Dormir, conciliar el sueño y mantenerlo, es una conducta llena de paradojas y complejidades.
No es una conducta de acción. Podríamos decir casi lo contrario, es una conducta en la que se da un abandono de la acción.
Para dormirte has de ir dejándote ir. Has de dejar hacer y dejar pasar. Trata de pensar lo justo y proceder con lentitud. Vete apagándote a medida que se acerque el momento. Busca la comodidad.
Si no puedes dormir, ten en cuenta la posibilidad de que estés demasiado atento al hecho de no conseguirlo. Puedes compararlo con aquella persona que te atraía tanto que en el intento de acercarte fuiste demasiado intenso y provocaste el efecto contrario al que buscabas.
Lo que quiero decir es que si no puedes dormir trates de no dormir. Levántate y acepta realmente que el insomnio te ganó esta vez la partida.
Entrégate, resignado, a otras actividades sabiendo que no dormirás. Acéptalo y no luches. Como en las obsesiones, es esa lucha la que está entorpeciendo la consecución del fin ya que todo lo que resiste, persiste.
Solo así, quizás, te quedarás dormido.
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