La poeta alicantina Sara J. Trigueros acaba de irrumpir en el panorama poético y de qué manera, con un libro publicado excelentemente por la editorial Candaya.
Arkhé, es un poemario en el que la alicantina hace gala de ese empleo del lenguaje vanguardista (corchetes, barras, estilo diseminado…) y a su vez acude a la mitología griega, fundamentalmente, al mito de Prometeo, con la finalidad de incidir en el tema del dolor, que embarga gran parte de la producción, pues son continuas las alusiones a la caída, a la derrota, a la culpa, al infierno… y se hace patente esa desmembración del yo, esa dificultad de definirnos a nosotros mismos, la dualidad del ser, la lucha encarnizada que cada día debemos librar entre el amor y el odio, y por encima de todo: la muerte, aquello que no podemos eludir, el engaño que supone la vida y el perdón como la pátina que permite mantenerse en pie y continuar el camino.
El último poema de la sección “Teselas afiladas” (título cuanto menos sugerente) presenta ya cierta superación y cierto reencuentro de la poeta consigo misma:
No reconoceré
esos rostros.
No volveré a tocar tu piel.
a no pedir perdón.
No volveré a tenerme miedo.
No volveré a morir
y fracasar.
El libro, que comienza con un poema introductorio, y continúa con la sección antedicha, prosigue con un poema a modo de “Interludio” titulado “Demian”, que, como aclara Sara en la nota al pie, se trata de un poema que estaba dentro de un texto en prosa del escritor alemán Hermann Hesse.
La labor de Sara ha sido la de crear una especie de palimpsesto, tachando partes del texto y añadiendo algunas modificaciones hasta disponer las líneas en verso.
El poema sigue el hilo conductor de la sección anterior, el dolor y la oscilación por la que pasa el ánimo durante su carrera vital son la clave y las vigas poéticas en las que se cimentan las piezas artísticas.
La sección que precede al interludio lleva por título “Aushwitz II”, una clara alusión al campo de concentración Nazi, y es que el dolor y la muerte siguen siendo el objeto del poetizar de Sara, en este caso introduce el amor, pero como elemento que produce dolor, todo ello sazonado de alusiones a la mitología griega, algo que no deja de hacer a lo largo de todo el libro, dando a entender su pasión y manejo del tema:
Como no sirve el amor
ante
la
nada
que
se
extiende.
A Filoctetes lo curaron.
Pero el cáncer siempre vuelve.
En esta sección el amor y la muerte se asocian y lanzan el siguiente mensaje: mejor no sentir si todos sabemos cuál será el final:
Ya no quiero estos ojos
si van a ver
tu muerte.
No quiero estos oídos
que ciegos a Tiresias
escuchan sin cesar
el zumbido ahogado
del agua estancada.
La vida es incertidumbre continua, es dolor y llanto, y esta idea nos lleva, irremediablemente, a uno de mis poetas favoritos, César Vallejo, al cual alude, inteligentemente, la poeta al tratar esta temática:
No queda nada
Nadie
El grado de violencia es innombrable.
No hace falta levantar la voz
para anunciar el grito.
Vallejo supo del estruendo
pero no de su llanto.
Como podemos observar hay una clara alusión al poema XIII de Trilce, en el que César Vallejo dice hacia el final:
Pienso en tu sexo, surco más prolífico
y armonioso que el vientre de la Sombra,
aunque la Muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.
Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh estruendo mudo.
Odumodneurtse!
En este caso la diferencia de los dos poemas es clara, el poema de Vallejo alude al gozo sexual, el de Sara nos hace conscientes de que el amor puede producir gozo, pero el dolor y el llanto son, en su caso, los protagonistas.
Siguiendo con el tema del dolor encontramos poemas referidos a los no nacidos, a los templos de la muerte, los hospitales, lugares en los que se alberga el dolor de manera fehaciente; y como medida paliativa, la escritura, el acto que reconforta y permite a la poeta racionalizar y sobrellevar sus temores:
Te escribo para salvarnos,
como querías,
para que no caigas /
para que no
caigamos
El poema que cierra la sección (y también la “Coda”) sirven como tesis, como conclusión de todo el libro: “Recuerda que podías no doler. / Y que elegimos.” Con ello viene a decirnos que el amor se elige a sabiendas de que, a su vez, produce dolor, pero, a veces, merece la pena exponernos de esa manera al dolor, pues en definitiva, la vida es riesgo.
Sara ha decidido conscientemente convivir con el dolor, porque la vida no es salvación, es riesgo y exposición al caos, ya lo decía el poeta uruguayo Mario Benedetti en su poema “No te salves”: “No te salves, no te quedes inmóvil al borde del camino, no congeles el júbilo, no quieras con desgana…”; pues eso, Sara, “no te salves ahora ni nunca”.
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