Permítanme que les de un consejo. En contra de lo que cabría esperar, existen terapeutas que no viven ni trabajan con mil consejos preparados para los demás.
A mi me gusta pensar que ayudo a la gente a que se auto-aconseje aunque a veces se impone la necesidad de aconsejar directamente.
Si usted está pasando una mala racha, si está desanimado o siente angustia, si está inquieto o irritable, como medida de contención inicial camine. Si no sabe que hacer camine y respire mientras lo hace.
Caminando conseguirá no solo una quema de grasa sorprendente para los profanos en esta práctica si lo hace rápido y durante 45 minutos como mínimo sino también serenidad y calma. Ese estado consecuente será un bálsamo mucho más propicio para tomar perspectiva y conciencia.
Ya que va usted a hacerme caso y caminar, hágalo atentamente; esto es, tome conciencia de que está caminando, de cómo pisa, de cómo articula, de cómo su cuerpo se mueve y eso desplaza aire.
Sea consciente, por qué no, de que antes que usted caminaron millones y millones de personas, que hubo un tiempo en que caminar era mucho más necesario y que también puede usted celebrar la maravilla de la bipedestación.
Cuando haya caminado largo y rápido, cuando lo haga casi a diario, cuando vuelva a ser realmente un caminante, será algo más ecuánime, paciente, comprensivo.
Cuando acabe de leer esto, no piense en todo el tiempo que ha perdido para caminar, no piense en lo feliz que será haciéndolo, en la ropa que llevará o en las personas a las que va a contarle que caminar salvó su vida.
Sencillamente camine.
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