Ya había comentado que mis anteriores vacaciones, habíamos llevado por lo menos 10 dispositivos capaces de tomar fotografías, pero que la mayoría de las fotos fueron sacadas con teléfonos celulares.
Pues bien, en esta ocasión, fue un tanto diferente. Si bien la proporción se mantuvo por encima de 3 cámaras por vacacionista, lo interesante fue que no hemos tomado ninguna foto.
Bueno, no tanto como ninguna. Hemos sacado algunas fotos utilitarias, aquellas que sirven para ilustrar un mensaje de “¿Te gusta éste?” (con el teléfono celular, obvio). Y yo también he sacado mis fotografías personales, para una próxima exposición (con película en blanco y negro, obvio). Pero no hemos tomado ninguna foto de las típicas de vacaciones, de esas que registran los interesantes lugares por donde hemos andado.
Buscando una explicación a esta curiosa actitud (o una justificación para cuando algún familiar o amigo me pregunte por las fotos de las vacaciones), recurrí al capítulo “En la caverna de Platón”, del libro “Sobre la fotografía”, de Susan Sontag.
Allí primero encontré algunas frases que alimentaron mis sentimientos de culpa por no haber traído conmigo las esperadas imágenes vacacionales. “Mediante las fotografías cada familia construye una crónica-retrato de sí misma…”. “Las fotografías son la prueba irrecusable de que se hizo la excursión, se cumplió el programa, se gozó del viaje.”
¿Será que hemos dejado un agujero en la crónica de nuestra familia? Cuando indaguen sobre nuestras vidas (asumiendo que alguien se digne a hacerlo, cosa altamente improbable) y no encuentren en las redes sociales vestigios de lo ocurrido este verano, ¿cómo reconstruirán la historia? ¿Quedará como un misterio abierto? ¿Supondrán que no ha pasado absolutamente nada? ¿O que fueron unas vacaciones para el olvido?
Pero luego descubrí la esencia de lo que nos ha sucedido. “El acto fotográfico, un modo de certificar la experiencia, es también un modo de rechazarla: cuando se confina a la búsqueda de lo fotogénico, cuando se convierte la experiencia en una imagen, un recuerdo. El viaje se transforma en una estrategia para acumular fotos.”
Quizá fue una reacción a la gran cantidad de imágenes que nos inundan actualmente. Quizá temimos llegar al extremo de reducir la experiencia al mero hecho dejarla documentada en una fotografía. Quizá preferimos esta vez admirar el paisaje, respirar el aire puro de las sierras, escuchar el sonido del agua bajando por entre las piedras, sin preocuparnos por elegir el mejor ángulo para la foto.
En un momento en que parece que cada segundo de nuestras vidas es apto para una foto. Donde las redes sociales se establecen como una suerte de bitácora gráfica de nuestro paso por el mundo. Donde cada mensaje debe estar acompañado de una imagen para cobrar significado, o al menos para capturar nuestra atención. Esta vez decidimos romper las reglas y vivir la experiencia usando sólo nuestros ojos como única cámara fotográfica. Tal vez como un estéril acto de rebeldía.
Porque no necesariamente todo tiene que quedar registrado en una fotografía.
Última actualización de los productos de Amazon el 2023-12-11 / Los precios y la disponibilidad pueden ser distintos a los publicados.
Añadir comentario