Las nueve musas
Pedro Nel Gómez

El Americanismo en la obra de Pedro Nel Gómez

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(…) Esperamos que toda América, y cada región conserve y perfeccione todas sus actividades de carácter original, sobre todo en las artes: las literarias, en que nuestra originalidad se afirma a cada día; las plásticas, tanto las mayores como las menores, en las que poseemos el doble tesoro, variable según las regiones, de la tradición española y de la tradición indígena, fundidas ya en corrientes nuevas (…)
Pedro Henríquez Ureña: La Utopía de América. (1925).

Pedro Nel Gómez
Pedro Nel Gómez

Pedro Nel Gómez: Anorí, 1899 – Medellín, 1983. Ingeniero, arquitecto, pintor, escultor, docente universitario entre otras actividades, por ejemplo, pintó más de 3000 obras en las que se destacan sus murales en agua fuerte. Reconocido como el principal pintor americanista colombiano.  Diseñó los planos de los barrios Laureles y zona norte de Aranjuez, en el nororiente de Medellín.

Es evidente el gran peso que ejercía la corriente americanista en Pedro Nel Gómez –PNG- en aspectos como lo ideológico, lo cultural y lo estético; plantearlo descriptivamente sería hablar de “verdades de Perogrullo”, sin embargo, hay que alejarse del discurso exacerbado y romántico que despierta en nuestra comarca el genio y su obra para, permítase el término coloquial, esculcar minuciosamente los diferentes matices y contrastes del pensamiento universal y la correspondiente actividad americanista de PNG, que serán apreciados en mayor medida como la gestión de un intelectual.

Para alcanzar tal propósito se tiene en cuenta la correspondencia epistolar que permite explorar esa relación dialéctica entre el individuo y su grupo generacional que perseguía el desarrollo de una nación portadora de la identidad colectiva y productora de una cultura autónoma que diera muestras de su gran conglomerado humano. Otro cuerpo documental que responde a la inquietud por la génesis del pensamiento americano es su biblioteca personal porque a través de esta se observa la conexión cercana con los conceptos científicos universales; la apropiación y depuración de estos, para aprehender y estructurar un mundo propio, lo cual puede corroborarse en las ideas que quedaron fijadas por el intelectual a través de textos escritos, de entrevistas concedidas y conferencias impartidas a lo largo de su vida.

Grupo generacional e influencia intelectual

Pedro Nel Gómez a los catorce años de edad escribía a su padre el 6 de agosto de 1913 las siguientes líneas que dan muestra de su dedicación: “primero le diré que la carta que le escribí no merece tantos aplausos aunque sí he aprendido algo en el colegio”, luego señala que: “estoy tan aburrido por los asuetos tan largos hasta el 15 de septiembre”. Lo anterior continua a lo largo de su vida octogenaria y muestra de dicha pasión lectora son los textos centenarios que aún se conservan en la Biblioteca Giuliana Scalaberni que está al interior de la Casa Museo, ubicada en la parte baja del barrio Aranjuez de Medellín: dichos documentos demuestran el nexo recurrente entre los hombres de letras y la política que se daba a inicios de Siglo XX:

La Revolución Radical en Antioquia, (publicada en Bogotá, en la imprenta Gaitán por el año de 1880); Las Disquisiciones filológicas de Rufino José Cuervo; Los sueños de Luciano Pulgar de Marco Fidel Suárez; Fuego Graneado, de Antonio José Restrepo; Historia de la literatura en la Nueva Granada de José María Vergara y Vergara; Al Araaf de Edgar Alan Poe; Escritos varios de Salvador Camacho Roldan; Profesión de Fe; de Eugenio Pelletan; Aventuras maravillosas de Tartarín Tarras, escrita por Alfonso Dandent; Variedades de Rafael Merchán;  Actualidades de Antonio Robayo; Documentos Militares y políticos, escrito por Carlos Adolfo Urueta, (Bogotá, 1904); Anales de la Revolución 1857 – 1862, escrito por Felipe Pérez; Defensa ante la nación de los actos de gobierno, de José Rojas Garrido; Obras de Juan Ramón Jiménez. El tribuno de 1810, de Adolfo León Gómez. (Bogotá, 1910); Los Providenciales de José María Vargas Vila; Misceláneos de José María Obando, (1837); El Descubrimiento de América de Luís Navarro Calvo, 1892, (adquirido en la librería Manuel J. Álvarez).

La correspondencia epistolar entre Pedro Nel Gómez y su padre, Jesús Gómez González, inicia a partir del 26 de julio de 1912; el artista que cumplía trece años manifestaba un fuerte compromiso con su formación integral y el deseo por incursionar en el mundo de la pintura. Para mejorar la calidad de su redacción, al parecer, Pedro Nel estudiaba las Lecciones de Lengua Castellana, de Bruño. En cuanto al entorno lector, Jesús Gómez y Juvenal Gómez concuerdan con el perfil de letrados modernos, que fue descrito por Ángel Rama en La Ciudad Letrada. Pues, ambos transitaban hacia la modernidad y eran hombres interesados por el estudio de las leyes, también estaban comprometidos con las ideas liberales de su época. Los libros que Pedro Nel conservó de su etapa familiar pueden ser reconocidos fácilmente por las firmas de padre y hermano: las siguientes líneas escritas por Jesús Gómez González dan una idea del carácter del “joven Pedro Nel que es juicioso y persona discreta, que aspira como hombre de valor y de estudio, dar lustre a su patria”.

Los responsables directos en su entorno familiar, como lo recordó PNG en 1981, fueron su tía doña Rosenda Agudelo y su padre don Jesús Gómez González –JGG-. En el medio social aparecen sus amigos, el escritor Efe Gómez y el filósofo Fernando González. Pedro Nel expresó inmensa admiración y respeto por ambos, así lo indica la siguiente cita:

 Con Efe Gómez y Fernando González viví intensas horas de pasión intelectual y nacionalista. Don Efe vivió la vida de las minas y nos narró su crónica de horror y de hechicería. Hay mucha plástica en sus cuentos (…) Carrasquilla dijo que él no escribía propiamente sino que pintaba con cuatro pinceladas. Fernando González tenía para ver las cosas del arte y la literatura, la agudeza de los filósofos vitalistas de todas las denominaciones (1981, p. 17).

PNG proclama a través de sus estudios para la ejecución de murales al fresco, esculturas y acuarelas, la necesidad de plasmar un pensamiento americano que fue heredado desde los primeros años de manera oral y literaria.

Para 1923 ha culminado el ciclo de formación profesional: Bachiller del Liceo de la Universidad de Antioquia e Ingeniero de la Escuela de Minas, de la Universidad Nacional de Colombia, por demás, su rigor personal lo hace un hombre de altas aspiraciones artísticas e intelectuales y ante la estreches del medio medellinense decide radicarse en Bogotá. Hasta 1925 participa activamente de la vida cultural capitalina, sobre todo de la tertulia intelectual del Café Windsor, en la que participaban el novelista José Eustasio Rivera, el caricaturista Ricardo Rendón y el poeta León de Greiff. De este periodo sale “Homenaje a Rendón” (1933). Uno de los retratos más notables de la estrecha relación entre los hombres de letras y el arte colombiano por aquel periodo.

Medellín
Homenaje a Rendón (1933). Autor: Pedro Nel Gómez

Ángel Guido describe el ambiente de tertulia que encierra el retrato:

La bohemia apretada en licores, mujeres, ilusiones y esperanzas, con la soñada Estación terminal: La Fama, el Café Winsor, Calle 23, Carrera Séptima “El boom y la Coupole” de Bogotá. José E. Rivera solía juntarse con el grupo anarquizado de soñadores poetas, pintores, caricaturistas, novelistas, periodistas, historiadores. En el cuadro de Pedro Nel titulado “Homenaje a Rendón”, aparecen los habituales parroquianos del “Windsor”: Rafael Maya, Eladio Vélez, Tomás Carrasquilla, José Restrepo Jaramillo, Pedro Nel Gómez, Guillermo Valencia, León de Greiff, Luís Tejada, Ricardo Rendón, Jorge Zalamea y Efe Gómez (1940, p. 7).

 Pedro Nel comienza su ciclo florentino a partir de 1925 cuando parte de Bogotá en barco hacia Holanda. El artista en su experiencia de cinco años por el viejo continente alcanza a desarrollar todo el potencial convirtiéndose en un maestro del arte plástico. Para el año de 1930, procura el intelectual abrirse camino en el escenario del arte europeo, sin embargo, en la medida que el proceso formativo se consolida, la escasez de medios económicos lo obligan a pensar en su retorno a Colombia.

Esta posibilidad lo desespera: el artista, ya cercano a cumplir los 30 años, le manifiesta a su padre en carta del 19 de septiembre de 1927,

[…] en resumen no hay en Colombia ni un coleccionista que compre un cuadro, ni quien tenga una biblioteca, ni quien escriba un libro, ni si quiera una aritmética para escuelas primarias (…) y lo más triste es que no hay quien conciba o desee otra vida diferente de esa vida nuestra en la Colombia de Bolívar, una vida tan semejante a la de una gigantesca prendería donde los sueldos fabrican las inteligencias y el saber (PNG).

  La soledad y la pobreza que padeció Pedro Nel en el medio europeo lo hacen sentirse más conectado con el hombre humilde de Latinoamérica; después de largos años de lucha ya es hora de que deje de pensar en sus intereses particulares y empiece a concebir un arte reivindicativo que hable del hombre colombiano, que hable de la sociedad y la potencia cultural del país. Su padre, meses más tarde, en respuesta a la carta de 1927, así se lo hace saber:

Yo siento mucho no estar de acuerdo con usted en cuanto al modo de apreciar las cosas de la patria y los hombres que hoy forman el conglomerado nacional. El porvenir de la humanidad está en América y sobre todo en la América Latina, que a la vuelta de medio siglo será un emporio de progreso. Entre los países americanos ninguno supera, en sus grandes perspectivas de civilización y de crecimiento, a la patria nuestra (JGG).

Don Jesús Gómez González envió la carta acompañada con un número de la Revista Universidad, de la cual, le sugiere a su hijo la lectura de “América tierra firme”. Artículo publicado por Germán Arciniegas, reconocido americanista colombiano. Al parecer, todo este hervor expresado en la carta fue influenciado por la visión histórica del intelectual bogotano. Por aquel entonces, Pedro Nel Gómez cuenta con 30 años, ya había adquirido una formación occidental de alta cultura, como lo comentó años más tarde el periodista José Manuel Jaramillo, en la Revista Tradición (1935):

Pedro Nel representa, en suma, el tipo acabado de intelectual en servicio de una causa artística. Posee amplias nociones de geometría, sociología, arquitectura, historia, anatomía y estética. Es, además, el revolucionario temperamental que dispone de una fina sensibilidad analítica. En sus frescos intervienen diversas formas de la cultura moderna y muchas de sus figuras tienen la expresión humana de algunos de los pasajes de “La divina comedia” y la influencia de los libros de Dostoievski, como apuntara un amigo del pintor ante el grupo de los anútebas (1935, p. 15).

PNG seguirá alimentando esa gran cultura hasta el último de sus días. Su trabajo y dedicación recaen en el fortalecimiento cultural del medio latinoamericano, que esperaba sediento el aporte valioso de cada uno de sus hijos más avanzados. Después de su largo periodo en Florencia, Italia; PNG reconoció públicamente que existía en Colombia la necesidad de un Movimiento Artístico Nacional que fuese de la mano con la propuesta que ya había trazado la literatura regional; “como lo ha hecho Carrasquilla en la literatura” dijo en entrevista publicada en El Heraldo de Antioquia, además complementó: “así se forma el artista propio, el que interpreta la idiosincrasia del pueblo” (1934, p. 17).

Lo anterior permite preguntarse: ¿Cuán significativa resultaba ser la tradición oral en un grupo de letrados conformado entre muchos otros por: Efe Gómez, Tomás Carrasquilla, Jesús Gómez González, Fernando González y León de Greiff?

De este grupo, Pedro Nel Gómez afirmaba décadas más tarde que: “eran un grupo importante de escritores y de artistas que trabajaban en concierto, tratando de darle forma y expresión a su sociedad y al mundo en que vivimos” (1984, p. 9).

Usando el concepto de Ángel Guido para el caso argentino, en su libro El Redescubrimiento de América en el arte. Puede decirse que los anteriores son un grupo de hombres culto-telúricos, como lo explica Guido: “existe entre el hombre culto-telúrico y el hombre del pago una suerte de cordón umbilical singularísimo”, ya que ambos, concluye Guido: “comparten la misma cosmovisión, son el mismo hombre, la misma alma y tierra” (1941, p. 222).

El grupo de letrados antioqueños por lo tanto concuerda con la explicación de Guido. Pues aquellos hicieron parte del mundo rural hispanoamericano y participaron directamente de las actividades extractivas en la agreste ruralidad antioqueña. Además, manifestaron una conducta alejada del escenario de intercambio artificial que es tan común en las grandes ciudades. Por el contrario, manifestaron con gran orgullo ser portadores de la idiosincrasia de su pueblo. Así, unidos con la naturaleza, con la acción muscular que imprimieron en ella para intervenir y transformar el medio que les circundaba, aquellos hombres culto-telúricos imantaban la palabra con cierta creencia empírica. Al fin y al cabo hijos del positivismo de su época, o como lo señala Ángel Guido en su ensayo titulado, Pedro Nel Gómez el pintor de la patria; destinatarios de “cierta cosmovisión de una época demasiado ilusionada en la felicidad que creyeron, quizás al alcance de la mano” (1956, p. 2).

El Americanismo

El Americanismo, en primera instancia, para Pedro Nel Gómez implica una actitud, más bien un “activismo americanista” frente a la realidad material y el orden político – social, así lo señalaba el artista: “pero debimos empezar por la protesta social, por la solidaridad con el nuevo país que empezaba a enderezarse de su postración centenaria” (PNG). Cómo lo documentan Diego Gómez y Carlos Uribe; pintar como un americano en Colombia resultó para Pedro Nel Gómez, al igual que para su antecesor Francisco Antonio Cano, salir en defensa del derecho al trabajo, después sí, plantear la defensa de la expresión de lo propio y lo autóctono. Dicen Gómez y Uribe que en este sentido “la nueva estructura de valores de la ciudad confía más en lo foráneo que en lo propio” (2002, p. 10).

En un inicio el leit motiv fue tomar los medios de expresión artística para el desarrollo de la cultura nacional, ya que la elite política y cultural colombiana privilegiaban el trabajo de los artistas europeos y sus talleres. De esta manera, la plaza pública resultaba una realidad importada que evocaba el romanticismo francés y que proyectaba en los parques principales de las nacientes ciudades la estampa napoleónica en vez de las imágenes realistas de los próceres americanos: aquellos iconos importados proyectan una idea de nación gramatical de gusto neoclásico, que es carente de contenido para la gran mayoría de los integrantes de la nueva república, pues en nada corresponde con la historia comunera, mestiza y popular, demasiado pignorada por aquel entonces.

americanista
La República (1937), Palacio Municipal, actual Museo de Antioquia: Salón del Concejo

El Americanismo en los años 30’s corresponde a esa conciencia que surge con la consolidación de los nacionalismos y con la vida agitada de las Repúblicas latinoamericanas que estaban empeñadas en establecer proyectos de largo alcance en las esferas de la producción, en las ramas jurídico-políticas y en la puesta en marcha de los planes educativos y culturales. En este sentido es ejemplar el estudio de Renán Silva: República Liberal, intelectuales y cultura popular.

No es coincidencia que a partir de 1930, dentro del periodo de la República Liberal en Colombia, se haya empezado a gestar el desarrollo del mural al fresco, ya que la función histórica de la obra monumental y su carácter épico popular iban de la mano con el propósito de difusión cultural y educativa de los dirigentes liberales. Esta intensa actividad americanista puede registrarse a partir de los siguientes eventos: (1942) Pedro Nel visita el Centro Escultórico Prehispánico de San Agustín, donde hace un estudio sobre la escultura en compañía de Fernando González, Carlos Correa y Juan Friede.

Miguel Escobar Calle registra que aquel viaje de estudio a San Agustín tuvo en el artista una “significativa trascendencia en su producción”. Lo cual, una vez más, refuerza el concepto emitido anteriormente sobre el principio del hombre culto – telúrico, característica importante en los intelectuales de aquella generación en Colombia. Por aquella época Pablo Neruda, que estaba en plena producción de su Canto General, visita a Medellín (1943); ambos artistas intercambiaron ideas importantes que enriquecieron sus obras y su compromiso americano. El poeta chileno estimaba la obra del maestro muralista de “valiente y valiosa (…) un paso grande hacia la interpretación de Nuestra América” (1943). Carta al honorable Concejo de Medellín).

Un año más tarde, el artista publica en la Revista Educación de Medellín su primer artículo americanista; “Por la pintura Americana” (1943). En la clausura de la Exposición Artística Nacional es gestor del “Manifiesto de los artistas independientes de Colombia a los artistas de las Américas” (1944). Después de tener contacto en México con el Movimiento Muralista Mexicano, Pedro Nel Gómez escribe una carta a Diego Rivera (1951). Este documento fue publicado después de la muerte del muralista mexicano en el año de 1957, en El Correo de Medellín. Es quizás el manifiesto americanista más importante realizado por Pedro Nel Gómez.

Luego Pedro Nel dicta conferencia en Caracas, Venezuela (1952): “La pintura mural al fresco en América”; se cuenta con copia escrita por el artista entre 1963 y 1965, documento que se encuentra en La Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. El argentino Ángel Guido, crítico e historiador de arte, quien ya había publicado en 1930, El Redescubrimiento de América en el Arte, visita el país para conocer al artista y su obra (1956). Años más tarde, PNG comienza el proyecto del Obelisco Americano de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín (1968); a partir de la década de los años 70’s, PNG entrega al mundo su obra escultórica más importante en cuanto a Mito Americano se refiere, como lo son los “Tótem Míticos de la selva”; por último, se culmina la intensa actividad americanista entre 1972 y 1975, con el mural “Pelea entre mineros y Patasolas”.

esculturas Nel Gómez
Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, Gliptoteca. Cortesía Museo Pedro Nel Gómez.

Intelectualidad y expresión americanista

La expresión americanista y el desarrollo conceptual del Mito Americano en la obra de Pedro Nel Gómez han sido rastreados en sus textos escritos a partir de 1943. Un caso ejemplar del vínculo letrado y la expresión plástica se encuentra en la visión que Pedro Nel forjó de “Los comuneros”, visión que el artista compartió con el historiador Germán Arciniegas.

Se tienen datos que corroboran que para el año de 1934, ambos intelectuales se habían reunido en la casa de Aranjuez, eso lo indica la entrevista publicada por Jaime Barrera Parra en aquel año, en El Heraldo de Antioquia. Ahora bien, Los comuneros representan para ambos intelectuales el espíritu colectivo y popular de los movimientos sociales. En “Bolívar educado por los mitos de la selva” (Mural que fue elaborado en 1954 y que está ubicado en el Patio Pompeyano de la Casa Museo Pedro Nel Gómez), aquellos Comuneros están al fondo del Libertador y esperan con expectativa a que Bolívar, el hombre desnudo, el personaje histórico que ha sido despojado de su envestidura militar, quien debe recibir con humildad la enseñanza de las potencias míticas de la tierra americana, para atravesar con éxito el vasto territorio y así cumplir con el destino y su propósito independentista.

Bolívar educado por los mitos de la selva
Bolívar educado por los mitos de la selva. Cortesía: Casa Museo Pedro Nel Gómez

En este mural está presente de manera sutil, el imaginario nacional y americano que participan en las narraciones épicas de la historia americana. En este caso es Bolívar quien en primera instancia representa a los hombres de avanzada, quien ejecuta con sacrificio el designio de la historia nacional. Luego aparecen los grupos sociales y sus movimientos biológicos que participan de manera paciente en la gesta histórica. Y en tercera instancia, está El Mito Americano, espíritu primitivo que transpira eternamente, que mantiene al hombre vivo en constante tensión; el tiempo insondable y las fuerzas naturales que el maestro representa en arquetipos míticos: “todas estas experiencias van al subconsciente y afloran en forma de ‘mitologemas’” (PNG, 1998, p. 69). Luego, el artista añade que “el hombre en las selvas queda a merced de las zonas oscuras y ancestrales de su conciencia” (1998: p. 69).

Pedro Nel Gómez estudiaba concienzudamente los conceptos de Jung, con especial atención aquellos impartidos en Introducción a la ciencia de la mitología (1931), pues estaba convencido de que el mito incidía en el subconsciente de las colectividades, por esto le repetía al pintor Carlos Correa que “nosotros no dominamos al mito sino que este nos envuelve y nos plasma, ese es el mundo primitivo que te rodea, que te devora” (1998, p. 55). Por esta razón, Pedro Nel Gómez manifestaba sentir la necesidad de expresar “una fuerza indescifrable que recorre desde sus orígenes la consciencia humana”. Cabe destacar que para la composición del Tótem mítico de la selva, el artista anotó las siguientes ideas sobre sus arquetipos americanos:

  “1. La llorona, Euménide de las vorágines y mito de la vegetación. 2. El Gritón, mito de los vientos. 3. La Patasola, Bacante del Trópico. 4. La Euménide Americana representada a través de la Patetarro, que simboliza el grito de la venganza. 5. La Androginia, El Hombre Americano dominado por los mitos” (Tomado de Textos y notas escritos por Pedro Nel Gómez.2006, IV, 430).

La llorona
La llorona, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, Gliptoteca. Cortesía Museo Pedro Nel Gómez.

En el terreno de las artes plásticas, el Americanismo inicia con el Movimiento Muralista Mexicano, el cual generó el impacto suficiente a lo largo y ancho del continente para que se diera un auge de artistas que plantearon una identidad artística propia, que reaccionaba en contra de los defensores del paradigma de “belleza europeizante”, del cual eran partidarias las elites conservadoras afines al canon de alta cultura. Este periodo de identidad americana en el campo del arte y la estética es denominado por Juan Acha “El despertar latinoamericanista 1920-1950” en la publicación Las culturas estéticas de América Latina:

[…] sea como haya sido, las preocupaciones por la nacionalidad dieron origen a tres puntos de partida muy legítimos para nuestros productores de bienes estéticos o científicos: centrarse en las realidades visibles del país, entre las cuales se acentuaba la indígena, entonces ignorada, que poseía pasados gloriosos y admirables manifestaciones estéticas; (…) participar del momento histórico en occidente(…); por último, buscar la superación dialéctica de los avances de la cultura occidental a favor de nuestras realidades nacionales concretas, para así ir gestando los necesarios mestizajes o síntesis (Acha: 1993, p. 119).

En 1951 Pedro Nel Gómez escribe a Diego Rivera, para expresarle en el que es quizás su manifiesto americanista más importante, que la pintura americana gracias a sus esfuerzos estaba alcanzando todos los aspectos plásticos, míticos, religiosos y biológicos, por lo tanto, el artista consideraba que ya había evidencia de un nuevo periodo artístico que nacía en Nuestra América.

Pedro Nel comienza a ser parte del movimiento continental americanista a partir de 1934, gracias a la ejecución de los primeros murales que están ubicados en la actual sede del Museo de Antioquia. Así comenzó la ardua labor del “activista americano”, que se traduce en un arte de compromiso social que influenció el desarrollo y la consolidación de la política cultural en Colombia. En esta etapa el artista manifiesta: “yo estoy llevando a los muros la vida de este pueblo, aun cuando no lo crean algunos espíritus obstruccionistas, este es el caso más importante de los últimos tiempos en la vida cultural del país” (1935, p. 17).

Pedro Nel expresa, según la investigación hecha en 2006 por el Grupo de Teoría e Historia del Arte en Colombia, que la importancia del mural radica en “plasmar la historia de un pueblo para que a través de este quede abierta la interpretación pública” (2006, p. 9). El Mito Americano es el producto posterior de un desarrollo creativo e intelectual incesante. La labor desempeñada por el artista fue fructífera, pues aportó a la interpretación y al rescate de la identidad nacional colombiana. Los 2200 metros cuadrados de murales al fresco dan muestra de esto. Todo este compendio de diversa temática social, biológica, mítica y maternal que está presente en sus obras es una propuesta espiritual y sentimental para América Latina que está bajo el cuidado de un grupo humano que presta el servicio a la comunidad en la Casa Museo Pedro Nel Gómez en Medellín.

Referencias

Acha, Juan. (1993). El despertar latinoamericanista (1920- 1950). En Las culturas estéticas de América Latina (p.p. 117-138). D.F, UNAM.

Correa, Carlos. (1998). Conversaciones con Pedro Nel. Medellín. Autores Antioqueños.

Guido, Ángel. (1940). Redescubrimiento de América en el arte. Rosario.

____________. (1954). Pedro Nel Gómez, “El pintor de la patria”. (Manuscrito no publicado). Medellín, Colombia.

Gómez, J. Carlos. (1982). Pedro Nel Gómez habla de sí mismo. Bogotá. Separata Banco de la República.

Grupo de Investigación Teoría e Historia del arte en Colombia. (2006). Pedro Nel Gómez, Textos y notas sobre arte. (Manuscrito no publicado). Medellín, Colombia.

León, G. Diego y Uribe, F. Carlos. (2007). Pedro Nel Gómez Escultor. Medellín. Universidad de Antioquia.

Silva, Renán. (2005). República Liberal, intelectuales y cultura popular. Editorial la Carreta (p.p. 13-57).

  Ureña, Henríquez. Pedro. (1989). La Utopía de América. Biblioteca Ayacucho (p.p.3-8).

Olmer Ricardo Cordero Morales

Olmer Ricardo Cordero Morales

Pertenezco a la Generación Perdida que creció en medio de la guerra contra el narcotráfico en las décadas de los años 80's y 90's.

Me considero un "medellinologo", soy un investigador urbano que se ha dejado atrapar por una ciudad tan compleja, a la cual todos sus poetas y escritores mayores le han cantado con una profunda mezcla de amor y odio.

Desde muy temprana edad me entregué a la literatura que es mi pasión. A los quince años asistí al Taller de Escritores dirigido por Manuel Mejía Vallejo en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. A los 18 años ingresé a la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Colombia, allí empecé a participar en la actividad cultural y política de la ciudad, fundé junto con otros jóvenes ingenuos y soñadores grupos de poesía y teatro, también realicé documentales.

Soy egresado en Letras: Filología Hispánica, Universidad de Antioquia.

En 2015 gané el premio de Crónica: Belén sí tiene quien le escriba, con la obra “La calle, la esquina, el barrio”. Soy docente, periodista y corrector de texto y estilo. En 2018, publiqué la novela, La flor de los 80’s. En 2022, ocupé el segundo puesto en el IV premio de Relato Breve convocado por Las nueve musas, revista digital de España.

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