Las nueve musas
¿Individuo, persona, ser humano?

¿Individuo, persona, ser humano?

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A lo largo del tiempo, la pregunta filosófica y cotidiana es, ¿quién soy?, esto es así porque algo fundamental en nuestro desarrollo es saber qué y quiénes somos, para saberlo o comprenderlo muchos estudiosos han dedicado gran parte de su vida en reflexionar a partir de diferentes puntos de vista y de conceptos.

¿quién soy?Por ejemplo, Heidegger, en su libro Ser y Tiempo, expone que el Ser es algo que se va construyendo con la cotidianidad, frente a ello, para las grandes religiones somos semejantes a Dios y por ende un reflejo de la Naturaleza, es decir, cada uno de nuestros instintos tiene relación con las grandes fuerzas de la Naturaleza, para las cinco grandes religiones todo lo que somos está conectado con la Creación y tiene como centro el corazón, por ello, para Oriente existen no cuatro puntos cardinales sino cinco y los sentidos son seis, siendo el primero el espacio y el sexto sentido el corazón  relacionado con la vida, porque más allá del lenguaje poético que hace de este músculo el centro, el corazón es la semilla del Hombre, porque de ella nace y con el tiempo, conforme se va creando se encierra en él, convirtiéndose en el gran misterio, incluso el celebro parte fundamental para la existencia tiene como principio el corazón – aclaro que no se está hablando en términos científicos sino desde la mística de las religiones –, así el corazón ejerce lo que tiempo después ejercerá el cerebro, “y Dios cerró el corazón del faraón”, “y María guardaba todo en su corazón”, dice el Antiguo y Nuevo Testamento, esto no significa negarse a amar, tampoco se relaciona con la sumisión, significa que el faraón se cegó ante el entendimiento y  María reflexionó y aceptó la decisión y voluntad de Jesús como un signo de confianza y lealtad.

Cada uno de nosotros resguardamos nuestro yo en un cuerpo formado de carne, huesos, órganos, sangre, músculos, piel, agua, pero, en el interior de todo esto se encuentran emociones, razón, sensaciones, instintos, sexualidad, espiritualidad, lenguajes construyéndose por instantes.

Cada uno de estos lenguajes hablan a través de nosotros en diversas circunstancias guardando la voz de las otras porque en diferentes momentos cada una tiene un protagonismo, cada uno de estos lenguajes se relaciona con los siete Chakras y de manera paralela con las siete moradas expuestas por Santa Teresa de Ávila.

Todo está conectado, el interior con nuestro exterior físico, y ambas con el interior y el exterior de la Creación, pero, todo lo anterior tiene su base en tres centros fundamentales: la Sexualidad, la Espiritualidad, el Intelecto. Estos  puntos  son la respuesta al significado del valor de las Triadas divinas a lo largo de la historia, por ello, los grandes dioses se dividen trinitariamente, los ejemplos más claros son, la triada egipcia: Osiris, Isis y Horus,  la Trimurti de la India, Brahma, Shiva y Visnú, y la Trinidad Cristiana, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esta Trinidad divina nos conduce a comprendernos a través de ellas no en cuanto a cuestiones religiosas sino desde comprender poco a poco lo que somos, por ello censurar o negar alguno de estos centros mutilar una parte de lo que somos, segrega la sabiduría y nos conduce a ensordecer ante los vocablos de nuestro todo.

Para la mística religiosa, el Ser es el dialogo constante con nuestros lenguajes a partir de nuestros centros, mientras no se tenga una conversación diaria con ellos no se encontrará el Ser, por ello, el Talmud dice “Tenemos una sola existencia, pero vidas, ¡vidas tenemos cuantos días se nos concedan!”, cada día es una vida nueva, una oportunidad de construir la existencia para encontrar el ser.

Pero, ¿qué pasa con cada uno de nosotros antes de encontrar nuestro ser, a dónde nos lleva, o desde dónde se puede comenzar? Si tomamos en cuenta los tres centros fundamentales:

  • Razón
  • Sexualidad
  • Espiritualidad

Comprendemos que a partir de cada una surgen otras triadas entretejiéndose en nuestro existir.

La razón, es un punto central para comprendernos a nosotros mismos, necesitamos entendernos para así poder aceptar al otro, la razón tiene una línea de unión con: la genitalidad, la Palabra, el encuentro con Dios o con lo que somos, en ella, el centro es el yo, el principal interés es conocernos, satisfacernos, todo lo que está a nuestro alrededor gira en torno a un funcionamiento para otorgarnos bienestar, es una etapa genital porque en ella buscamos sólo nuestra satisfacción, no estamos pendientes de lo que necesita el otro, sólo el Yo es lo importante. En este punto se encuentra el término Individuo, este concepto tiene relación con quien ve en el otro un instrumento para conseguir lo quiere para así desecharlo. En un grupo social donde se cataloga al otro como individuo se está marcando una concepción egoísta con el único  fin de  ser servido para lograr lo deseado, el otro se vuelve un número, un Individuo sin rostro, sin nombre.

En nuestro desarrollo es importante esta etapa, lo peligroso es quedarse en ella sin superarla.

La sexualidad, como otro punto central de nuestro yo, se relaciona con el alma, con Escuchar, con la vida religiosa, con nuestro encuentro con el otro, en esta etapa el Yo se revela persona, deja el individualismo, la persona busca complementarse con y en el otro, se conoce como individuo, pero ya no encuentra satisfacción con el placer propio, necesita del otro para conocerse, compartir, para sentir placer. La fortaleza de la sexualidad lo conduce a  preocuparse por alguien más que sí mismo, pero a pesar de ello, se resguarda bajo máscaras, no es tan libre, actúa y se predispone para encajar, no reacciona de la misma manera con todas las personas, cambia conforme al ambiente, está en un proceso de encuentro consigo mismo y con el otro, da, no ofrece, es decir, espera recibir en cuanto da algo, de ahí, como bien lo dice el Budismo tiene principio su sufrimiento, en este punto céntrico, el Yo se vuelve persona, se da, pero espera, cambia para aprender, usa máscaras, pero ha dejado el invidualismo, tiene nombre, deja de ser un número, se enamora, busca su felicidad en el otro ya no en el placer, se despoja del Yo para darse.

Y el tercer punto céntrico, basado en la espiritualidad, es donde se revela Ser humano, donde se reencuentra con su principio, aquí están todos sus lenguajes conectados, la razón y la sexualidad se abrazan con el espíritu, aquí entra el Erotismo, al revelarse como punto de encuentro con el todo, se ha dejado el individualismo, se han tirado las máscaras, se deja de dar para ofrecer, los lenguajes se unen con la Naturaleza, con la Creación, en este punto los chakras dialogan, las moradas han dejado de ser escalones para convertirse en Senderos, el Bien, la Verdad, la Armonía envuelven, se busca el bienestar de todo, de cada ser vivo porque se comprende al ser humano como un microcosmos del universo, el mundo deja de tener fronteras, los países se vuelven mundo y el tiempo deja de serlo para ser eternidad, aquí el Silencio predomina al comprender que para Ser se necesita Escuchar y reconocer cada Palabra, el Ser Humano regresa a su semilla y abandona los conceptos de vida y muerte para existir.

individuo

Al llegar a ser seres humanos dejamos de separar nuestros lenguajes,  unimos los tres puntos fundamentales: la Razón, la Sexualidad y el Espíritu, y hacemos de ellos semilla, para ello, las cinco grandes religiones nos ayudan a llegar al corazón a partir de abstracciones puras, a través de las cuales fundamentan su camino sin provocar separación sólo diversidad de encuentro para salir de una etapa y entrar en la otra.

Cada una se fundamenta en:

  • El Hinduismo, en la Bondad a la que llama: Brahma/Krisna/Shiva/Visnú/Ganesha
  • El Budismo, en la Verdad a la que nombra: Buda
  • El Judaísmo, en la Alianza a la que da el nombre de Yahvé/Elohim/Saday/Hashem
  • El Cristianismo, en el Amor a la cual divide en un Dios en tres personas, Padre/Hijo/Espíritu Santo
  • El Islam, en la Misericordia a la cual da el nombre de Allah

Como podemos ver, sin importar la religión que se profese, la esencia de cada una nos guía hacia el mismo camino, el cual tiene como encuentro el corazón como semilla,  para poder sembrarla en el otro, y dejar una parte de lo que somos sin imponer. Cada una de estás religiones  nos ofrecen una manera de dejar de ser Individuos para ser Personas y revelarnos Seres Humanos en el corazón del otro.

Cada religión, así como Dios en la diversidad de sus nombres, son un Silencio que nos ayudan a contemplarnos como un Yo -Individuo – para ser un Tú -Persona- y revelarnos Nosotros – Seres Humanos-, siendo está la Utopía, ser Seres Humanos para compartir, con bondad, verdad, alianza, amor y misericordia el mundo.


 

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Martha Leticia Martínez de León

Martha Leticia Martínez de León

Hermeneuta en Libros Sagrados y Lenguas Antiguas.

Maestra en Ciencias Bíblicas y Hebreo Antiguo. Maestrante en Estudios Judaicos por la Universidad Hebraica. Licenciada en Ciencias Religiosas por la Universidad Pontificia de México. Especialidad en islam por la Universidad de Al Azhar de El Cairo, Egipto.

Especialidad en el Pensamiento del Papa Francisco y el Libro del Apocalipsis por el Boston College.

Especialidad en Música Contemporánea (Piano-guitarra).

Generación XXXII de la Sociedad de Escritores Mexicanos (SOGEM).

Ha publicado treinta y siete libros en México, España, Estados Unidos e Italia en diversos géneros literarios y teológicos.

Conferencista a nivel internacional.

Creó y desarrolla la teología del Silencio y de la Carne la cual entrelaza con la investigación mística, científica y musical bajo el nombre de “Lectura gemátrica, pitagórica y cuántica del Séfer Bereshit 1-3 -Hashem se revela a través del Big Bang-

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