Esta agrupación de síntomas es considerada una modalidad de dependencia emocional.
Se trata de un patrón de relaciones afectivas que determinadas mujeres despliegan hacia hombres casados.

Se da una férrea dependencia emocional y fidelidad hacia el hombre, una contradicción de emociones en torno a la auténtica mujer de ese hombre (rencor por quitarle lo que más quiere, pero a su vez se dan deseos de ser esa persona, de imitarla e incluso tener una buena relación), un cuestionamiento de la validez de la unión del hombre con la otra mujer y, por supuesto, la idea de que algún día todo cambiará y podrán estar juntos.
No es un trastorno mental, sino una mera descripción de un fenómeno social y psicológico.
Conviene no caer en la tentación de englobar bajo este síndrome situaciones típicas de la sociedad actual como la infidelidad o el amor platónico. Una mujer que sea amante de un hombre casado («queridas») no tiene necesariamente que responder a este patrón.
Benito Pérez Galdós publicó en 1887 Fortunata y Jacinta. En su novela, Fortunata es una mujer que responde a la descripción antes expuesta.
Akhtar escribió en 1985 un trabajo que basó en su bagaje como clínico. Especuló sobre la personalidad de este tipo de mujeres. Habló de rasgos de ansiedad, inseguridad personal, baja autoestima, ambivalencia de sentimientos y síntomas que pueden aparecer en el trastorno límite de personalidad.
Oala en 2011 describió en ellas actitudes desapegadas en cualquier relación que no sea la que tienen con ese hombre, disposición a abandonar todo si ese hombre se lo pide y deseos intensos de tener hijos con él.