El libro Intemperie de José Luis Zerón Huguet es mucho más que un poemario. Es un compendio lírico que abarca diversas obras poéticas escritas a lo largo de los años para dar fe de una vocación literaria sólida y persistente. Aparece publicado por una editorial que muestra su apego al mundo clásico ya desde su peculiar onomástica (Sapere aude o Atrévete a saber, colección Ad Versum es poesía…). Un volumen compacto, de estética austera, con un título minimalista que el autor justifica por tratarse de una palabra reiterada en sus versos: “Intemperie”.
El sujeto del poema escucha el clamor de la desnudez. La belleza es el desnudo femenino, decía Juan Ramón Jiménez. Los árboles, tras perder sus hojas, muestran las ramas que se levantan como brazos en oración, lenguaje secreto, pues la oración no tiene por qué ser entendida. Podemos suponer de lo que trata, quizá de la angustia, la agonía, la grandeza y la miseria, del misterio que es el hombre, del misterio que es el árbol.
Quien contempla percibe su existencia, asiste a otro lenguaje, estamos ante un monólogo casi sagrado. La naturaleza tiene vida propia, posee otra morfología y otra sintaxis, pero el hombre no sabe, aunque oye, es incapaz de traducir.
Intemperie nos ofrece una magnífica recolección de piezas valiosas, obtenidas a través de tres décadas de incesante exploración del lenguaje. El resultado es la leal transcripción de una mirada poética transversal, genuina, siempre en vilo. Si el remozado Solumbre ha culminado en una inopinada mejora de una potente obra juvenil, la publicación de la vasta cosecha de El vértigo y la serenidad rescata poemas imprescindibles en la obra de un autor en quien, cada vez más, puede rastrearse un periplo poético pleno de tan profunda como elevada consistencia, de mantenida o creciente consecución.
Entre la luz y la oscuridad nace un estado de incertidumbre, un fuego avivado por las palabras que quema por dentro. Las preguntas provocan el hecho de escribir, de la expresión íntima y honda que quiere alcanzar alguna respuesta. Los poemas nos tocan el alma y toman forma de naturaleza, de abstracción que nos mueve y nos asombra sin descanso. A través de los versos, gestados por primera vez hace casi treinta años, el autor se transforma y da fe de que en su poética nada se escapa al pensamiento. Todo lo que no es palpable se convierte en símbolo y nos acoge en la emoción y en la fuerza del silencio.
Dudé a la hora de escoger el título general del libro porque hay una novela muy conocida, llevada al cine, de Jesús Carrasco con el mismo nombre. Acepté finalmente esta palabra porque aparece con frecuencia en mi obra literaria, quizá porque simboliza la escritura poética tal como yo la entiendo.
Estar a la intemperie es estar al raso, a cielo descubierto, pero no es un término necesariamente peyorativo. También expresa el conflicto que representa la existencia humana, con sus grandezas y sus miserias, con sus maravillas y horrores. Además, me gusta su sonoridad.
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- Zerón Huguet, José Luis (Autor)
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