Viajar por la ruta de los fiordos noruegos en invierno puede ser una experiencia mágica, pero también es importante saber que quizás no sea la época del año ideal para todo el mundo. La mayoría de las atracciones turísticas fuera de las grandes ciudades estarán cerradas o serán, de entrada, inaccesibles.
Debes estar preparado para las condiciones climáticas muy frías y los posibles desafíos del invierno y aceptar que tu ruta quizás no sea la típica que ves en las fotos del resto de viajeros. Habrá muchas rutas y cruces de ferris fuera de servicio y carreteras cerradas, todo un desafío.
Tampoco olvides que las horas de luz se verán muy reducidas, así que los traslados serán más complejos o tendrás menos tiempo antes de que la oscuridad caiga sobre tu vehículo en la carretera.
Ahora viene lo bueno. A cambio, disfrutarás de luz preciosa, un ocaso casi permanente y los efectos sublimes que esa climatología adversa crea en la naturaleza.
Prepárate para contemplar postales a cada kilómetro que recorras, a ver lagos humeantes como niebla perenne, lagos helados donde caminar o ver el efecto mágico del hielo en las distintas superficies. Desde luego, a nivel paisajístico, esta ruta está en mi top 5 mundial.
Por cierto, también sume el nada desdeñable plus de estar totalmente solo (lejos de las hordas de turistas estivales) el 90% del tiempo.
Paso a dejarles una suerte de esquema de mi ruta.
Día 1-2: Oslo – Geilo
Comenzamos nuestro viaje en Oslo, la capital noruega. Explorando los encantos urbanos y culturales, si bien Oslo tiene cosas que ofrecer, no recomendaría un viaje solo para contemplarla en exclusiva.
Abundan los pubs, las tiendas y es una ciudad agradable, con su puerto, la ópera y el Palacio Real, también es cara hasta el extremo. En resumen, para mi gusto, prescindible. Después de visitar el Parque Vigeland, salimos sin vacilar en la ruta que nos llevaría hasta Geilo, un trayecto de aproximadamente 4 horas.
En este trayecto empiezan a contemplarse algunos paisajes interesantes, pero ni por asomo lo que luego llegará. Geilo nos da la bienvenida, oscuro al estar en plena naturaleza, nocturno, con viento y nieve, hostil en resumen debido a una pequeña tormenta. Después de una visita al supermercado nos retiramos a nuestra cabaña. Temperatura nocturna de -13º. Al día siguiente llegaríamos a -23º.
Día 3-4: Geilo – Bergen
De Geilo, nos dirigimos a Bergen, ciudad costera y segunda en importancia en Noruega, ruta que toma alrededor de 5 horas en coche. Contemplamos los primeros fiordos en ruta, majestuosos, con aguas limpias y calmadas como platos que ejercen cual espejos fulgurantes. El viaje es una experiencia en sí mismo, con carreteras serpenteantes y vistas panorámicas.
En Bergen, una ciudad especialmente bonita, exploramos Bryggen y disfrutamos de la arquitectura única, por algo este barrio portuario tiene la categoría de Patrimonio de la humanidad.
Día 5-6: Bergen – Forde
Dejamos Bergen rumbo a Forde, no sin antes visitar una de las famosas iglesias de madera noruegas, stavkirke les llaman. Esta recibe el nombre de Fantoft.
Continuamos hasta Forde, ruta que toma aproximadamente 3 horas en coche, aunque nosotros nos desviamos numerosas ocasiones para contemplar paisajes salidos de postales y no llegamos hasta bien entrada la noche.
Día 7-8: Forde – Alesund
Este fue mi día preferido. Llegar a Alesund via Geiranger iba a ser un desafío. Según Google los ferris que hacían falta para completar esta ruta estaban cerrados, pero preguntando la noche anterior a gente en Forde descubrimos que no, que el servicio seguía abierto, al menos los días anteriores. No sin algunas dudas, decidimos arriesgar, y mereció la pena.
NOTA: Nunca os fieis únicamente de lo que dice Google. Contrastad con otras fuentes o puede que os perdáis lo mejor.
La primera parte del viaje nos llevó a través de hermosos paisajes noruegos, con montañas, bosques y lagos. Una pena que aún estuviera algo oscuro, pero había que madrugar y al ser invierno evitamos algunas paradas interesantes que en veranos quizás habría que hacer, pero no se puede tener todo.
Una vez en Hellesylt era hora de coger el ferry que durante una hora nos llevaría por el fiordo hasta Geiranger, un lugar impresionante. Al igual que impresionante es en sí la ruta en ferry que hicimos por el Geirangerfjord hasta llegar. Íbamos totalmente solos, nosotros, los pilotos y nuestro coche. Durante trayecto puedes admirar las cascadas «Las Siete Hermanas» y «El Pretendiente».
Una vez en Geiranger, explora este encantador pueblo y disfruta de las vistas desde los miradores locales, visita el centro de información turística para obtener información sobre las actividades locales y las rutas de senderismo cercanas. ¡Oh! No, no recordaba que estábamos en invierno y no había ni un sitio para comer… pero no importa, subir la colina absolutamente nevada cuál pista de esquí, con el final del fiordo y el pueblito a sus orillas cada vez más bajo de nuestros pies lo compensó todo.
Geirangerfjord, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, con sus paredes rocosas que se elevan a alturas impresionantes, deja a los visitantes sin aliento. El agua del fiordo refleja el verde y blanco que lo rodean, creando una paleta de colores que parece sacada de un cuadro.
El resto de la ruta hacia Alesund, preciosa ciudad costera con arquitectura Art Nouveau, ferry mediante, nos tomó un par de horas más. De nuevo, llegamos muy entrada la noche.
Día 9-10: Alesund – Lillehammer
Merece la pena madrugar y disfrutar de las vistas desde el monte Aksla para contemplar el amanecer. Una panorámica espectacular de los islotes donde yace la pintoresca Alesund bajo los efectos de una luz hechizadora.
Desde Alesund, antes de dirigirnos a Lillehammer, condujimos hacia el norte por la carretera del Atlántico, para ver cruzar sus puentes imposibles y sus miradores. Muy recomendable. Después teníamos una paliza de cinco horas hasta Lillehammer, pero como siempre los paisajes hacen todo mucho más ameno y las paradas se multiplicaron.
Lillehammer, pese a no ser nada del otro mundo, es una ciudad con historia olímpica y encanto escandinavo, ofrece calles adoquinadas y una visita al Museo Maihaugen. Poco más, a no ser que quieras esquiar.
Día 11: Lillehammer – Oslo
Regresamos a Oslo, nuestro punto de partida, en un viaje de aproximadamente 2 horas en coche por una carretera que por primera vez se asemejaba a una autovía. En el camino, aún puedes aprovechar para detenerte en miradores panorámicos y disfrutar de las últimas vistas de los impresionantes paisajes noruegos.
En conclusión, explorar los fiordos noruegos es sumergirse en un mundo de belleza natural sin igual. Desde majestuosos acantilados hasta idílicos pueblos costeros, cada rincón de este país escandinavo cuenta una historia de asombro y admiración. Una visita a los fiordos noruegos es más que un simple viaje; es una experiencia que perdura en la memoria mucho después de haber regresado a casa.
Yo siempre digo que Noruega tiene al menos tres viajes, el norte con Tromso, las auroras boreales y Cabo Norte. El sur, con sus fiordos, su exuberancia y su cultura. ¡Y las Lofoten, esas islas…! ¡Ah! Ese viaje me falta, y espero no tardar mucho en visitarlas.
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