Una de las maneras de luchar contra los trastornos de la conducta alimentaria es la prevención en niños y adolescentes.
Se ha descrito como beneficioso fomentar en los jóvenes la relación con los demás y la comunicación de pensamientos y emociones.
Siempre me ha parecido ver en este tipo de trastornos claros elementos de interdependencia recíproca en los sistemas familiares, así que considero altamente saludable promocionar la autonomía y la independencia, promover el intento por parte del joven de solucionar los problemas sin depender de otras personas por norma, aunque evidentemente la petición de ayuda es, en muchas ocasiones, necesaria.
El perfeccionismo es un rasgo que aparece en estos casos. A la patológica búsqueda de una supuesta perfección corporal le acompaña en muchos casos una perfección académica e incluso un intento de perfección comportamental que puede llegar a alcanzar dosis dañinas de inhibición, represión y contención. En las anorexias nerviosas de tipo restrictivo hay una extrema contención de la ingesta y puede apreciarse a su vez una contención en la expresión de emociones y necesidades.
Enseñar a estos jóvenes la absoluta imposibilidad de alcanzar la perfección puede ayudarles a liberarse de ella. Enseñarles que mostrar afectos no es un signo de debilidad sino todo lo contrario. La interiorización de las normas puede ser excesiva en estos casos y conviene trabajar este aspecto.
Otro campo de trabajo puede ser fomentar el respeto hacia el otro sexo, el descubrimiento de lo igual y lo diferente que son respecto a nosotros. Aprender a apreciar la diferencia y el atractivo que cada uno puede desprender a su manera. Hay muchos pesos normales para cada edad, sexo y talla. Enseñar a los jóvenes a aceptarse es determinante en estas labores de prevención.
A otro nivel de esfuerzo, sería deseable incrementar los conocimientos de los jóvenes sobre la alimentación. La dieta normal aporta hidratos de carbono, proteínas, grasas, minerales, vitaminas y agua y cada uno de ellos cumple una función importante. En la variedad hay salud. La práctica de ejercicio físico debería potenciarse como un camino inequívoco hacia mayores cotas de salud física y mental.
La comida en nuestro país es casi una fiesta llena de connotaciones relacionales y culturales; por tanto, recuperemos lo que ello tiene de sano y animemos a las personas a darle a comer en común una categoría de momento para compartir y disfrutar.
De otro lado y en estrecha conexión con lo anterior, no estaría de más recordar a las personas que más allá del poseer, mejor dicho, más “adentro”, existe el ser.
No conviene cesar en la crítica de lo superficial de la sociedad de consumo o del culto a la imagen. Creo que debemos impulsar conciencias críticas que lean entre líneas y conozcan al menos parte de los intereses ocultos como lectores, espectadores y consumidores.