analogía. La misma detecta las sutiles relaciones entre las cosas. Como permite la reversibilidad se puede aplicar universalmente. En el infinito mundo de las analogías, hay un punto privilegiado: el hombre. Su carne será análoga a la gleba; sus huesos a las rocas; sus venas, grandes ríos; su vejiga, el mar y sus siete miembros principales, los siete metales que se ocultan en el fondo de la tierra.
  • Finalmente, la cuarta forma de semejanzas nace de las simpatías.  Según Foucault, la simpatía expresa la movilidad de las cosas: atrae lo pesado hacia la pesantez del suelo, lo liviano hacia el éter ingrávido. Su efecto es como el de un imán que tiende a la mismidad de las cosas por superación de las diferencias.  Compensando el infinito poder de asimilación de la simpatía, está la antipatía que  mantiene las cosas en su aislamiento e impide la asimilación de ellas entre sí. Los cuatro cuerpos: agua, aire, fuego y tierra se atraen y se repelen por las simpatías o antipatías presentes entre ellos.

Coronando esta visión del mundo está el sistema de las signaturas. El mundo está marcado porque Dios quiere que el hombre conozca lo que él ha creado. Las cosas hablan  y su sentido nace de la similitud. “La naturaleza de las cosas, su coexistencia, el encadenamiento que las une y por el cual se comunican, no es diferente a su semejanza.” El mundo está cubierto de jeroglíficos.

A principios del siglo XVII, emergen las críticas a la semejanza. DescartesBacon, criticarán la interpretación del mundo a partir de la semejanza. Ya no será fuente de saber sino  ocasión del error, de confusión e ilusión. Una nueva mentalidad está surgiendo y para entenderla no podemos dejar de lado los aportes de tipo sociológico, cultural y económico. Los cambios no serán simultáneos pero sí podemos decir que los cambios en la composición social con la aparición de una clase de individuos con peso económico y aspiración a gravitar cada vez más en lo político, modificará la concepción del mundo, del hombre y la relación de éste con aquél.

Sabemos que en el Renacimiento ya se había hecho presente en la escena política la burguesía mercantil y financiera, la cual fue gestándose a la sombra de las clases privilegiadas nobleza y clero. La monarquía absoluta se apoyará en ella, le irá concediendo espacio a sus corporaciones de las artes, de las industrias y del comercio. Con ello  provocará la declinación del poder de la nobleza y el credo.

Paradigma ético y moral.  Cambio de las  virtudes

La nueva clase social,  que sabe que su presencia en la escena política  se asienta en su poder económico y que éste nace de su laboriosidad, llega con un cuerpo de valores distintos a los del mundo medieval.

Otto Bollnow  considera que el cambio de virtudes no implica una decadencia moral ya que surgen nuevas virtudes que responden a las nuevas necesidades de la época. La comprensión de ciertas virtudes declina en la medida en que desaparece el mundo espiritual que las originó. Virtudes que fueron primordiales en una época son desdeñables en otras. Tanto que apenas se entiende el significado de la palabra; ejemplo la humildad.

Otros nombres de virtudes persisten pero han variado su comprensión y con ella ha variado la valoración que expresaban.[4]  Las nuevas virtudes burguesas responden a una forma de organizar la vida por medios limitados: El orden, el ahorro, el aseo, la diligencia, se pueden llamar virtudes burguesas si entendemos por burgués al hombre que organiza su vida por medios limitados.

Bollnow analiza el orden y el amor al orden; el orden es una virtud madre, significa el orden del entorno vital. Es una virtud esencial para el hombre. Cumple una función antropológica. El orden distingue al hombre como ser cultural; impide la irrupción de la naturaleza en el ámbito cultural. Sería el concepto racional del orden; en el romanticismo va a surgir  otro concepto de orden; sería un orden del mundo. En el primer caso, el orden depende del hombre, en el segundo, habría un orden del mundo al que se incorporaría aquel otro que depende del hombre.

Analizando la situación general del hombre vemos  que está incorporado a un orden histórico que tiene bastante desorden y que está obligado a renovar por la revolución o restauración. El orden hecho no surge de la voluntad consciente sino que responde a sus propias leyes de evolución (la cultura). En cuanto orden hecho está en manos del hombre, en cuanto orden crecido tiene que ajustarse al orden establecido. El orden hecho se inserta en el orden crecido.

La virtud del ahorro es otra de las nuevas virtudes. Tiene una orientación hacia el futuro y eso la convierte en complemento del progreso. La relación se da con la estructura temporal propia del ser humano. Es el uso metódico de los medios disponibles. Lo contrario sería la prodigalidad: no preocuparse de los medios usados, vivir al día. La prodigalidad era una de las virtudes medievales. El señor feudal festejaba  con prodigalidad sus victorias.

El ahorro es la virtud de la economía en el más amplio sentido: economía de fuerzas físicas, espirituales, etc. El futuro es indeterminado, sólo hay una margen de previsión, sobre ese margen trabaja el hombre. El ahorro es una actitud de riesgo: se resta algo al presente para  un futuro incierto. El ahorro pierde su carácter de virtud en la exageración: la avaricia.

La virtud de la pureza está emparentada con el orden. Se refiere al entorno vital exterior del hombre. Es un supuesto del orden. Adquiere un sentido metafórico y simbólico como en los ritos. A través de la limpieza  se purifica el hombre. La pureza puede ser del carácter, de las costumbres. Significa que el hombre se mantiene intacto con respecto a las influencias del ambiente. Este concepto de pureza representa una exigencia de incontaminación con respecto al mundo. Pero al mismo tiempo la exigencia de alcanzar la “madurez” necesita del contacto con el mundo.

La diligencia era una virtud considerada por la Escolástica como la atención del hombre a la voz de la razón que habla en su intimidad. No está todavía referida al trabajo como en los tiempos modernos, Actualmente, a partir de la Ilustración el concepto se aburguesa y se relaciona con el celo y la aplicación al trabajo.

En el Romanticismo aparece un concepto irracionalista de la diligencia que se opone al concepto burgués. Se acentúa la actitud de restar valor a las cosas de este mundo. Idea  que ya estaba presente en la Edad Media. Reaparece en la actitud vitalista del Sturm und Drang. Es un reemplazo de la razón por la originalidad, espontaneidad y autenticidad como ideales.

En la historia de la ética tendríamos la ética de la medida y la ética de la demasía. Son dos tipos que se repiten continuamente. Las primeras están sometidas a la razón: es la actitud clásica y el ethos burgués.

Las segundas son éticas irracionalistas y románticas. Implican un  sentimiento religioso de la vida: el cristiano propende a esta concepción. Aparece en el Evangelio la incondicionalidad de la existencia trascendente; es manifiesto en el Sermón de la Montaña.

Paradigma científico

Sabemos que la ciencia clásica en su afán de cumplir con la consigna de Aristóteles: sólo hay ciencia de lo universal, expulsaba de su ámbito al evento, a lo aleatorio, al accidente, a lo individual. La nueva mirada epistemológica, en cambio,  parte de un principio de incertidumbre y de autoreferencia.

El arte y la literatura operan como anticipadores de los cambios de mentalidades. Morin cita al respecto, la complejidad presente en la novela del s. XIX: Balzac en Francia; Dickens en Inglaterra; Faulkner: el ‘monólogo interior» es parte de la complejidad.

Si pasamos a las artes plásticas y musicales, encontraremos muchísimos ejemplos. Ejemplos que llevaron a Umberto Eco a destacar la característica de obra abierta que presenta el arte del siglo XX.

Edgar Morin llama paradigma de la simplicidad a un cierto tipo de relación lógica muy fuerte entre nociones maestras, nociones clave, principios clave. pag.89.

El paradigma de simplicidad pone orden en el universo y persigue el desorden.

Creíamos que el «ladrillo elemental»   estaba:

  • Primero en la «molécula»,
  • después en el átomo,
  • después en la partícula intraatómica;
  • luego  en quarks (entidad difusa, compleja que no llegamos a descifrar: materia o energía).

Cultura y los cambios de paradigmas

“Tanto la ciencia como la cultura son procesos constructores de y construidos por procesos sociales.”[5]

La ciencia, los procesos culturales y la subjetividad  humana están socialmente construidos, recursivamente interconectados: constituyen un sistema abierto.

En 1958, en un pequeño libro: La mente y la materia,  Erwin Schrödinger comentaba: “Según  Boltzmann, nos enfrentamos con una tendencia natural de cualquier estado de orden a pasar de sí mismo a otro estado menos ordenado, pero nunca al  revés.”[6]

Rebajas
Mente y materia (Metatemas)
  • Schrödinger, Erwin (Autor)

Lo que Schrödinger quiere destacar de la teoría de Boltzmann es la idea de que la flecha del tiempo –es decir, la noción de pasado y futuro- es una consecuencia estadística.

Veamos el ejemplo que describe: un conjunto de naipes que hemos ordenado previamente; cada uno de los palos: oros, copas, bastos y espadas han sido ordenados desde el As, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, Sota. Caballo y Rey.  Si barajamos este grupo dos o tres veces, gradualmente se irá convirtiendo en un grupo desordenado, al azar. Pero esa tendencia hacia el desorden no es una propiedad intrínseca al proceso de barajar.  Si lo fuera podríamos lograr la inversión con un proceso de barajamiento que nos devolviera el orden inicial. Esa unidireccionalidad no es el resultado del proceso de barajar las cartas

Lo importante que se desprende del pensamiento kantiano es la posibilidad de que haya otra forma de aparecer de la cosa en sí, formas que no implicarían las nociones de espacio y tiempo con las que se ha manejado la ciencia hasta ahora. Sin olvidar que cuando hablaba de tiempo era más una experiencia de duración que de tiempo en sentido de un antes, un ahora y un después.

Dice Erwin  Schrödinger en su libro La mente y la materia, “Probablemente existen otros órdenes de apariencia distintos del espacio-temporal”[7]

Siglo XX irrupción del desorden en el universo físico

El Primer principio de la Termodinámica: es el principio de la conservación de la energía y se acompaña de otro.

Segundo principio de la Termodinámica: formulado por Carnot y por Clausius. Es un principio de degradación de energía.  Principio que dice que la energía se degrada bajo la forma de calor. Toda actividad, todo trabajo produce calor, toda utilización de la energía tiende a degradar dicha energía. Luego con Boltzman, nos enteramos que el calor es la agitación desordenada de moléculas y átomos.

Comienzo del siglo XX nos encontramos con una paradoja en la reflexión o  la explicación sobre el universo.

a) El 2do. Principio de la Termodinámica indicaba que el universo tendía a la entropía general, es decir, al desorden máximo.

b) Sin embargo, parecía que en ese mismo universo las cosas se organizaban, se complejizaban y se desarrollaban.

Algunos atribuyeron la paradoja a la diferencia entre la organización viviente y la organización física. La organización  viviente tendía al desarrollo y la organización física a la degradación.

Acá hay una interesante reflexión de Edgar Morin cuando llama la atención acerca del olvido de dos cosas:

a) ¿cómo está constituida la organización física? ¿Cómo están constituidos los astros? y ¿cómo las moléculas?

b) la vida es un progreso que se paga con la muerte de los individuos; la  degradación y el desorden conciernen también a la vida.

En conclusión, se puede deducir que la relación entre orden y desorden es necesaria y ambos cooperan en la constitución y organización del universo. La dicotomía no es posible.  Desorden y orden cooperan para organizar al universo.

Esto es corroborado por los remolinos de Benard:

Tomemos un recipiente cilíndrico en el que hay un líquido, al que se calienta por debajo. A una cierta temperatura, el movimiento de agitación, en lugar de acrecentarse él mismo, produce una forma arremolinada organizada de carácter estable, formando sobre la superficie células hexagonales regularmente ordenadas.

Otro ejemplo:

En el punto de encuentro entre un flujo y un obstáculo, se crea un remolino, es decir, una forma organizada constante y que se reconstituye sin cesar a sí misma; la unión del flujo y del contra-flujo produce esa forma organizada que va a durar indefinidamente, en la medida en que el flujo dure y en que el obstáculo esté allí.

Es decir que un orden organizacional (remolino) puede nacer a partir de un proceso que produce desorden (turbulencia).

Se me ocurre relacionarlo con la huida de Henri Charrièreel presidiario  que  se hizo famoso como Papillón,   al  relatar sus memorias. Cuando el presidiario decidió huir de la Isla del Diablo en el agitado mar del Caribe,  pudo encontrar la regularidad que le diera la salvación.  Se trataba de cabalgar a lomos de Lisette, la gran ola capaz de arrastrarlo lejos de la prisión y que sólo se producía una vez de cada siete

Después de haber estudiado los torbellinos que se producían entre las rocas y las olas, alrededor de la prisión, y encontrar una regularidad. Papillón observó la turbulencia de las olas chocando contra las rocas de la isla. Caer en esas turbulencias podía significar la muerte, pero su continuada y paciente observación lo llevó a encontrar cierta regularidad en los remolinos,   que supo aprovechar para lanzarse en su precaria balsa y escapar de la prisión.

Papillon pudo alcanzar la libertad anticipando la llegada de Lisette y lanzándose desde el acantilado en el momento preciso en el que la gran ola podía alejarlo de la isla para siempre. Experimentó previamente lo que ocurriría si se arrojaba sobre la ola y pudo prever hacia donde lo arrastraría primero la ola y luego la marea y cuándo arribaría a la costa de La Guayana.

Estas ideas fueron ampliadas entre 1960-66 a escala cósmica.

Primero se genera la opinión cada vez más aceptable de que nuestro universo, que según la teoría de Hubble estaba en proceso de expansión de las galaxias, también sufre un proceso de re-organización. Así se llega a la explicación actual del origen del universo, el big-bang.: desintegración que al desintegrarse se organiza.

Ampliación de la explicación

En el curso de la agitación calórica intensa (dispersión) se van a formar las partículas que, a su vez se van a unir unas a otras. Van a crearse los núcleos de helio y de hidrógeno y, mediante otros procesos debidos posiblemente a la gravitación, van a reunirse a polvos de partículas, y esos polvos van a concentrarse cada vez más hasta llegar a un momento en el que, al incrementarse el calor, se generará una temperatura de explosión mediante la cual se producirá el alumbramiento de las nuevas estrellas, y esas mismas estrellas se auto-organizarán entre implosión y explosión.

Podemos suponer que en el interior de esas estrellas, se unirán 3 núcleos de helio los cuales darán lugar al átomo de carbono necesario para que en un planeta: la Tierra, se produjera -como sucedió-  la vida. p.93

Nuevo paradigma estético

Desde el Renacimiento hasta ya comenzado el siglo XX, el arte era cosa a contemplar, luego se convirtió en cosa  muerta.  Pero en la actualidad, ya enmarcados en los que se ha dado en llamar la postmodernidad, comienza a reivindicar sus derechos el «poder estético»: esa irrefutable gravidez con que se nos impone el mundo de la imagen.  Eso nos lleva a constatar las transformaciones institucionales del arte. Todo aquello que fue jalonando el proceso de autonomización del arte desde sus orígenes, se ha ido transformando.

El mismo concepto de arte se ha expandido y, actualmente resulta difícil abarcar todo lo que con esa palabra se menciona. Esto nos remite a los orígenes del término: Tecné, el cual implicaba «un saber hacer» más que el mero «hacer inspirado» en que se convirtió en el Renacimiento. Superados los límites y fronteras, la producción estética se multiplica, nuevas imágenes, producto de la tecnología digital, sorprenden y seducen a los alumnos de plástica, cine, música, teatro, diseño…

Ellos se sienten motivados a probar los nuevos instrumentos, a explorar sus infinitas posibilidades, que -a su vez- se multiplican cuando la intencionalidad artística las anima y da sentido. Además, el mundo de la industria y la publicidad desafía a los diseñadores a incorporar esas imágenes cada vez más.

Este fenómeno de la esteticidad de lo cotidiano opera un cambio en nuestra percepción que nos lleva a requerir de los «artistas» una producción de sentido desde lo ético más que desde lo estético. Ante el evidente poder creativo de la utilización de los nuevos lenguajes, se hace inevitable la apelación a la responsabilidad de los productores de sentido respecto a los «objetos-signos-cosas».

Retomo acá lo que decía Luigi Pareyson del hombre: el trabajo humano da lugar a formas, a creaciones orgánicas. Esas formas son producciones humanas, fruto del trabajo, tanto de las construcciones teoréticas como las instituciones histórico-culturales, realizaciones propias de la vida cotidiana, el hallazgo de la técnica, como lo que denominamos obras de arte, los objetos estéticos.

Será la intencionalidad del artista, desde un planteo ético, la que transforme su formar en el modo de formar de una época y una cultura. Lo que el artista produce desde su formar, el sentido de su formar,  se recepcionará como obra de arte que pertenece a la contemporaneidad, el estilo de nuestra época.

Martha Alicia Lombardelli

[1] Morin, Edgar (1990) Introducción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa. Barcelona, España. 1994.
[2] Burtt, Edwin Arthur: Los Fundamentos Metafísicos de la Ciencia Moderna. Ed.Sudamericana.Bibl. de Filosofía. Bs.As. 1960.
[3] Foucault, Michel (1966) Las palabras y las cosas. Siglo veintiuno editores. México. 1984.pág.27
[4] Cfr. : Bollnow, Otto : Esencia y cambio de las virtudes: Rev. De Occidente- Madrid.
[5] AAVV: Nuevos Paradigmas, cultura y subjetividad.

[6] Schrödinger, Erwin: La mente y la materia. Taurus Ediciones, S.A.Madrid, 1958. Pág. 94

[7] Opus cit. pág. Pág. 87

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