Ruta Nacional Nº 3 Km 21. A lo lejos, un abúlico descuido de hombres sobre pasillos perpetuos, una milla roja de camillas en fila, humedad y revoque, algunos vidrios rotos.
Todo habitante bonaerense sabe que estas son las coordenadas de algún tipo de desolación contra la que los médicos empujan su voluntad para ganarle otras vidas a la desidia. Un territorio donde los cascos antiguos de estancias aún resuman un esplendor de humo, de gauchaje bravo y de malones.
Cada uno de ellos conoce bien la intermitencia blanca del camino, el cordón que se vuelve amarillo y promete el fondo en la profundidad de los días, otra tierra única y austral; de La Matanza a Ushuaia las horas desfilan pulcras para el que se atreve al viaje. Para el resto queda una mirada de asfixia desde la sala de guardia que escamotea un porvenir de nubes y cordillera, que entrega una mañana con formol.
Este es el escenario, y el hospital, “el Paroissien”, en el populoso conurbano oeste de balaceras en la noche, cumbia, barro y asfalto; es aquí donde un muchacho ingresa herido. El desconocido tiene atravesado un vidrio verde, pero no es un fisura, y esta no será la madrugada de su muerte, parece que no tendrá el destino del otro cuyo horror fue leyenda. Una columna sobrenatural de lúmpenes lo protege, pues este sí es distinto. La policía bonaerense está pronta. Entonces la pregunta indemorable debe hacerse, ¿qué pasaría si un ser extraordinario nace en el contexto equivocado? Esta quizá sea la sustancia de Kryptonita de Leonardo Oyola (Random House, 2011).

Un relato polifónico que reconstruye la vida de Pinino, Nafta Súper, agonizante en el hospital interzonal de Casanova, y de su banda que es también una corte de seres sobrenaturales, una liga de la justicia vernácula plena en dones con problemas de jurisdicción: “Pero en Catán no nos funcionan los poderes”, pero también Kryptonita es la sorpresa y reticencia del doctor González que luego de tres largos días de guardia se encuentra ante un hecho extraño y ante un dilema moral, una enfermera que comienza a creer, una muestra de voces vívidas que traen a la realidad del Gran Buenos Aires la realidad de otros mundos, el elseworld de los cómics, un héroe posible, un pibe chorro inmortal.
Leonardo Oyola nació en Buenos Aires en 1973, es licenciado en Ciencias de la Información, crítico de cine y escritor de policiales, su novela Chamamé (Salto de página, 2007) obtuvo en el 2010 el Premio Dashiell Hammett al mejor policial en la XXI Semana Negra de Gijón. Otros títulos son Bolonqui (2014) Hacé que la noche venga (2012) Gólgota (2008) y el Tigre Harapiento (2005).
En diciembre de este 2015 el director Nicanor Loreti con guión propio y en colaboración con Camilo De Cabo, estrenaró Kryptonita: La justicia la liga, basada en su novela, con un elenco de actores que prometen un buen espectáculo. Juan Palomino (Nafta Super/Superman), Pablo Rago (El Federico/Batman), Nicolás Vázquez (El Faisán/Linterna Verde), Cremonesi (El Ráfaga/Flash) y Peter Capusotto, al elenco lo completan Lautaro Delgado (Ladi Di/Wonder Woman) y Diego Velázquez (El Tordo).
Desde el sur del Sur escribe Adriana Greco.
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