La vida tiene tres caminos: largos, medios y cortos de manera semejante a la travesía del tiempo: Amanecer, Atardecer, Anochecer; a la división mitológica: Cielo, Tierra e Inframundo; a la edad del cuerpo: Infancia, Madurez, Vejez; al Crecimiento Sexual: Genitalidad, Sexualidad, Erotismo; al sendero hacia D/os: Cuerpo, Alma, Espíritu; con las etapas del Yo, Existencia, Vida, Muerte; con las etapas de la Mente: Yo, Memoria-Recuerdo, Olvido, entremezclados con Siete lenguajes: Corporal, Emocional-Sentimental, Instintivo, Sensorial, Racional, Sexual, Espiritual; los cuales se reflejan en los Siete Días de la Semana, los Siete Colores del arco iris, los Siete Chacras, los Siete Sabios, las Siete Moradas de Santa Teresa, los Siete Círculos de Thomas Merton y los siete Cielos, los cuales no sólo nos entrelazan con lo que somos sino que nos guían para comprendernos y al instante desconocernos, porque parte del sentido de la vida es extraviar lo encontrado para buscar, reflexionar, y olvidar el conocimiento en la expansión de la sabiduría.
El conocimiento, trazaron los grandes sabios, sirve para reconocer que, a diferencia de los animales, los seres humanos no hemos encontrado ese sentido de la Vida que fortalezca el sendero de la Existencia. Así está escrito en los Libros Sagrados, y lo recitan poéticamente los chamanes:
Los animales, la naturaleza, no razonan porque saben perfectamente quienes son, adonde van, en cambio los seres humanos, no tenemos claro quiénes somos ni a dónde vamos.
Por ello, al sentirnos confundidos, razonamos y nos preguntamos, ¿quiénes somos?, ¿qué somos?, ¿hacia dónde vamos? Sin embargo; el preguntarnos por el origen del ser nos muestra el inicio de nuestra propia búsqueda, la cual se fragmenta y se transforma en la pregunta supuesta de ese conocimiento que ha prostituido no sólo la esencia del significado de la Filosofía sino a la Sabiduría de la Contemplación para fundamentarse en teorías y escuelas, creando Sofistas que fundamentan, dogmatizan y confunden el saber con la buena memoria, con la repetición de palabras y contextos de quienes muestran la incomprensión del todo en ese lenguaje jerárquico que los nombra especialistas en algo o en alguien, ¿especialista?, ¿es esto posible?
Los seres humanos podemos ser estudiosos de todo lo existente en la Creación y de lo desarrollado por la propia humanidad, pero nunca especialistas, porque eliminaríamos el Misterio de lo que amamos, admiramos y contemplamos. Ser especialistas significaría acabar con lo Sagrado que en sí mismo lleva lo oculto de cada persona o la naturaleza, conlleva zanjar la sorpresa de conocer algo nuevo, y cierra el encuentro no sólo con nuestro pensamiento, sino con el del prójimo, con la creación y/o con D/os.
Esta postura, ha ocasionado imposiciones legales, doctrinales, académicas, filosóficas, y ha encarcelado a la Sabiduría para liberar a la Erudición, la cual ocupa al Conocimiento para dominar, impresionar, para crear líderes políticos, sociales, culturales y religiosos, para imponer ideas sin ideología al encerrar a las Palabras en conceptos, eliminando la universalidad de significados que cada vocablo contiene en sí mismo, y por ende alejando la reflexión, la búsqueda, y el encuentro personal con la Sabiduría.
Estas posturas creadas bajo el extremismo Sofista han existido en todas las épocas, pero ahora en la posmodernidad dominan, siendo las culpables de la creación de ídolos vacíos, sí, de quienes a lo largo de la historia han sido rechazados por los grandes sabios. Los ídolos y las imágenes, eliminan el misterio y la búsqueda de la Sabiduría, porque se entrega un pensamiento masticado y por ende impositivo e incomprensible porque únicamente se repite.
La educación moderna, basada en memorizar y no en comprender, no construye caminos para que cada ser humano se encuentre con la Sabiduría por sí mismo a través de sus propios lenguajes, tiempos y espacios, sino que dictamina comportamientos y estructura el pensamiento.
Los Grandes Sabios dejaron plasmado que cada ser humano debe de encontrar su Contemplación, su Silencio, sus Palabras, su Tiempo, su Espiritualidad, y la Sabiduría de su Eternidad al percibir y construirse con sus propios pasos, sentidos e instintos.
Cada persona tiene su corazón en el centro,
para que cada latido sea el puente que lo entregue al respiro de otra vida.
Dice el Talmud.
Los grandes Filósofos, Profetas y Sabios, Contemplaban, tenían discípulos, pero nunca impusieron sus ideas, observaban, escuchaban y desarrollaban una enseñanza ética a través de una historia, diálogo, parábola, permitiendo que quienes estaban a su alrededor encontrarán su propia respuesta por medio de su reflexión, e invitaban con ello a dudar, porque como dijo Ortega y Gasset, un maestro debe de enseñar a su alumno a dudar principalmente de lo que él le dice.
Cada ser humano debe encontrar y buscar apoyándose en otros, pero nunca tomar como suyo lo pensado por los demás, por ello en la Grecia Antigua se condenaban los dogmas y las doctrinas, porque estas señalan conceptos como verdades y no permiten dudar de ellas.
Los dogmas se imponen, eliminando la libertad de cuestionar o dudar cerrando el Conocimiento. De ahí, la importancia de la Dialéctica; los antiguos filósofos invitaban al dialogo, a conversar para que a través de esas conversaciones los presentes reflexionarán y se entregasen su propia respuesta.
En su esencia Cuatro de las Cinco Grandes Religiones juzgan estos dogmas, porque un dogma religioso prohíbe al creyente encontrar a D/os desde su propia espiritualidad. Una doctrina, impone y esclaviza al encarcelar su derecho y su libertad para encontrarse con la Sabiduría de D/os.
Ante esto muchos Sabios y Buscadores de D/os dijeron:
Cuando veáis a un hombre sabio, pensad en igualar sus virtudes. Cuando veáis un hombre desprovisto de virtud, examinaos vosotros mismos.
Confucio.
La persona sabia no ambiciona el poder y evita la opulencia, el lujo y la prodigalidad.
Lao Tse
No hay que confundir nunca el Conocimiento con la Sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir.
Más veces descubrimos nuestra sabiduría con nuestros disparates que con nuestra ilustración.
Oscar Wilde
La ciencia se puede aprender de memoria, pero la Sabiduría no.
Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado.
Napoleón I
Es así como dentro de este caminar humano donde la mayoría de las Leyes y Enseñanzas se rigen por dogmatismos e imposiciones de comportamiento, se encuentran saberes que nos abren caminos para Contemplar, Escuchar y encontrar la Sabiduría a través de lo que es cada ser humano, sin que ello provoque alejarse del otro.
Buscar la sabiduría es Contemplar y Escuchar, recordando la importancia del Shemá, de esa Escucha relacionada con el Corazón, -no de manera sentimental-, porque este órgano para la antigüedad de Oriente, y para la esencia de las Religiones representa el centro de la Comprensión.
Amarás a Dios con todo tu corazón, es decir, con cada uno de tus lenguajes, con todo lo que eres. Sólo así se puede llegar a la Comprensión y a la Sabiduría. Con Tú corazón, es decir, primero desde tu reflexión, desde Ti, sólo así se podrá Amar al Otro como a Uno mismo, así no se repetirán abusos, traiciones y homicidios, por ello, Jesús se enoja con los Mercaderes del Templo y los Expulsa.
El Evangelio de Juan 2, 13-22, dice: al acercarse la Pascua de los judíos, Jesús subió a Jerusalén y halló en el templo vendedores y cambistas, por ello, hizo su azote de cuerdas y los echó del Templo y dijo: “Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi padre un mercado. Entonces los judíos dijeron: ¿Qué señal nos das para actuar así?, y él respondió, “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”, los judíos replicaron, el Templo se levantó en cuarenta y seis años y tú, ¿lo levantarás en tres? Más él hablaba del Templo de su Cuerpo.
El texto anterior enseña que el encuentro con D/os habita en cada ser humano; construir el Templo implica que cada persona tiene su Tiempo, su Espacio y su Realidad para encontrase con D/os y su Sabiduría.
Los Mercaderes representan todas las ideologías y doctrinas que se anteponen en nuestro camino, que nos distraen con conceptos ajenos; y los Judíos simbolizan las Verdades Absolutas que nos imponen un comportamiento.
Jesús no quiere que en el camino hacia la casa de D/os haya Mercaderes que prostituyan nuestra esencia, quiere que nuestro encuentro con D/os sea puro, propio. Anhela y sabe la importancia de Construir un camino limpio al Templo-Cuerpo, para que cada persona Descubra y Contemple, sólo así este Misterio se expandirá de manera personal, y al mismo tiempo enseña que el Templo de D/os, somos Nosotros mismos, por ello, al final enfatiza el evangelista, Él no hablaba del templo de piedra, sino del Templo de su Cuerpo, donde se encuentra D/os, donde habita la Sabiduría.
El camino a ese Templo que somos debe de liberarse de todos aquellos que venden ideas, que nos distraen de nuestros pasos, que nos envuelven, de los cambistas que intercambian nuestras ideas por las suyas, de eso nos libera Jesús, y nos profesa que la vía hacia D/os, a su templo, debe de ser un sendero propio a partir del Conocimiento que otorga la Reflexión Interior, porque el Templo de D/os, su Casa, somos Nosotros mismos.
Por eso Jesús dice que Destruyan ese templo y Él lo construirá en Tres días, (reflejo de las triadas mencionadas anteriormente) porque ese templo de piedra edificado con los años, con la injusticia, con el poder, los dogmas y el dominio, es destruido fácilmente cuando se conoce a D/os a través de la propia espiritualidad, por eso se puede construir en tres días, porque basta sólo ese instante propio de Revelación del Misterio de la Sabiduría Divina para destruir lo impuesto.
La Vida tiene infinidad de senderos distribuidos en cada Ser Humano de manera diversa, porque la finalidad de la Existencia es Revelar que cada Palabra, Silencio y Acto tienen en sí mismos la belleza de lo desconocido, por eso, somos Diferentes, porque frente a la Infinitud y Eternidad del Universo se necesita la Diferencia, porque a través de ella podemos traducirnos como pequeños fragmentos del Misterio.
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