Laura Rivera. La fotografía en su silencio

Laura Rivera es una fotógrafa rosarina capaz de extraer a los objetos de su cotidianeidad  rescatando en ellos la función  poética.

Lúcida cazadora de la interioridad que reflejan los rincones que habitamos,  sabe sorprendernos con la función de una lente que guía con  mirada sensible

Guarda tras su modestia,  una enorme formación como lectora y observadora, un gran dominio de la técnica fotográfica.

¿Cómo te acercaste a la fotografía, en qué momento de tu vida? ¿Cuáles fueron las marcas cercanas en tu aprendizaje y la de los grandes maestros de la historia de la fotografía?

Fue en 1993 cuando, alentada por un amigo, realicé mis primeros cursos de fotografía en el fotoclub de mi ciudad, la “Peña Fotográfica Rosarina”. Allí aprendí a revelar y copiar mis fotos, toda la magia del cuarto oscuro! Más adelante, aproximadamente hacia fines de 1998, con mi primera conexión a internet, me suscribí a un foro de fotógrafos, “Fotored”, que en ese entonces funcionaba como  una lista de correo. Participaban muy buenos fotógrafos de diversos países, esos intercambios de información y experiencias me ayudaron muchísimo, además de hacer posible mis primeras participaciones en las muestras itinerantes que se organizaban.

Entre los grandes fotógrafos que más admiro y que tal vez, de alguna forma me inspiraron o influyeron, podría mencionar a Jacques Henri Lartigue, Alfred Stieglitz, muy especialmente la obra de Josef Sudek, Eugene Atget o Saul Leiter. Podría nombrar también fotógrafos más contemporáneos como Alexey Titarenko y Pilar Pequeoño,  entre muchos otros.

Al organizar o repensar tus series fotográficas ¿Sentís afinidad con algún tema o aspecto técnico en particular?

Creo que las series se van organizando a medida que van apareciendo las fotos. Muy pocas veces pienso un tema, pero cuando surge algo, después de dos o tres fotos, entonces trabajo en eso o voy al encuentro de más. Prefiero la fotografía en blanco y negro, aunque en muchos casos, el color se impone. Me gusta fotografiar las hojas de los árboles, es fascinante mirar el efecto de la luz entre las hojas que se mueven por el viento, también me gustan los reflejos, las sombras o los rincones escondidos…

En una visita a la ciudad de Rosario tuve la oportunidad de conocer la ventana al río de la que surge una de tus obras, en su realidad material esa imagen del mundo físico se me impuso muy lejana a tu fotografía. Otro horario o clima, otro estado del espíritu a través de tu lente la había cargado de metáforas. Esa  ventana circular en su extraordinaria pregnancia e intimidad evocaba tanto una escotilla, como un ojo o una luna florida. ¿Cómo es la relación con la palabra para quien elige la imagen como forma de expresión?

Creo que aquí podría tomar prestada la frase de Lewis Hine: “Si pudiera contarlo con palabras, no me sería necesario cargar con una cámara”. La palabra es muy específica, le tengo mucho respeto y admiro a quienes saben expresarse con ella (escritores, poetas…) Las imágenes o particularmente la fotografía, en su silencio, puede manifestar toda una idea o sentimiento sin que necesariamente sea demasiado explícito e incluso puede ser percibido (recibido o leído) de diversas formas, como en el caso de la ventana que mencionás. Jean Claude Lemagny habla de la fotografía “como de una señal abandonada totalmente a la interpretación de quien la recibe”.

Contame sobre tus proyectos, actividades de expresión y desarrollo para tu obra en la actualidad.

En la actualidad, expongo mis fotos en Internet, en mis blogs…  Además, participo en la portada e interior de la reedición de la revista La pecera (n.e) ligada al trabajo de dos poetas argentinos: Osvaldo Picardo y Héctor José Freire. Espero poder continuar nuestro diálogo entre fotografía y poesía, un proyecto que comparto con vos y también incluye a Beatriz Fiotto.

A propósito de esa portada, sé que los fotógrafos y los magos no revelan sus trucos fácilmente, ¿cómo capaste esa imagen?

«Esa foto, no tiene más que la magia del momento. Me encontré con esa escena, y la fotografié, sin  ningún truco. Es un bar justo en la esquina de una parada de colectivos.»

Victoria Fabre