El mes pasado estuve haciendo algunas fotos en el vivero dunícola Florentino Ameghino de Miramar, con mi Mamiya 645 Pro TL.
Para los que no son del palo, es una cámara de formato medio, de esas que usan película (si no se acuerdan, son esos rollos de celuloide con una emulsión sensible a la luz, que luego hay que revelar para ver las fotos), un tanto más grande y más pesada que una réflex de 35mm.
En un momento, desde uno de esos carromatos típicos de Miramar, escucho la voz de un chico que me pregunta si eso es una GoPro.
No sé de dónde pudo venir la confusión.
Quizá porque estaba usando un monopié, pero en este caso, para soportar el considerable peso del equipo, no para hacerme una selfie.
Ya me gustaría ver a alguno con una de éstas en la cabeza, la tortícolis que le va a dar…

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