“Y a pesar de todo seguiremos porque no son ellos, sino los ciudadanos y ciudadanas, los que hacemos, en todos los sentidos, la cultura”, Edgar Trevizo
La obra de teatro más cara en México producida con financiamiento público, “La golondrina y su príncipe”, ha desatado un escándalo por el mal uso de recursos públicos y al final solo será recordada por la corrupción y el despilfarro.
El otorgamiento ilícito de $34.8 millones de pesos por parte de la gobernadora Maru Campos y del presidente municipal de Chihuahua, Marco Bonilla (ambos panistas), a la empresa AEFE Producciones de Alberto Espino y Federico Elías, ha causado indignación. Antes que nada por haber sido una adjudicación directa, de forma totalmente opaca, violando las leyes y reglamentos existentes para el ejercicio de dinero público, y luego porque estamos hablando de una cantidad estratosférica para una obra que nada más dará ¡12 funciones! Para rematar, la construcción de obra pública para esta repreesentación parece ser ilegal.
Los primeros en manifestarse en contra fueron artistas del estado como Hilda Nájera, Sagrario Silva, David Lauer, Felipe Nájera, Ernesto Medina, Carlos Alberto Durán, Katia Galán, Cristina Córdova, Carlos Urquidi Granados, Víctor Bello, Ángel Estrada, José Luis Ordóñez Sáenz, entre otros, la mayoría hoy aglutinados en el Movimiento Artistas, Creadores y Ciudadanía Vigilante, el cual es apartidista. En rueda de prensa, muchos de ellos hicieron un posicionamiento público donde señalan a Campos y Bonilla “de violar leyes y desviar el presupuesto destinado a múltiples programas culturales en todo el estado”, lo que representa una afrenta a los artistas de Chihuahua, de todo México y a la ciudadanía en general.
La indignación se viralizó y gracias a eso, artistas como Daniel Giménez Cacho, Ofelia Medina, Horacio Franco, Roberto Sosa, Luisa Huertas, Claudia Santiago, Joaquín Cosío y Samuel Sosa, entre muchos más, se han pronunciado contra este despropósito. Ni ellos ni nadie en su sano juicio comprende que se otorgue semejante cantidad para dar 12 funciones, cada una con un costo de casi ¡tres millones de pesos!
Pero resulta que esta no es la primera vez que ocurre algo así. En 2019 y siendo alcaldesa Campos, el empresario Alberto Espino puso en escena “Notre Dame de París”, un musical francés basado en la obra de Víctor Hugo, donde la inversión del municipio fue de $10,800 millones de pesos ¡y solo dieron ocho funciones! Al respecto, la artista, escritora y periodista chihuahuense Victoria Laphond cuestionó en redes: “¿Qué beneficio nos trajo “Notre-Dame de París”? ¿Cuál fue el impacto en la sociedad chihuahuense? ¿Por qué seguir con estos eventos de relumbrón, alejados de las verdaderas necesidades culturales del estado y municipio?»
Por si esto fuera poco, en 1994, la empresa Walt Disney demandó a la Compañía de Teatro Musical de Chihuahua, S.C., dirigida por el “Lic. Alberto Espino de la Peña” (sic), por plagiar “La bella y la bestia”. La empresa norteamericana exigió “una indemnización millonaria por haber presentado la obra sin obtener los derechos autorales ni pagar la cuota correspondiente”. En aquel entonces, el que era gobernador del estado, informó que su administración estaba mediando la demanda con Disney, quiso justificar la falta de pago por derechos de autor aduciendo que “no había tenido fines de lucro” (por ende, reconoció que la obra sí fue un plagio) y el gobierno asumió la defensa apoyando a Espino y a Elías.
A raíz del presente oprobio, la diputada de Morena, Leticia Ortega Máynez, presentó un exhorto al Congreso de Chihuahua para que informara sobre las fuentes de financiamiento y el procedimiento de adjudicación, sin embargo los diputados del PAN, PRI y PT rechazaron la solicitud, abonando solamente a la sospecha de las corruptelas que puede haber en este turbio asunto. Cabe señalar que, según La Parada Digital, la actual gobernadora es socia de Federico Elías.

Por su lado, la encargada de la Secretaría de Cultura del estado, Alejandra Enríquez Gutiérrez, lejos de apoyar a los artistas de Chihuahua y su justa demanda, declaró que la obra en cuestión “no será cancelada”. No sabemos con qué oscuros propósitos apoya esta infamia, cuando el dinero destinado a este musical equivale al 15% del presupuesto total de su institución.
Espino pretende justificar este atropello arguyendo que se trata de algo similar a “Shakespeare en el Parque”, un proyecto que lleva 60 años en Nueva York, sin embargo este se realiza principalmente gracias a donadores y diversos patrocinios privados. Y como el susodicho es megalómano y no conoce la modestia, afirma que su obra será “La más importante jamás vista” (sic). Ahora, tanto él como los otros implicados, Campos y Bonilla con sus delirios caciquiles, difaman y pretenden desviar la atención politizándola, acusando a quienes se oponen de ser agentes “morenistas” o del “crimen organizado corralista” (sic) cuando en realidad se trata de genuina indignación generalizada. Tratando de justificar lo injustificable, los argumentos que estos impresentables han dado para llevar a cabo el desfalco, son falsos, ridículos e insultan la inteligencia de cualquier persona.
Si existiera la justicia y la democracia en Chihuahua, la cantidad invertida en un solo proyecto se habría usado para rescatar los festivales y programas cancelados “por falta de recursos”, o se habría repartido entre los artistas del estado a fin de crear cientos de propuestas artísticas y culturales para los 67 municipios de Chihuahua. A su vez, se hubieran dado apoyos a artesanos y a creadores menos favorecidos, sobre todo a los independientes, que trabajan con escasos recursos, al margen de las instituciones y de los favoritismos, y casi siempre en la indefensión.
No, no existe justificación alguna para producir una obra con ese gasto desmedido. Derrochar casi 35 millones en un país donde hay grandes necesidades y enormes brechas sociales, es un insulto a la población. Decir que es un espectáculo de “primer mundo” denigra a todos los artistas y creadores nacionales. Financiar “superproducciones” no significa que tengan calidad o relevancia. Ser justo y democrático es repartir los recursos públicos entre muchos, no darlo a una sola compañía. Siempre valdrá más el arte y la cultura que un espectáculo vacío y ostentoso, como el de este caso, donde una oscura golondrina nació empañada por la ignominia y un patético príncipe, por el desprestigio.
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