Chéjov siempre es una delicia.
Con razón ha pasado a la historia de la literatura como uno de los mejores escritores de cuentos de todos los tiempos, con razón es considerado un clásico, y no solo por sus cuentos.
Su sublime capacidad para perfilar los rasgos más definitorios de sus personajes se manifiesta también en toda su producción teatral.
Chéjov tiene un afinado don para la observación del universo anímico, de sus inquietudes y pulsiones, y sabe trasladarlo magistralmente al lenguaje literario. Sus personajes introspectivos desvelan a los lectores sus sentimientos más sutiles con exquisita matización. Es por eso por lo que disfrutamos tanto de la lectura de sus cuentos y de sus representaciones teatrales.
Anton Chejov (Taganrog —Rostov, Rusia- 1860-Badenweiler, Alemania—1904), sensible a la evolución social de su tiempo, acuña el sello realista para su literatura. A Chéjov le gustaba escribir sobre la vida, también sobre los aspectos considerados feos de la vida, fundamentalmente sobre estos, aunque a veces no lo parezca.
Como todos los escritores adscritos al realismo y al naturalismo no rehúye los temas que hasta su momento se habían censurado en la literatura: el alcoholismo, el sexo, las cárceles, la pobreza… el mundo obrero de la primera industrialización o la dureza de la vida rural están bien representados en su universo literario y para conocerlo de primera mano se documentaba bien; viajaba y se adentraba en los ambientes que quería retratar (en 1890 hizo un viaje a la isla de Sajalín para conocer personalmente las condiciones de vida de los reclusos de las cárceles allí instaladas, una experiencia que él calificó de «viaje al infierno» (Chéjov escribió un ensayo sobre el tema en 1895).
También en aquellos relatos en que los protagonistas son representantes de la burguesía está presente de manera indirecta el mundo obrero. Podríamos decir que seguramente está más presente de lo que parece, precisamente porque está ausente, porque del comportamiento y de las conversaciones que sostienen los burgueses entre ellos los lectores sacamos conclusiones en cuanto a las condiciones en que viven y a cómo son tratados los trabajadores de las fábricas.
Esto es lo que sucede en este relato largo, El reino de las mujeres, escrito en 1885.
Como es habitual en él, el autor despliega un amplio abanico de personajes, sobre todo acomodados o arribistas, para dar a entender que solo si se pertenece a esta clase social (precisamente los arribistas lo saben mejor que nadie) se puede hacer y deshacer y ser señor del propio destino. La acción sucede en dos días, la víspera y el día de Navidad, un escenario temporal que, por la costumbre social de aquel tiempo de reunir al amo con sus empleados en estas fechas señaladas, ofrece un marco ideal para hacer desfilar en pocas páginas una buena representación de la sociedad de la Rusia zarista.
Es especialmente interesante el hecho de que Chéjov presente en este relato un personaje que se encuentra atrapado entre dos clases sociales: la protagonista, de veintiséis años, Anna Akímovna, de origen obrero, ha heredado la empresa que fundó su tío, una fábrica en la que trabajan dos mil obreros. Es una mujer sensible, decidida e independiente, que lleva el negocio con buen rumbo. Consciente de que su sobrevenida situación la ha dejado en «tierra de nadie», se siente fuera de lugar en ambos ambientes, el de su niñez y el que ahora la envuelve como mujer al frente de una gran fábrica. Percibe claramente su soledad y la dificultad de salir de ella, precisamente porque no pertenece a ninguna de las clases definidas socialmente.
La felicidad deseada a través de un matrimonio buscado resultará imposible. En este sentido Anna Akímovna forma parte de los personajes desclasados, considerados débiles por el autor; tampoco ella es libre, no puede tomar las riendas de la propia vida. En el cuento El loco Chéjov pone en boca de su personaje «qué fácil es derrotar al débil en este mundo».
Publicada en español en varias ocasiones por distintas editoriales; la última versión bajo el sello Rey Lear S. L., en 2011, lo acaba de editar ahora Viena Ediciones en catalán, en versión de Juan Gabriel Saiz, en su colección Pequeños Placeres. Un libro de bolsillo (de bolsillo literalmente, por su tamaño) en una bonita edición.
Antón Chéjov
El reino de las mujeres
Traducción de Gonzalo Guillén Monje
Rey Lear S. L., 2011, 92 pp.
Última actualización de los productos de Amazon el 2023-10-02 / Los precios y la disponibilidad pueden ser distintos a los publicados.
?un magistral autor