Las nueve musas

¿Un nuevo vecino cósmico?

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Percival Lowell creador del término «Planeta X» y la respectiva hipótesis. Antes que él, otros como Jacques Babinet también creyeron en la posibilidad de un planeta transneptuniano

Vecino cósmico
Percival Lowell observando Marte desde el Observatorio Lowell

Todos aquellos que gritasteis “¡vendetta!” cuando se quitó a Plutón de la lista de planetas del Sistema Solar, todos los que siempre supisteis que “tenía que haber algo más” y todos los que amamos el cosmos en general… ¡enhorabuena! Pues un equipo de investigadores del Instituto Caltech de California (EE.UU.) ha decidido empezar el año a lo grande y parece que, con su último descubrimiento, lo está consiguiendo: un gigantesco planeta, desconocido hasta hoy, podría estar orbitando alrededor del Sol.

Aunque aún no hay nada seguro, los cálculos realizados por este equipo parecen indicar que este nuevo planeta sería del tamaño de Neptuno y su órbita estaría entre 600 y 1200 veces más lejos del Sol que la de la propia Tierra. Pero ¿cómo han podido “ver” estos astrónomos un planeta que, en realidad, nunca han llegado a ver? La respuesta es sencilla: por las anomalías gravitatorias de los objetos de su entorno.

Planetas enanos como Sedna y otros objetos transneptunianos (esto es, que están más allá de Neptuno), cuyo extraño comportamiento orbital difícilmente podría explicarse por medio de las actuales leyes físicas, son los primeros en arrojar las primeras pistas. Según las hipótesis del equipo de Caltech, estos cuerpos se verían afectados de algún modo por la masa del planeta misterioso, especialmente si éste está modificando su rumbo por la fuerza de la atracción gravitatoria.

Sin embargo, esta no es la primera vez que se habla de un planeta desconocido que orbita nuestra estrella, pues desde el siglo XX se ha especulado con la existencia de un Planeta X al que algunos han llegado a bautizar como Nibiru. A partir de aquí, la ciencia y el esoterismo se entremezclan de forma peligrosa y, durante mucho tiempo, los astrónomos, en un comprensible intento por desmarcarse de las proclamas pseudocientíficas, han defendido que más allá de Neptuno podría haber algo, pero no han querido posicionarse sobre si se trataba de un nuevo planeta o no.

Quizá por este mismo motivo el equipo de Caltech (capitaneado por Michael Brown, el responsable de que Plutón perdiese su condición de planeta tras el descubrimiento del planeta enano Eris, en el cinturón de Kuiper, estuvo trabajando en secreto en la búsqueda del Planeta X, a raíz de que uno de sus miembros descubriera hace dos años un objeto transneptuniano con una órbita extraña, incapaz de explicarse sin tener en cuenta la presencia de un planeta cuya masa estuviese influyendo sobre él.

De todos modos, este descubrimiento no deja de ser algo meramente hipotético, esto es, que no puede afirmarse de forma categórica que ese planeta misterioso sea realmente el responsable de esas raras órbitas y que éstas no estén causadas por algo ajeno a la presencia de cualquier cuerpo celeste. Como dijo el genial cosmólogo Carl Sagan: “parte de lo que impulsa a la ciencia es la sed de maravilla” pero sin dosis adecuadas de escepticismo y sentido común, podríamos caer fácilmente en las garras de cuentacuentos y extraterrestres.

Rocío D.C.R.


 

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