Las nueve musas
Giorgio Caproni

El sentimiento de quien se queda. Giorgio Caproni

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Giorgio Caproni (Livorno, 7 de enero de 1912 – Roma, 12 de enero de 1990) fue uno de los más grandes poetas italianos del siglo XX. Su producción poética, que abarca desde el neorrealismo hasta el simbolismo, se caracteriza por una profunda reflexión sobre la condición humana y la naturaleza del lenguaje.

El poeta fue maestro de escuela primaria y visto su vocación fue definido por Paolo Mauri como «el maestro de los niños pobres» porque por su ideología política se sentía atraído sobre todo por la redención de los más desfavorecidos.

Para citar una anécdota, Giorgio Caproni mientras ejercitaba su profesión se comportaba como un niño entre otros niños y utilizaba métodos de enseñanza y de evaluación inusuales, curiosos, vinculados a la participación activa del alumno, a una horizontalidad didáctica que saltaba cualquier rigidez académica para crear familiaridad, complicidad y compartir el rol didáctico.

Por ejemplo los niños cuando entraban en el aula, encontraban a Caproni, tenso y preocupado, ya sentado en el aula e inmediatamente el maestro iniciaba a pedir ayuda. Decía: ‘¡Chicos, estoy arruinado! Hoy tenemos que estudiar las campañas de Napoleón y no me he preparado lo suficiente. Si el director de la escuela lo sabe, pierdo el trabajo. ¿Cómo puedo hacer?’.

Los niños, compadecidos del inteligente maestro, lo tranquilizaban y le respondían: «No se preocupe, maestro, le ayudaremos a estudiar a Napoleón». Te podemos leer el capítulo en voz alta, así si entra el director ve que estás preparado y no te pasa nada».

En otra ocasión los niños, al entrar al aula, lo veían muy ocupado y preocupado, mientras medía los lados de la pizarra con la cinta métrica y les decía: «Déjenme en paz niños, que estoy muy enfadado, el director quiere saber cuál es la superficie de nuestra pizarra y no recuerdo cómo calcularla. Y estimulando los niños uno de ellos gritaba «¡La Base por la altura, maestro!» y Caproni preguntaba : «¿Por qué?» Y así seguía estimulando a los alumnos con nuevas preguntas. Otra cosa que hacía era enseñar las divisiones con una especie de canción infantil, así los niños tenían la libertad para desarrollarse y aprender a su ritmo, con un modelo educativo que estimulaba la curiosidad y con estrategias pedagógicas orientadas a la autonomía del pensamiento.

Giorgio Caproni comenzó a enseñar en 1936, en Génova, y continuó haciéndolo hasta 1970, cuando se retiró a la vida privada. El poeta consideró su actividad de docente como una verdadera vocación. En sus registros escolares, publicados póstumamente, podemos leer su profunda atención a sus alumnos y su constante búsqueda de métodos de enseñanza innovadores.

El trabajo de Caproni muchas veces plasmó su poética y contribuyó a hacer de Caproni una figura compleja y fascinante. De hecho, su poesía a menudo está imbuida de referencias a su experiencia de docente. Caproni pensaba que los niños debían tener libertad para desarrollarse y aprender a sus ritmos y que para ayudarlos en este proceso muy importante era desarrollar sus capacidades de resolver problemas.

Giorgio Caproni

Vida y obra del poeta

Cualquier persona que se acerque a la poesía italiana no puede dejar de estudiar Giorgio Caproni. Giorgio fue un niño precoz, aprendió a leer solo y creciendo mostró una inclinación por la reflexión teñida de melancolía y gran propensión hacia la lectura. El primer encuentro con la Comedia de Dante, ilustrada por Doré, se remonta a los años en los que el poeta vivió en Livorno; la obra se distribuía en folletos que su padre compraba en los quioscos, en las gloriosas ediciones Nerbini. Y fue en Livorno donde el futuro poeta, crítico y traductor declaró que le había pillado el gusanillo de la literatura y escribió allí su primer cuento. El período genovés va de 1922 a 1929; Es interesante conocer los innumerables intereses del poeta: Estudiaba violín y composición con pasión. Fue durante esta actividad como músico que escribió por primera vez versos. Por un lado, estaba casi orgulloso de ello; por otro, le asaltaban las dudas. Hizo lecturas importantes, Machado, Lorca, Schopenhauer, pero también se dejó seducir por Verne y parece que tuvo predilección por las películas protagonizadas por Francesca Bertini.

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  • Caproni, Giorgio (Autor)

Para Caproni fue una gran riqueza poder confrontarse con muchos amigos de la época, por ejemplo el poeta y crítico Tullio Cicciarelli, el crítico y director Giannino Galloni.  En ese período se topó con ‘Ossi di seppia’ de Eugenio Montale, en la edición de 1928. Leyó a Cardarelli, apreció a los poetas de la Riviera de Liguria, primero Camillo Sbarbaro, luego a Ceccardo Roccatagliata Ceccardi, Mario Novaro Giovanni Boine. Las verdaderas fuentes de su musa inspiradora, sin embargo, fueron los poetas de los orígenes, desde los sicilianos hasta los toscanos antes de Cavalcanti. En 1939 se trasladó definitivamente a Roma y en ese contexto su poesía algunas veces fue rechazada, pero el poeta no se rindió, leyó mucho y estudió. Tenía una relación binaria con el lenguaje: confianza, amor, terreno para el experimentalismo, pero también una herramienta insuficiente y engañosa, de alguna manera siempre inadecuada.

Obras principales de Giorgio Caproni

El primer volumen de poesía de este autor se publicó en 1936: «Come un’allegoria»; luego publicó «Ballo a Fontanigorda» en 1938, «Finzioni» 1941, «Cronistoria» 1943, y nueve años después, en 1952, «Stanza della Funicolare». Con Garzanti imprimió «Il seme del piangere» (1959) y, en 1965, «Congedo del viaggiatore cerimonioso & altre prosopopee. En 1968 llegó a Einaudi con el «Tercer Libro» y otras cosas; regresó a Casa Garzanti con «Il Muro della terra» (1975), «Poesie» (1976). Y tenemos «French Grass» (Origine, Luxemburgo, 1979), «L’ultimo Borgo», editado por Giovanni Raboni para Rizzoli. Bur – 1980, » Il franco Cacciatore» (de nuevo Garzanti, 1982). Para prosa: «Giorni Aperti» (Cartaggi di oggi, 1942), «Il gelo della mattina» (Sciascia, 1954).

Il Conte di Kevenhüller (1986).

El poeta tuvo también una intensa actividad como traductor, tradujo, entre otros, a Proust, Maupassant, Genet, Char, Apollinaire, Cendrars, Busch, Frénaud. La poesía de Caproni alcanzó la máxima madurez expresiva y tensión mental; muy capaz de conciliar la tradición culta con la espontaneidad y la asimetría del habla,  pero no le faltan arrebatos irónicos y viajes, que caracterizan una «alegría desgarrada», que contribuyen a convertirlo en un hombre simbólico. Recomiendo a todo el mundo la colección póstuma «Res amissa» (1991, Garzanti). La poesía hermética di Giorgio Caproni es el resultado de una búsqueda estética, vital, consistente, despiadada a su manera y siempre sorprendente por su vitalidad, tanto explícita como sobre todo implícita esencial, que deja a veces un aire de ambigüedad o incluso de imposibilidad de comprensión. Caproni  concentró su esfuerzo y  se preocupó de redicir la lírica a la pura imagen, a la pura emoción. Sus palabras prefieren una construcción conceptual completa a las ideas intelectuales. El poeta eligió  expresarse con composiciones breves, donde poder hacer triunfar su punto de vista y donde poder dejar brillar su capacidad incisiva.

Generalizando

«Todos recibimos un regalo.
Después ya no nos acordamos
ni de parte de quién, ni qué cosa sea.
Solamente conservamos
– penetrante y sin amnistía –
la espina de la nostalgia.»

Generalizzando

«Tutti riceviamo un dono.
Poi, non ricordiamo più
né da chi, né che sia.
Soltanto ne conserviamo
– pungente e senza condono-
la spina della nostalgia.»

Este poema habla de los regalos que cada uno de nosotros recibe y que luego, inevitablemente, olvida. Los regalos a los que se refiere el poeta no son materiales. Son sentimientos, recuerdos, vivencias, manifestaciones de afecto, el amor. El problema es que luego olvidamos, distraídos y quizás egoístas, quién nos lo dio. Seguramente con estos pocos versos el poeta nos lleva a pensar al hecho de cómo muchas personas pasan por nuestras vidas de forma sorda y ligera, de cuantas veces nos dejan un regalo y como continuamos sin darnos cuenta de su importancia.

Este poema es parte del último manuscrito del poeta que quedó inacabado y que después fue editado por Giorgio Agamben, publicado póstumamente en abril de 1991 por Garzanti, con el título Res amissa.

«Si no volviera
sepan que nunca me he ido

Mi viaje ha sido un quedarme
aquí, adonde nunca fui.»

 

«Se non dovessi tornare,
sappiate che non sono mai partito.

Il mio viaggiare è stato tutto un restare
qua, dove non fui mai.»

 

«No maten al mar,
a la libélula, al viento.
No reprimas el lamento
(¡el canto!) del manatí.
El gálago, el pino:
también de esto está hecho
el hombre. Y quién para obtener ganancias viles
fulmina un pez, un río,
no lo nombres caballero
del trabajo. El amor
acaba donde se acaba la hierba
y el agua muere.
Donde
el bosque desapareciendo
y el aire verde, quien queda
suspira en el cada vez más amplio
país defectuoso:
Cuán bella
podría volver a ser,
desapareciendo el hombre, la tierra.»

 

«Non uccidete il mare,
la libellula, il vento.
Non soffocate il lamento
(il canto!) del lamantino.
Il galagone, il pino:
anche di questo è fatto
l’uomo. E chi per profitto vile
fulmina un pesce, un fiume,
non fatelo cavaliere
del lavoro. L’amore
finisce dove finisce l’erba
e l’acqua muore.
Dove
sparendo la foresta
e l’aria verde, chi resta
sospira nel sempre più vasto
paese guasto:
Come
potrebbe tornare a essere bella,
scomparso l’uomo, la terra.»

Este poema Quasi-ecological Versicoli, pertenece a la colección Res Amissa y trata sobre la relación entre el hombre y la naturaleza. En particular, en la primera parte Caproni advierte al hombre, invitándolo a no devastar el medio ambiente y a no glorificar a quienes no respetan la flora y la fauna con fines de lucro. De hecho, también a nosotros nos llegará lo peor: si no hubiera más plantas, el hombre ya no podría vivir, y en el caso que el hombre se extinguiera, el mundo sería mejor. Podemos pues dividir el poema en dos partes: la primera es una advertencia, mientras que la segunda es una comparación entre el mundo con o sin el hombre. El contenido de la letra se puede vincular al título de la colección, ya que la naturaleza está casi perdida y el hombre se muestra indiferente a ello. Las crueles acciones del hombre quedan subrayadas por verbos como matar y asfixiar, casi como si los elementos naturales estuvieran personificados. ¿Pero por qué esta crueldad? Sencillo: únicamente con fines de lucro, independientemente de las consecuencias, lo que sólo conducirá a un «país cada vez más grande y arruinado».

«Yo también lo intenté.

todo fue una guerra
de uñas. Pero ahora lo sé. Nadie
podrá nunca perforar
el muro de la tierra.»

«Ho provato anch’io.

E’ stata tutta una guerra
d’unghie. Ma ora so. Nessuno
potrà mai perforare
il muro della terra.»

El poema Anch’io, que forma parte de la colección «Il muro della terra» (1975).

«Amor, que herido está.
el siglo, y qué solos estamos
– tú, yo – en la grisura
que no tiene nombre. Terminado
el tiempo del ruiseñor
y del león. El blasón
está roto. El unicornio
huella no ha dejado
en el suelo: la Sombra, está en el corazón.»

«Amore, com’è ferito
il secolo, e come siamo soli
– tu, io – nel grigiore
che non ha nome. Finito
è il tempo dell’usignolo
e del leone. Il blasón
è infranto. Il liocorno
orma non ha lasciato
sul suolo: l’Ombra, è in cuore.»

(De poemas y cartas para su esposa)

«Suspiro

Ah, poesía, poesía
Tristísima copia de palabras
y fuga del alma mía.»

«Sospiro

Ah poesia, poesia.
Tristissima copia di parole,
e fuga dell’anima mia. »

 

¿Cuántos se han ido…?
Cuántos.
Qué queda.
Ni siquiera
el soplo.
Ni
el rasguño del rencor o la mordida
de la presencia.
Todos
se fueron sin dejar rastro.
Como
no deja rastro el viento
sobre el mármol por donde pasa.
Como
no deja huella la sombra
en la acera.
Todos
desaparecieron en el polvo
confundido en los ojos.
Un zumbido
de voces partidas, casi
de hojas sin aliento
detrás del cristal.
Hojas
que solo el corazón ve
y que la mente no cree.

Quanti se ne sono andat
Quanti.
Che cosa resta.
Nemmeno
il soffio.
Nemmeno
il graffio di rancore o il morso
della presenza.
Tutti
se ne sono andati senza
lasciare traccia.
Come
non lascia traccia il vento
sul marmo dove passa.
Come
non lascia orma l’ombra
sul marciapiede.
Tutti
scomparsi in un polverio
confuso d’occhi.
Un brusio
di voci afone, quasi
di foglie controfiato
dietro i vetri.
Foglie
che solo il cuore vede
e cui la mente non crede.

(da Il Franco Cacciatore, 1973-1982)

Giorgio Caproni
Giorgio Caproni

Consideraciones personales

Siento una atracción particular por y su poesía, que leo cada vez que las lecturas más recientes me decepcionan por su carácter prosaico y la ausencia absoluta de canto. Creo que la cosa que más me atrae de sus versos es la amargura generalizada que exprimen. Amargura determinada por acontecimientos familiares y por un Dios buscado y nunca encontrado. Caproni es un poeta que algunos apresuradamente definieron como ateo cuando en realidad el hombre era profundamente religioso y siempre estaba en busca de un Dios inalcanzable.

Es al hombre pietà que define estos versos:

Más que triste

¡Qué triste está el poeta!
Nadie está más triste que él.
Giorgio Caproni, boca de media luna
que se encuentra con las esquinas dobladas,
ojos oscuros como estrellas muertas
que atraviesan las encrucijadas veloces del remordimiento.
Ojos grandes de sentimentos
adornados con flores
inventadas para distraer
el niño que pierde el papalote
por esa calle en la que se pierde el cielo.

Yuleisy Cruz Lezcano

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