Si bien podemos asegurar que el caballo ha sido uno de los animales que ha jugado uno de los papeles más destacados en los conflictos bélicos a lo largo de la historia, no debemos olvidar que ha habido otros animales cuya aportación en las guerras ha resultado fundamental.
Como ejemplo, podemos poner el caso de los perros. Su participación se remonta al antiguo Egipto, existiendo testimonios que confirman ya su uso durante el reinado de Tutankamón (1334-1325 a.C.).
A lo largo de la historia los animales han acompañado a los hombres en combate, empleándose como medio de transporte, comunicación, vigilancia, elementos de ataque… son muchos los usos que se les han dado a lo largo de los siglos e inestimable su colaboración (forzosa) hasta nuestros días. Si nos fijamos en los principales conflictos vividos recientemente, nos encontramos con que cerca de 16 millones de animales ayudaron en la Primera Guerra Mundial, mayoritariamente caballos, mulas y burros, de los que 8 millones murieron en batalla.
La Segunda Guerra no fue muy diferente, murieron 50 millones de personas, la mayor masacre en la historia de la humanidad, pagando el reino animal también un alto precio entre unidades de combate, de apoyo al ejército, los de consumo humano, mascotas, símbolos y los de entrenamiento. Si bien no hay registros oficiales de víctimas, podemos dar como dato que durante los primeros cuatro días de la Segunda Guerra Mundial, más de 400.000 perros y gatos (un 26 % de los animales que vivían con sus familias en Londres) fueron sacrificados, o que las tropas norteamericanas consumieron a lo largo de la guerra 29 millones de vacas. Como resumen, podemos decir que en ambos conflictos armados, los animales sufrieron gran cantidad bajas por muy diversos motivos.
La Segunda Guerra Mundial supuso un paso más allá en el empleo de los animales para fines bélicos, de forma que perros, caballos, elefantes, palomas,… se convirtieron en los mejores amigos de los soldados, ayudando a los humanos incluso a costa de sus propias vidas. Su versatilidad, eficacia, disciplina, valor y lealtad, resultaron vitales para el éxito de muchas misiones, para la moral de las tropas y sobre todo, para salvar muchas almas, ya que fueron cuantiosas y muy diversas las labores desempeñadas por los animales.
El uso de los caballos en batalla se prolongó hasta la segunda guerra mundial, cuando camiones, tanques y metralletas comenzaron a hacer obsoleta la ayuda de los equinos. No obstante, esto no hizo que se desechara su aportación, siendo la carga de la caballería italiana en el frente ruso en 1942 (Isbuscenskij) un ejemplo de ello. Resultó una de las últimas veces en las que se utilizó una carga de este tipo de manera exitosa, un ejemplo de su utilidad cuando la situación reunía las condiciones propicias para su empleo. También se utilizaron en batalla de la misma forma otros animales como elefantes y camellos.
El transporte también ha sido uno de los campos en los que los animales han realizado una gran aportación. Caballos, burros y mulas viajaban por terrenos intransitables para los transportes mecanizados con el fin de entregar el material que se necesitaba en el frente (armas, municiones, y ayuda vital para las tropas). Fueron especialmente utilizados como una fuerza de transporte, por la artillería, ya que podían cruzar terrenos irregulares donde los vehículos quedaban empantanados, y resultaban muy eficaces para el cambio de posición de las baterías. Además, permitían trasladar a sus posiciones los convoyes con comida y las cocinas de campo. También se emplearon elefantes y perros trineo para esta labor, que llegaron a transportar cerca de 3.500 toneladas de municiones, e incluso, el ejército polaco se valió de un oso llamado Wojtek, en la famosa batalla de Montecassino (Italia). Durante la batalla, el plantígrado, que había aprendido que imitando a sus compañeros humanos a menudo se ganaba alguna recompensa, ayudó a transportar cajas de municiones, resultando una ayuda decisiva para que los aliados consiguieran tomar el enclave.
La asistencia a los heridos fue otra de las labores a las que se destinaron los animales, donde las ambulancias jaladas por caballos resultaron fundamentales para tratar a los heridos cuando el terreno resultaba de difícil acceso. En el desierto el traslado de muertos y heridos se realizaba con camellos, que podían cargar 2 hombres, uno en cada lado de la joroba. Los perros de trineo también participaron en esta labor, evacuando casi a 700.000 heridos durante la guerra. Además, con su olfato, fueron muy útiles en la búsqueda y rescate de soldados y civiles, así como llevando agua y medicinas a soldados que no podían ser socorridos por las ambulancias.
Los trabajos pesados no fueron una excepción, caballos, burros, mulas, bueyes y hasta elefantes fueron usados para construir caminos, vías de ferrocarril y para otras labores. Alemania por ejemplo, utilizó elefantes de circo para remover escombros pesados después de bombardeos.
En cuanto a las comunicaciones, resultaba obvio que era más sencillo para palomas y canes cruzar los campos de batalla, por lo que fueron entrenados para llevar mensajes. Los perros eran entrenados de forma que se acostumbrasen a los ruidos de las batallas para poder mantenerse enfocados en sus misiones en medio de la lucha. Su trabajo era crucial cuando las demás formas de comunicación fallaban. Durante la guerra, se transmitieron más de 120.000 mensajes por medio de los perros. Las palomas eran utilizadas tanto por aliados como por alemanes como correo dado su gran sentido de la orientación y resistencia. Su uso fue tan extendido, principalmente por los cuerpos de espionaje, que se recurrió a la cetrería. El MI5 tenía una unidad de halcones entrenados para interceptar las palomas mensajeras que sobrevolaban el canal de la mancha enviando mensajes de espías desde Inglaterra hacia la Europa ocupada. A parte de recopilar información útil para desenmascarar espías nazis, también se empleaban para ejecutar misiones de desinformación, haciendo llegar mensajes falsos mediante las palomas capturadas.
Los perros también eran empleados para labores de guardia, exploración y detección de minas. Su gran olfato y audición eran utilizados para la vigilancia de enclaves estratégicos como como vías de tren, puentes, instalaciones de defensa y tiendas de municiones. Alertaban de la presencia enemiga, y ayudaban a localizar minas y explosivos trampa. Esta última especialidad canina resulto de las más requeridas durante la guerra, descubriendo y neutralizando casi cuatro millones de minas, proyectiles y otras municiones.
Las misiones de sabotaje de puentes y trenes, así como las operaciones de comandos, se valían de animales para la consecución de las mismas. Los rusos adiestraron perros para destruir tanques y vehículos alemanes. Entrenados según el principio de Pávlov, se les enseñaba que encontrarían la comida debajo de los vehículos. Los canes iban equipados con una mochila de la que sobresalía un palo, que al ser presionado hacia abajo, detonaba una carga explosiva. El Ejército Soviético afirma que destruyó 300 tanques con este método, aunque otras fuentes dudan del éxito de esta estrategia, ya que los alemanes abatían los perros antes de que alcanzasen el blindado, el ruido y las explosiones de la batalla hacían que el animal huyese, y por último, al haber sido entrenados con tanques rusos, su tendencia era ir hacia estos, con lo que los propios rusos debían acabar con el perro.
Como medida de protección, los soldados cargaban en jaulas a ratones y canarios que eran usados para detectar la presencia de gas venenoso. Al abordar submarinos, empleaban gatos como detector de la pureza del aire y evitar los ataques con gas.
Los gatos también eran empleados para avisar de los bombardeos. Según se les erizase el pelo, su inquietud y maullidos, las personas eran conscientes del ataque. Mientras que los dispositivos humanos aún no habían detectado nada, los gatos ya advertían de la inminente amenaza.
Otra de las labores de los animales, era la de proteger las provisiones y el control de pestes. Después de la ruptura del sitio de Leningrado, además de los primeros suministros de alimentos, se trajeron gatos. Una necesidad imperiosa en una ciudad ocupada por las ratas. Del mismo modo, las condiciones higiénicas de las trincheras y las posiciones del frente, eran propicias para la generación y propagación de infestaciones y pestes, especialmente transmitidas por ratas que acudían atraídas por la existencia de alimentos. Los gatos y los perros se encargaban de mantener limpias de roedores las posiciones, así como también los barcos.
Pero los animales no sólo eran usados para trabajar, sino también como mascotas para mantener la moral de la tropa, y darles consuelo en los momentos difíciles. Generalmente se trataban de animales de la localidad extraviados o que se habían quedado sin dueño. Podían ser perros, gatos, cerdos, cabras, monos, y hasta leones y osos.
Para reconocer la enorme labor de estos animales, no solo se les concedieron ascensos, sino que también se instauró en 1943 la Medalla Dickin. Una medalla de bronce, adornada con una cinta rayada con los colores blanco, rojo y azul, en la que se puede leer “A la valentía” y “Nosotros también servimos”. Un reconocimiento que pretende rendir tributo a aquellos animales que con su esfuerzo, y en muchos casos con su vida, han ayudado al ser humano en épocas de conflicto. Desde 1943 hasta 1949, fueron 54 los animales que fueron merecedores de tal galardón (18 perros, 32 palomas, 3 caballos y un gato).
Son muchas los ejemplos que podríamos poner nombrar sobre las acciones de diferentes animales pero por desgracia son más las que han quedado en el olvido. Ejemplos que nos demuestran cuanto deberíamos aprender de los animales, de su generosidad, de su valor y lealtad. Es el caso del perro Dzhulbars, que neutralizó 7.468 minas y más de 150 proyectiles, también de Mujtar, el can enfermero que durante la guerra salvó a casi 400 combatientes heridos, incluido a su amo, el cabo Zorin, herido por la explosión de una bomba. También la paloma Paddy, que fue la primera ave que regresó al Reino Unido con información clave sobre el desembarco aliado el día D. Recorrió 515 kilómetros desde la costa francesa hasta la base militar de Hampshire en tan solo 4 horas y 50 minutos, superando tanto las adversidades climatológicas como evitando la intercepción de los halcones alemanes. El gato Slujach en San Petersburgo, avisaba de los bombardeos alemanes con mayor antelación que los medios humanos disponibles, lo que ayudo a salvar muchísimas vidas.
Pero no ha sido únicamente el caso de animales entrenados el que ha ayudado a los diferentes ejércitos en las contiendas, también se dan otros hechos en el que se han utilizado animales de otras formas. Es por ejemplo el caso del uso de la figura de los gatos blancos en Birmania. Este país, en manos japonesas, era un territorio estratégico para los ingleses, necesario para establecer bases aéreas y rutas para abastecer a sus tropas del pacífico. Con la amenaza nipona presente, los ingleses se encontraban con muchas dificultades para obtener la colaboración birmana por miedo a las represalias. Para vencer las reticencias, los británicos comenzaron a pintar gatos blancos en sus aviones, coches, carteles y uniformes. Al ser los gatos blancos una figura divina para los birmanos, creyeron que los dioses estaban de parte de los aliados y comenzaron a colaborar con ellos.
Otro de los casos curiosos durante la segunda guerra mundial, resulto el plan del SOE (Servicio de Operaciones Especiales) de usar explosivo plástico camuflado dentro de ratas muertas. La idea era enviar los roedores a Alemania y dejarlos en las pilas de leña y carbón, junto a las calderas, para que una vez descubiertos los lanzasen al fuego y explotasen, multiplicando los daños y sembrando el terror en todo el país. El envío fue descubierto por los alemanes, y aunque no produjo el efecto deseado, si afectó a la moral del enemigo que expuso los animales en todas las escuelas militares alemanas, e inició la búsqueda de cientos de ratas que creían distribuidas por todo el continente.
No fue esta ni mucho menos la única operación planteada con los animales como eje central, y quizás tampoco la más llamativa, ya que por ejemplo, los aliados también probaron a lanzar mulas en paracaídas para asistir a las tropas que saltasen detrás de las líneas enemigas. Ni que decir tiene que resultó un desastre. Cuando los soldados llegaron a la zona donde habían aterrizado las mulas, se encontraron con que un gran número de ellas tenían las patas rotas, por lo que hubo que sacrificarlas. Debido a ello, la misión fue desestimada.
Actualmente en Londres, se alza un monumento conmemorativo que recuerda no sólo a los animales distinguidos o condecorados por sus acciones, sino a todos aquellos caballos, mulas, palomas, perros… anónimos que, sin tener idea de porque habían sido arrastrados a los conflictos de los hombres, actuaron solamente movidos por la lealtad y el afecto. Un nuevo ejemplo que nos debe hacer reflexionar, y que sobre todo, nos debe servir para mejorar, para recuperar unos valores y una humanidad que nuestros amigos del reino animal nos demuestran en cada una de sus acciones.
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