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Radiaciones electromagnéticas: un enemigo invisible

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Pensando más en el hoy que en el mañana, la población civil se beneficia de los avances tecnológicos y aplaude el progreso y los inventos que le «facilitan» su forma de vida.

Aprovechándose del ansia consumista de la ciudadanía, potenciada por la publicidad y los medios de comunicación, el sistema productivo da rienda suelta a sus cadenas de fabricación y nos inundan de aparatos y cachivaches que nos hacen cada vez más «felices». Sin embargo, el desarrollo y la producción sin límites llevan  aparejados una serie de lacras que, tarde o temprano, terminan pasando factura.

Radiación electromagnéticaLa contaminación de ríos y mares, los agujeros en la capa de ozono, la descongelación de las zonas polares, los vertederos de inertes, la contaminación electromagnética (en sus diferentes formas), el impacto medioambiental, la lluvia ácida y la desaparición de masa forestal son realidades que cada vez nos tienen más cercados.

Si se pregunta a los representantes del poder nos dirán que la radiación electromagnética no entraña ningún peligro para las personas.

Como en otros muchos casos, argumentarán de mil maneras que los riesgos para la salud son despreciables. Recurrirán, incluso, a técnicos y «expertos» que, a través de los medios de comunicación, avalarán sus pronósticos, vaciando de contenido la expresión, ya tópica, de que «no existe relación causa-efecto». A partir de aquí todos tranquilos.

De todo el espectro, las radiaciones electromagnéticas más peligrosas son las de baja frecuencia (50, 60 Hz) y las microondas (300MHz a 300 GHz). Por una parte, son los tendidos de alta tensión (AT) los que generan dos campos: uno magnético y otro eléctrico. También todos los aparatos eléctricos: cuadros de distribución, afeitadoras, secadores de pelo, radiodespertadores y, en general, cualquier aparato que incorpore trasformadores o motores. Es, en este caso, el campo magnético el más dañino, y su peligrosidad es proporcional a la proximidad a la línea o al aparato. Por otra, son las antenas de telefonía y, en el ámbito doméstico, los móviles, los teléfonos inalámbricos, los hornos de microondas y las estaciones Wi-Fi los que generan una radiación comprendida en el rango de las microondas. Como en el caso anterior, sus efectos son mayores cuanto más próximos estén.

Son muchos los estudios e investigaciones que avalan la nocividad de los campos electromagnéticos tanto de baja frecuencia (CEMBF) como las microondas. Experiencias llevadas a cabo en nuestro país y en el extranjero con cobayas demuestran que la influencia de estos tipos de radiaciones, según la intensidad y el tiempo de exposición, modifica su conducta, aumenta el porcentaje de trastornos y tumores respecto a animales no expuestos e, incluso, produce la muerte. En lo que respecta a la salud humana se ha comprobado que la exposición a campos electromagnéticos produce insomnio, dolor de cabeza, irritabilidad, modificación del ritmo de la glándula pineal, taquicardias, hipertensión, fatiga crónica, agotamiento, fallo en la memoria, dificultad para concentrarse, potencia el crecimiento de células cancerosas, etc. Y, últimamente, se están dando, de forma aislada, casos de cáncer cuando se abusa de los teléfonos móviles o en aquellas personas cuyas viviendas o lugares de trabajo están próximos a tendidos de alta tensión.

Las normativas de los diferentes países, en materia de microondas, se definen en función de los efectos a corto plazo, es decir, los límites establecidos son los que impiden que a una persona expuesta a radiación durante un cierto periodo de tiempo no le aumente la temperatura corporal más de una determinada cantidad. No se tratan los efectos a medio y largo plazo, ni el caso particular de los “electrosensibles”. En el caso de los campos de baja frecuencia, la normativa, que arranca con el Reglamento de líneas de Alta Tensión (RAT) de 1968, no hace ninguna referencia a los daños que los tendidos puedan ocasionar a las personas.

Son instituciones privadas las que, basándose en investigaciones, establecen las limitaciones. Existen varias recomendaciones, unas más estrictas, otras menos. Al no existir apenas estudios epidemiológicos hay notables diferencias entre unas y otras.

enemigo invisible¿Cuáles son los valores aceptables de radiación que admite el organismo humano sin que produzca efectos nocivos? En estos momentos es difícil establecer un valor límite con absoluta precisión. El principio que sí es posible establecer es que la mejor contaminación es la que no existe, es decir, un valor nulo de inducción magnética o de señales de alta frecuencia. De aquí se puede inferir el siguiente corolario: cualquier cantidad que se acerque al valor nulo es bueno, cualquier valor que se aleje es malo.

En el caso de los campo magnéticos de baja frecuencia, las recomendaciones más razonables apuntan a que no sean superados los 100nT (*), mientras que es frecuente encontrar hogares, próximos a líneas de AT, que superan, de forma casi permanente, los 10microTeslas, es decir, cien veces más. Eso debido exclusivamente a las radiaciones externas.

En el caso de las microondas, se recomienda no superar 0,048V/m= -43dBm= 0,6nW/cm2 (*); sin embargo, es habitual que la radiación de un móvil o de un teléfono inalámbrico, por sí solos, superen los 6V/m, o sea, más de cien veces.

Es inevitable eliminar la contaminación producida por las líneas de alta tensión o las antenas de telefonía próximas al domicilio, salvo que a la hora de adquirir una vivienda se contemple la posibilidad de elegirla de manera que se encuentre lo más alejado que se pueda de zonas radiadas. Sin embargo, si es posible reducir los efectos de los aparatos que usamos habitualmente. En ese sentido se recomienda:

-Teléfonos móviles: desconectar Wi-Fi y Datos cuando lo llevemos en el bolsillo o en el bolso. En casa, durante el día, dejarlo lo más alejado posible de la zona de estar, si es que conectamos Wi-Fi y/o Datos, aunque lo más recomendable es conectarlo puntualmente cuando queramos descargar algún dato o queramos comunicarnos por WhatsApp. Desconectarlos por la noche, cuando dormimos.

-Utilizar ordenadores conectados directamente al Router. Restringir el uso de portátiles con conexión Wi-Fi.

-Teléfonos inalámbricos: Sustituirlos por teléfonos con cable, conectados directamente a la línea telefónica.

-Hornos microondas: utilizarlos el menor tiempo posible y alejarse cuando estén en funcionamiento.

-Cambiar los radiodespertadores que se conectan a la red de corriente alterna por otros que funcionan con batería o pilas.

-Otros aparatos eléctricos: reducir el uso de secadores de pelo. Sustituir las máquinas de afeitar de corriente alterna por otras de pilas o batería. No utilizar mantas eléctricas. En general, alejarse de cuadros de distribución o aparatos eléctricos que dispongan de motores o transformadores.

El objetivo, pues, es eliminar, en la medida de lo posible, todo tipo de contaminación electromagnética, cuidando, especialmente, las zonas de estar y los dormitorios, lugar, este último, donde permanecemos del orden de ocho horas seguidas.

Antonio José Gil Padilla

(*) nT (nanoTesla) y V/m, dBm o nW/cm2 son unidades empleadas para cuantificar las radiaciones electromagnéticas.

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