Puede que resulte algo chocante juntar las palabras COVID y beneficio, pero lo cierto es que, tanto en pandemia como en las guerras, siempre hay algo o alguien que sale ganando, al menos más que el resto.
En este articulo os hablaré de dos lugares opuestos, pero con algo en común: su aislamiento. Islandia y Maldivas. El primero, un destino frío, montañoso, de paisajes imposibles, bellos y salvajes, el segundo, el paradigma del paraíso de playa, con enormes lenguas de arena blanca coralina, más de mil islitas perdidas en el océano Índico. Ambos, destinos multitudinarios en tiempos de pandemia.
Cuarentena, mascarilla, incidencia acumulada, confinamiento, test PCR, toque de queda, green pass, antígenos, formulario de salud, pasaporte COVID , lista roja, amarilla o verde… términos que hasta hace poco parecían sacados de una película de ciencia ficción forman parte de nuestro vocabulario del día a día, pero cobran especial importancia si nos planteamos hacer un viaje con el coronavirus de por medio.
En este contexto, hay algunos lugares que han salido ganando sobre los grandes destinos más habituales. Y lo han hecho por varios motivos, su baja incidencia, su laxitud con la entrada de turistas, pero sobre todo por su situación geográfica. Por que seamos realistas, quien decide hacer un viaje a día de hoy no tiene en mente caminar por las atestadas calles de una gran urbe o hacer colas de horas rodeados de multitudes frente a monumentos saturados. Se demandan lugares abiertos, al aire libre a ser posible, donde la molesta mascarilla sea innecesaria. Entre todo este lío de restricciones y permisos, hay dos destinos que han brillado con luz propia, y son bien distintos entre ellos.
El que más cerca nos queda a los europeos es la indómita Islandia.
Islandia, si me permiten la licencia, está de moda, otra vez. A buen seguro que sus geiseres, sus aguas termales, sus paisajes marcianos, inmensos y esplendorosos, sus volcanes o el carácter vikingo han ayudado a que esto suceda. Sin embargo, Islandia ya era así hace muchos años, y debemos tener en cuenta que los desorbitados precios para casi todo no ayudaban a los visitantes de países con rentas más mundanas. Tampoco la escasa oferta hotelera —a precios obscenos— o la practica nulidad de trasporte público entre regiones, que abocaban a la mayoría de visitantes a tener que alquilar un vehículo para moverse por el país. Eso sí, la red de campings es excelente y económica.
Quizás debemos buscar el origen de este resurgir en que fue uno de los primeros países en abrir sus puertas a los visitantes vacunados o en que su población sea de 350.000 habitantes en total —en un territorio de una cuarta parte del tamaño de España, aproximadamente— de los cuales casi la mitad viven en su capital, Reikiavik. Entonces… ¿Qué tenemos delante? Un país donde su atractivo es la naturaleza, con muy poca gente, perfecto para viajes en familia y que pone facilidades para cruzar su frontera. Resultado, un 600% más de turismo que el año anterior.
El segundo país que quería nombrar es Maldivas.
A priori, Maldivas no tiene nada que ver con Islandia. Hace calor, el turismo es fundamentalmente de playa, ya que es un país que “vive en el mar”, tiene una calidad de aguas como de fauna marina que podría ser catalogada como de las mejores del mundo.
Lo cierto es que, normalmente, el común de los mortales piensa en estas islas como el paraíso y el lujo, un lugar solo accesible para las carteras más potentes. En parte es cierto, pero no del todo. Maldivas consta de unas 1200 islas repartidas en 26 atolones, de las cuales algo más de 200 están habitadas, por lo que, pese a que es cierto que la mayoría son exclusivos resorts donde se disfruta del lujo y el exceso, existen opciones para todos los bolsillos. Incluidos los de cualquier mochilero.
Lo que no cambia, sea cual sea tu presupuesto, es que estarás en una isla diminuta perdida en medio del Índico, cuya capital, Malé, pasa por poco de los 100.000 habitantes.
¿Y por qué un destino de estas características tan peculiares se ha convertido en uno de los más visitados en este verano de 2021?
Volvamos a lo anterior, un país en el que se vive prácticamente al aire libre, donde las islas visitadas por los turistas raramente pasan de los 400 habitantes, aislado de masificaciones, donde se han puesto todos los cuidados para que el visitante sienta que se cuida su seguridad por encima de todo y, sobre todo…que una de las principales líneas aéreas europeas a fletado una nueva ruta que te lleva directo, sin escalas, a su capital, incluyendo en sus paquetes promocionales el alojamiento y la comida. All inclusive, all in. Premio seguro.
Personalmente, he disfrutado muchísimo de ambos destinos, y los recomiendo a cualquiera que esté pensando en visitarlos, pero ese no es el tema que me interesaba en este artículo. En este 2021 la gente ha vuelto a viajar, menos, pero lo ha hecho, lo que sí hemos podido observar es cómo las preferencias han ido cambiando. Tal vez sea para bien, creo que es bueno empezar a mirar hacia otros lugares más allá de Roma, París o Punta Cana y repartirnos mejor por el mundo. O quizás no. Eso solo el tiempo lo dirá.
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