Las nueve musas
Andrés Caicedo

La dramaturgia ácida de Andrés Caicedo

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“De esta obra se hicieron tres funciones que fueron lamentables”.
Andrés Caicedo E.

Una obra es la provocación de un diálogo íntimo. Los estudios son meritorios, sin embargo, si se compara con la potencia del acto creativo, estos no son más que otro acervo inconcluso de razones y explicaciones, una práctica más conveniente será la del contacto directo con la deliciosa piel de la ópera prima, ¿para qué desaprovechar la oportunidad de encontrarse con las palabras legítimas del autor?

Por esta causa, usted, apreciado lector, lo invito a que omita la previa y se entregue al disfrute de esta ficción (Estudio previo y edición crítica de la obra narrativa y dramática del escritor colombiano Andrés Caicedo), que es fruto de un genio precoz, rebelde y muy afamado por la capacidad de contar historias inquietantes, llenas de espejos donde se refleja el humano en medio del sinsentido que lo perturba y un absurdo que evoca en la memoria el aroma dulce y longevo de la naftalina, la que se desprende en la sala a oscuras cuando se encienden las luces y se abre el telón para dar inicio al acto teatral.

Antecedentes de la dramaturgia de Andrés Caicedo

Andrés Caicedo (1951 – 1977) tuvo su dramaturgia completa gracias a la editorial Universidad del Valle (1997). El corpus de obras se escribe entre 1966 y 1972). Cada una de las piezas son de inmenso valor para el estudio del autor porque muestran su crecimiento intelectual, temático y estético:

  • El Mar (1972), la obra más refinada del autor, es una versión libre de El Cuidador de Harold Pinter (1960)
  • El fin de las vacaciones (1967)
  • Los imbéciles están de testigos (1966)
  • La piel de otro héroe (1968)
  • Recibiendo al nuevo estudiante (1969)
  • Los Diplomas (1969)

Como lo rememora Jaime Acosta: Andrés Caicedo es influenciado por Enrique Buenaventura (1925 – 2003), quien fue el fundador del Teatro Experimental de Cali -TEC- en 1965, en plena etapa del Teatro Político Colombiano. Sin embargo, Caicedo hace una transición rápida del teatro realista de carácter colectivo brechtiano para entrar en un teatro de autor con base en el estudio al absurdo y el existencialismo influenciado por Eugène Ionesco:

Después vendrían dos obras en las que no participé, “Recibiendo al nuevo alumno” y “Los Diplomas”, con libretos y dirección de Caicedo, dentro de una estética expresionista que marcaba una nueva etapa caracterizada por el alejamiento del realismo social que marcó sus primeras incursiones. (Acosta, 2014, p. 86)

Posteriormente, Caicedo se despide del teatro con El Mar (1972) y pasa de lleno a la crítica cinematográfica en su revista Ojo al cine. De su producción literaria quedan sus cuentos, Destinitos fatales (1988), que se destacan por la potencia de su estilo y las imágenes de jóvenes contestatarios que se desenvuelven en una ciudad tropical llena de monstruos (universo caicediano) que surge de la influencia de la novela negra y que se alimenta de los pecados venales de las estirpes terratenientes que dominan al Valle del Cauca.

El Mar (1972)

Andrés Caicedo toma con acierto el triángulo argumental de El Cuidador (1960) para crear su propia apuesta dramatúrgica. La obra escrita por el Nobel de 2005, Harold Pinter (1930 – 2008), es un pre – texto para entablar una relación patafísica entre los personajes José y Jacinto, y completada por las situaciones de un tercer personaje, Jesús, quien es hermano menor de Jacinto y dueño del apartamento donde se llevan a cabo las acciones. La versión inglesa, por el contrario, plantea un encuentro intenso, critico, en el que se evidencia las fuertes contradicciones entre las clases sociales que habitan la ciudad de Londres en plena etapa de posguerra.  Davies y Aston son dos hombres de edad madura, en el Cuidador también tercia Mick, el hermano de Aston. Mientras que la versión caicediana es más lúdica, una apuesta tropical autónoma que profundiza en el estado emocional de tres jóvenes que viven en la ciudad de Cali en los primeros años de la década de 1970.

“El Mar” (1972), su topos común es el anhelo profundo y espiritual de una gesta literaria por parte de Jacinto, quien vive su naufragio interior y hace lo necesario para subsistir enfrentando una dimensión familiar que se desmorona emocionalmente por la ausencia de una madre que evoca el imaginario de la diva americana de rubios cabellos; también se juega con un pasado que muestra la imagen de los próceres enfermos, bajados de la galería colonial para convertirlos en arquetipos de terror que hacen parte de la tragedia nacional.

Todo lo anterior se evidencia en la constante tensión de los diálogos y la cercanía que se genera entre los personajes, quienes están sometidos a la negación del tiempo, a la individuación que sufren en la medida que cohabitan en el espacio escénico caótico de un apartamento, el que poco a poco se convierte en una pequeña cinemateca a oscuras como elección y aislamiento en respuesta al materialismo pragmático de la sociedad hiperconsumista.

¡Que viva la música! (1976)

Es su gran opus y merece un capítulo aparte en una próxima colaboración. La novela póstuma marcó a generaciones de jóvenes en las ciudades masificadas de Colombia durante las décadas de los años 80’s y 90’s. En la actualidad, Andrés Caicedo es una figura literaria y cultural de las letras y el cine criollo colombiano.

Caliwood

Sus compañeros, Carlos Mayolo, Ramiro Arbeláez, la aparición de Florina Lemaitre, Sandro Romero Rey, entre otros, y Luís Ospina (1949 – 2019) con el que creó la corriente de Caliwood, la mayoría han muerto dejando un conjunto de trabajos de gran valor para la cultura colombiana: Agarrando pueblo (1978); Pura sangre (1982) y Todo comenzó por el fin (2015).

El trabajo intelectual de estos jóvenes dinamizó la industria cultural del país y rompió el canon central bogotano permeando las estéticas de los nuevos creadores colombianos: ¡Perro come perro! (2008) de Carlos Moreno; Angelitos empantanados (1995) y Los diplomas (1997) del grupo Matacandelas dirigido por Cristóbal Peláez.

Referencias

Acosta, J. (2010). El teatro trasgresor de Andrés Caicedo. Icesi.

Caicedo, A. (2017). Teatro (1.ª ed.). Programa Editorial Universidad del Valle.

Caicedo, A. (1988). Destinitos fatales. Fundación Andrés Caicedo.

Carvajal, E. (2007). Estudio previo y edición critica de la obra narrativa y dramática del escritor colombiano Andrés Caicedo. [Tesis doctoral Filosofía y Letras]. Universidad de Granada.

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Olmer Ricardo Cordero Morales

Olmer Ricardo Cordero Morales

Pertenezco a la Generación Perdida que creció en medio de la guerra contra el narcotráfico en las décadas de los años 80's y 90's.

Me considero un "medellinologo", soy un investigador urbano que se ha dejado atrapar por una ciudad tan compleja, a la cual todos sus poetas y escritores mayores le han cantado con una profunda mezcla de amor y odio.

Desde muy temprana edad me entregué a la literatura que es mi pasión. A los quince años asistí al Taller de Escritores dirigido por Manuel Mejía Vallejo en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. A los 18 años ingresé a la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Colombia, allí empecé a participar en la actividad cultural y política de la ciudad, fundé junto con otros jóvenes ingenuos y soñadores grupos de poesía y teatro, también realicé documentales.

Soy egresado en Letras: Filología Hispánica, Universidad de Antioquia.

En 2015 gané el premio de Crónica: Belén sí tiene quien le escriba, con la obra “La calle, la esquina, el barrio”. Soy docente, periodista y corrector de texto y estilo. En 2018, publiqué la novela, La flor de los 80’s. En 2022, ocupé el segundo puesto en el IV premio de Relato Breve convocado por Las nueve musas, revista digital de España.

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