Las nueve musas

Religión, sexualidad y razón

Hablar de la sexualidad y la religión parece no tener puntos en común ni de encuentro, se cree que para ejercer la espiritualidad es necesario negar al cuerpo, esto provoca información falsa al decir, que una persona religiosa se ciega o niega a esta parte encarcelando a su cuerpo.

UNA RELIGIÓN SIN SEXUALIDAD Y SIN RAZÓN, NO ES RELIGIÓN

No se puede negar que durante varias épocas y  actualmente muchos piensan que la sexualidad es un “Pecado”, aunque si les preguntásemos el significado real del concepto quizá no sabrían responderlo, por otra parte, también percibimos que encierran este concepto en sólo un acto carnal sin comprender el universo que implica vivir una vida plena sexualmente.

sexualidadLa frase “El cuerpo es la cárcel del alma”, tiene un sentido dentro de la filosofía platónica y la doctrina maniquea,  y una importancia particular dentro de su fundamento filosófico, pero no tienen una adaptación lógica ni una relación directa con Dios, al contrario,  percibir la sexualidad de esta forma ha provocado en el  ser humano un alejamiento de Dios, particularmente en el interior de un porcentaje del pueblo cristiano, tanto de creyentes como dentro del Magisterio, quienes al asentarse en una época histórica, e ideas absolutistas de obediencia y poder no se  permiten salir de ella, ya sea por conveniencia o por ignorancia  provocando una separación y dejando a Dios en medio de dos polos, así tenemos a quienes  creen que el disfrute del cuerpo los llevará a un  infierno, y a quienes  toman este punto para satanizar y burlarse de una creencia y de la fe de quienes la ejercen.

Ambos puntos no tienen sentido, se debe comprender el momento histórico y evolucionar con dignidad hacia el conocimiento de uno mismo y por ende el del prójimo.

El Marqués de Sade, escribió !Ay de aquél que permita a su sexualidad ser encarcelada, porque se volverá un esclavo de sangre a favor del poder, pero Ay de aquél que permita que su sexualidad sea la voz de su espíritu y su razón!”, esta frase tiene un gran significado.   La sexualidad forma parte de la unidad humana junto con la razón y la espiritualidad, no ejercerla provoca que el cuerpo no esté completamente sano, de cierta manera no vivirla hace a un ser humano incompleto,  la fuerza de la sexualidad dentro del interior del ser humano es inmensa y si se le aprisiona creará en el interior violencia, agresión, y la persona sacará esta energía de manera salvaje, porque el hombre y la mujer estarán dispuestos a la guerra en cualquier momento, pero ejercerla en su extremo y sólo en un sentido de satisfacción carnal, llevará al ser humano a convertirse en un objeto de placeres instantáneos, en un instrumento desechable, ambos extremos convienen de sobremanera a los grandes poderes. Esto es lo que en gran parte denuncia Alphonse en sus obras.

La sexualidad va más allá de un encuentro para satisfacción de la carne, por esta razón, la castidad tiene un significado muy importante, pero de esto hablaré más adelante.

En la esencia de las religiones el ser humano es sagrado, esto implica que su totalidad es divinizada, no puede ser sagrada sólo una parte, no podemos  decir que consagramos al Espíritu si rechazamos a la razón y a la sexualidad. Cada uno de nosotros llevamos esta “trinidad” en nuestro interior la cual encuentra su analogía en la Trinidad no sólo de la religión cristiana sino  descrita en grandes religiones y mitologías,  como la Trimurti del Hinduismo, la cual expresa en el Tantra la sacralidad de la sexualidad.

En el arte escultórico de Kandariya observamos un repertorio espectacular de escenas eróticas, percibimos a hombres y mujeres  erotizándose con las divinidades, cada imagen se centra en la fuerza de la fusión entre el cuerpo y el espíritu, con la finalidad de buscar la Unidad, porque es en esta unidad donde reside la perfección divina.    A primera vista el templo en su exterior se encuentra lleno de estas imágenes, pero conforme se va adentrando se llega a   un espacio blanco y en Silencio, nos ha sido entregada la enseñanza del caminar del cuerpo al espíritu, y al salir, del espíritu al cuerpo, aprendemos en cada paso y sin  palabras que la sexualidad necesita del espíritu y viceversa.

De una manera similar y bella el Cristianismo enaltece la sexualidad, al hacerse Dios hombre, al engendrarse en una Mujer, el Dios cristiano no sólo dignifica a la mujer al otorgarle un lugar dentro de la sociedad, también nos recuerda que todo ser engendrado es divino.  No debemos olvidar que en la antigüedad, la mujer no tenía derecho a decidir, era un objeto y la humanidad, desde la perspectiva mitológica, era percibida por los dioses como un instrumento de divertimento, por lo que tomaban a las mujeres a su voluntad, las poseían y engendraban semidioses, en cambio, el Dios cristiano no antepone su deseo, envía un mensajero y pregunta a la mujer, quien acepta y dice Hágase en mí según tu palabra,  este hecho, tiene un significado divino porque le devuelve su lugar a la mujer dentro de una sociedad patriarcal que la ignoraba y que no la escuchaba, así esa aceptación resumida en un Sí con toda mi voluntad, le otorga el poder de ejercer su razón, su opinión, le da un lugar dentro de la sociedad  y sobre todo nos enseña que somos  divinos.  La Encarnación consagra la presencia de Dios dentro del cuerpo, lo engendrado en su interior a partir de dos, porque es a través del amor o el Espíritu Santo que el Yatzar, se hace presente, es decir el crear a partir del otro.

De igual manera, el judaísmo considera a la sexualidad sagrada y al cuerpo un Templo, porque en su unión la Creación de Dios continua manifestándose, y en el Islam, desde su misticismo consagra a la Mujer y la considera co-creadora, artífice de Dios porque Ella lleva en su vientre el milagro de la Creación donde cuerpo y espíritu convergen, por ello en el Sura de la Estrella, recitan Él crea de una gota cuando es eyaculada.

Para cada una de estas religiones la sexualidad es un fundamento base para acercarse a Dios, el problema y lo que nos aleja de ella, es oír frases sueltas y quedarnos con ellas sin profundizar en la belleza de las palabras “sagradas”.

La esencia de la religión es mística, con un camino para recorrer lentamente sin retroceder, tomando cada paso como semilla de la búsqueda, para sembrar conocimiento y cosechar sabiduría. El ser humano necesita conocerse a sí mismo encontrar pequeñas partes de sí entre miles de pasos para dejar huellas en su interior, estás huellas darán al cuerpo las palabras y el Silencio preciso para fundamentar su dialogo y su escucha con Dios y con los otros.

Todas las personas en nuestro recorrido de vida tenemos un camino divido en tres:

Infancia, Juventud, Madurez.

Si lo enfocamos a nuestro dialogo con el mundo tenemos otra división en tres:

Escuchar, Palabra,  Silencio

Desde la perspectiva de la filosofía, nos dividimos nuevamente en tres:

Yo, Alma, Espíritu

A partir de la sexualidad nos leemos nuevamente en tres:

Genitalidad, Sexualidad, Erotismo.

Desde nuestra espiritualidad y religiosidad otra triada.

Encuentro con Dios, Vida Religiosa, Misticismo.

Desde el Cristianismo tenemos una analogía en el significado de la Trinidad

Jesús, Dios, Espíritu Santo.

Es decir, el proceso de vida, racional, sexual, espiritual encuentra un sentido de Unidad dentro de la religión y está un sentido dentro de cada una de ellas, en resumen, todo en nosotros nos consagra como seres divinos racionales y sexuales.

Desarrollando esto en un cuadro queda de la siguiente manera:

INFANCIAJUVENTUDMADUREZ
BÚSQUEDACONOCIMIENTOSABIDURÍA
ESCUCHARPALABRASILENCIO
YOALMAESPÍRITU
GENITALIDADSEXUALIDADEROTISMO
ENCUENTRO CON DIOSVIDA RELIGIOSAMISTICISMO
JESÚSDIOSESPÍRITU SANTO

Este cuadro de manera sencilla intenta mostrar el proceso que tiene cada concepto en nuestra totalidad como seres humanos.

En la infancia escuchamos, observamos, buscamos, ejercemos nuestra genitalidad no sólo en el sentido sexual sino porque sólo existe el “Yo”, buscamos nuestra satisfacción, nuestro placer sin estar atentos del otro, también ahí tenemos nuestro primer encuentro con Dios, con el universo, con nuestra razón a través de nuestras preguntas.

En la juventud, la palabra es parte de nosotros, tenemos opinión, la ejercemos, en el conocimiento dejamos de vernos sólo a nosotros mismos, nos enamoramos y anhelamos  bienestar para otros, nos preocupamos y estamos atentos a otra persona. Nuestra “alma” se desarrolla, alma, es el desprendimiento del yo para estar al cuidado del otro, nuestra sexualidad encuentra un sentido en esa entrega, ya no es  placer propio sino amor. El camino es de dos.

En la madurez, el Silencio toma su papel, el tiempo procura a la vejez sabiduría para escuchar al otro y contemplamos. El Espíritu toma su papel y el erotismo se hace presente, ya no buscamos sólo nuestro placer, ni satisfacer a otras personas sino que ese Yo, esa Alma, busca sabiduría en el encuentro con la paz, la naturaleza, la tranquilidad, con Dios, con el universo, con la ciencia, con la razón, tenemos claro nuestro proceso de vida.

Así, en cada acto en el cual nos desprendemos de nuestro yo para darnos al otro estamos ejerciendo nuestra sexualidad, porque revelamos en nuestros actos todo lo que somos en sí mismos como humanidad, por esto aminorar la sexualidad a un acto de placer, es dogmatizarla, es como creer que la verdad se resume en un solo pensador, o que Dios sólo puede ser pronunciado con un nombre, sí, así como existen infinidad de pensamientos y maneras de pronunciar el nombre de Dios, la sexualidad tiene muchas formas de manifestarse.

No debemos olvidar que las religiones son algo más de lo proclamado por los Magisterios, las sociedades. Cada libro sagrado lo es porque nos dejan enseñanzas las cuales no tienen tiempo, siguen construyendo caminos éticos para hacer más sencilla la vida del ser humano, siguen teniendo un lugar en la historia de los tiempos porque la actitud del Hombre ha sido similar a lo largo de los siglos, porque sigue buscando lo mismo y porque también continúa perdiéndose en el abismo del poder, del egoísmo e intentando proveer al mundo de un sola verdad.

El ser humano es un ser religioso porque tiene creencias más allá de conceptualizarlas en una doctrina o nombrar al universo y la naturaleza con el nombre de algún Dios, lo es porque sigue normas y comportamientos, porque se reconoce en relación con otros frente a los cuales ejerce su razón y su sexualidad y porque en ellas se encuentra a sí mismo, y es en este encontrarse donde necesita momentos para estar en soledad, para escucharse, pensar, relajarse, rememorar, y es en el interior de cada uno de estos conceptos  donde toma sentido y significado la castidad, la cual no es una imposición, sino una necesidad del escuchar el Silencio del cuerpo.

La castidad no es un callar, porque esto lleva al ahogo, es un Silencio donde la Razón y la Espiritualidad escuchan y contemplan al cuerpo, donde la triada Razón, Espíritu, Cuerpo se fortalecen y expanden sus ramas convirtiendo a la castidad en la raíz, y al desarrollo y  búsqueda de cada una en el tronco.

En conclusión, no existe Religión sin sexualidad y sin razón, porque la unión de estas tres en nuestra humanidad  nos revela como seres Espirituales.

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Martha Leticia Martínez de León

Martha Leticia Martínez de León

Hermeneuta en Libros Sagrados y Lenguas Antiguas.

Maestra en Ciencias Bíblicas y Hebreo Antiguo. Maestrante en Estudios Judaicos por la Universidad Hebraica. Licenciada en Ciencias Religiosas por la Universidad Pontificia de México. Especialidad en islam por la Universidad de Al Azhar de El Cairo, Egipto.

Especialidad en el Pensamiento del Papa Francisco y el Libro del Apocalipsis por el Boston College.

Especialidad en Música Contemporánea (Piano-guitarra).

Generación XXXII de la Sociedad de Escritores Mexicanos (SOGEM).

Ha publicado treinta y siete libros en México, España, Estados Unidos e Italia en diversos géneros literarios y teológicos.

Conferencista a nivel internacional.

Creó y desarrolla la teología del Silencio y de la Carne la cual entrelaza con la investigación mística, científica y musical bajo el nombre de “Lectura gemátrica, pitagórica y cuántica del Séfer Bereshit 1-3 -Hashem se revela a través del Big Bang-

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