Si yo no perteneciera al gremio de psicólogos que trabajan en Oviedo problemas relacionados con la ansiedad, la depresión, las relaciones, la personalidad o las adicciones y formara parte del grupo de psicólogos que estos días trabajan para ayudar en la crisis del ébola en la capital de nuestro país probablemente lo haría en una doble dirección.
Ambas direcciones caminan prácticamente en la sombra a ojos del gran público.
De un lado, parece obvio que hay que atender casos de ansiedad en el personal sanitario que trabajó cercano al virus.
Estos profesionales trabajaron en muchos casos con escasa información y formación. La información, la función didáctica, es crucial en este tipo de desastres para mitigar la ansiedad que se genera en ocasiones como resultado de interpretaciones catastrofistas y que no responden a un peligro real.
La información debe ser clara y concisa. Siempre he pensado que una de las funciones más importantes de los psicólogos clínicos en el ámbito hospitalario debiera ser el asesoramiento a otros especialistas a la hora de gestionar información con los pacientes y sus familias.
En esta crisis del ébola además habría que manejar información relacionada con el personal sanitario. El mayor experto en la comunicación entre personas en un hospital debiera ser el psicólogo clínico.
De otro lado, está el apasionante y a la vez complejísimo trabajo que hay que hacer con la auxiliar de enfermería que acaba de superar el virus. La vida de esta mujer y su familia ha sido expuesta, bajo mi punto de vista de un modo excesivo, en todo el mundo. Ella desconoce la magnitud de este hecho.
Durante estos días necesitará ayuda intensiva para elaborarlo. En esta dirección, sin embargo, la información convendría dosificarla y graduarla. Durante la próxima temporada esta mujer se expondrá a las miradas de las demás personas, algunas temerosas, prejuiciosas; otras compasivas y afectuosas, no me cabe la menor duda.
Urge trabajar con ella el estigma de haber sido portadora de un virus letal que en África ha acabado con la vida de más de 4.000 personas.
La desigualdad que hay detrás de estos datos debiera ser motivo de vergüenza para toda la sociedad. Además, esta ciudadana es posible que tenga que adaptarse a ciertas secuelas del paso del virus en algunos órganos fundamentales.
Por si todo esto fuera poco, la familia, liderada en este sentido por el marido de la auxiliar, ha decidido emprender medidas legales contra algunos personajes y estamentos públicos que acusaron a esta mujer de ocultar datos fundamentales en los días previos a su ingreso. También lo hacen porque entienden que los supuestos protectores de nuestro bienestar fueron negligentes y que el hospital, tras las últimas transformaciones del mismo, no estaba preparado para asumir esta crisis.
Esta decisión supone un estresor añadido para la auxiliar en las próximas semanas.
Añadir comentario