Una práctica recomendable es observar la obra de grandes fotógrafos. Y es muy normal que luego nos descubramos haciendo fotos al estilo de ellos.
Eso no significa que se trate de una copia (en mi opinión, copiar una foto implica un esfuerzo enorme, seguramente mayor que el que necesitó el autor para hacer el original). Tampoco es signo de mediocridad o de falta de creatividad. Se trata simplemente de influencias.
Por más que en nuestras obras utilicemos, intencionalmente o no, elementos de otros autores, siempre estarán sesgados por nuestro propio ojo, nuestra propia visión.
Podemos proponernos hacer una foto al estilo de fulano, pero de ninguna manera podemos proponernos hacerla a nuestro propio estilo. Eso lo hacemos siempre. Porque en realidad, todas las decisiones que arbitrariamente tomamos al hacer cada foto, es lo que las hacen diferentes unas de otras.
Pero nuestro estilo personal es justamente lo que ellas tienen en común. Nuestro estilo lo forman aquellos elementos que somos incapaces siquiera de cuestionar, por lo que no podemos tomar acción sobre ellos. Claro, nuestro estilo puede ir cambiando con el tiempo, en la medida en que nosotros mismos vayamos cambiando.
Hace algunos años, un amigo vio unas fotos colgadas en las paredes de un hall y dijo: «Estas fotos se parecen a las que hace Ariel». Luego leyó el cartelito que decía: «Fotografías de Ariel Till«. Evidentemente ya tenía un estilo reconocible.
Quizá alguno pueda identificar la obra de qué fotógrafo estuve viendo cuando hice esta foto…
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