Que la muerte es el destino que espera a todo ser humano desde que nacemos es sabido. La muerte es inherente a la vida. Aun así la vida tiene que ser vida antes de que nos llegue la muerte.
Sin embargo, la historia que nos explica el libro de Malfatto es, para la mujer, una historia de muerte desde el momento mismo de la concepción.
Emilienne Malfatto (*1989) es periodista y fotógrafa francesa que ha vivido y trabajado en Colombia y en Francia, pero no nos desvela su ascendencia. La narración de la novela, cuya acción acontece en Irak durante la Segunda Guerra del Golfo, el conocimiento de los sentimientos de sus personajes que rezuma su texto, da a entender que participa con creces de todo el que nos habla. La empatía de la autora con la voz narradora de su protagonista principal da fe de ello.
Que por ti llore el Tigris es una crónica contada con una originalidad muy lograda. Siempre en primera persona, toma voz una retahíla de personajes que nos permite conocer la cultura iraquí de la mano de una familia y de su atávico entorno natural, el río Tigris, personalizado, que se manifiesta como testigo imparcial y símbolo de una historia ancestral, donde generaciones de seres humanos se van sucediendo sin que cambie ni una brizna de la tradición secular heredada.
El único que experimenta cambio es el caudal del río, que la mano humana contribuye a malograr y ensuciar. Solo algunos indicios salpicados por la materia narrativa (Sadam Hussein, el imam Ali, la presencia de soldados estadounidenses, la guerra…) son indicadores de la época desde la cual toma cuerpo esta historia.
El texto es, pues, una narración coral iraquí: una mujer joven, que es la primera en hablar y es la única que protagoniza varios capítulos, sin que lo encabece su nombre —signo significativo de su absoluto ninguneo por parte de todas las otras voces, tanto masculinas como femeninas, que solo se hacen oír una vez, pero cuyo monólogo sí lleva en el encabezamiento el nombre correspondiente: Mohammed, el amante de ella; Amir, Hassan, Ali y Layla, todos hermanos de la primera; Latifa, madre de todos ellos; Baneen, su cuñada, casada con Amir. El Tigris es el único personaje que, como la heroína principal, toma a menudo protagonismo. Él es el observador imparcial que intercala su voz casi siempre entre los capítulos que la autora integra en su texto como el testimonio antiquísimo que da cuenta de que nada cambia —las palabras del río están tomadas del Poema de Gilgamesh, epopeya cuyo origen se remonta a cuatro mil setecientos años, considerada la obra literaria mesopotámica más importante.
La absoluta sumisión de la mujer, su ninguneo a partir del momento en que la biología la hace mujer (cuando la regla hace su aparición), la no consideración de su deseo sexual (considerada únicamente como objeto de satisfacción sexual masculina), la interiorización y la perpetuación del rol de sometida que transmiten también casi todas las mujeres de la familia, la ley sin rendijas del hombre, que asume el poder en la casa cuando el padre desaparece, la interiorización también del rol masculino impuesto socialmente incluso en los casos en que alguno de ellos sea más crítico… El panorama que se nos presenta es el de un destino al cual ni hombres ni mujeres pueden escapar. Tanto ellas como ellos son víctimas de una predeterminación sin fisuras, que no permite ningún indicio de rebeldía por parte de nadie. El suyo es un destino con mayúsculas como el de cualquier tragedia griega.
Es por eso por lo que la autora, con inteligencia, otorga a la estructura de su novela una forma que recuerda la tragedia de nuestros antepasados clásicos griegos. Malfatto construye sus personajes con acierto, convirtiéndolos en paradigma: se presentan ellos y ellas mismos, nos avanzan quiénes son y qué harán, conscientes de que su futuro está trazado y de que sus acciones están predeterminadas, que es su sino, ineludible si quieren sobrevivir en su sociedad. Ellos y ellas son plenamente conscientes.
La historia, pues, se convierte en la Historia. La relación entre mujeres y hombres se perpetúa y se transmite secularmente sin alterarse, sin remedio. Es la historia de un desencuentro que perdura, del que todos son víctimas, al cual todos sucumben, bajo la tiranía del eterno femenino y del eterno masculino, si bien es la mujer quien se lleva la peor parte. Ella, la protagonista principal, espera ser asesinada por su hermano mayor porque está esperando un hijo sin estar casada —y las dedicatorias de Malfatto van dirigidas a mujeres: A las mujeres del Éufrates: Maryam, Shadia, Alia; a Tiktum y Fatma, que todavía no saben que la libertad se les acabará—. Y la libertad dura tan poco como la aparición de la regla, que, en el caso de la protagonista principal, ocurre a los nueve años.
La forma en que Malfatto ha diseñado su novela la hace susceptible de ser llevada al teatro tal cual, porque el teatro contemporáneo admite perfectamente el monólogo de estos personajes trágicos. De hecho, el drama, embebido de poesía, que la traducción sabe respetar con esmero, está servido desde el principio y la forma dramática también, a pesar de que los personajes no dialogan; el desencuentro se manifiesta también simbólicamente en la forma.
Que por ti llore el Tigris es su primera novela, y ha ganado el Premio Goncourt a la Primera Novela 2021.
Malfatto es además autora de un ensayo, Les serpents viendront sur toi, Premio Albert Londres 2021, que todavía no ha sido traducido a ninguna de las leguas de España.
El libro también ha sido publicado en catalán este mismo año, de la mano de Edicions de 1984, en traducción de Mia Tarradas, bajo el título Que et plori el Tigris.
Emilienne Malfatto
Que por ti llore el Tigris
Traducción de Palmira Feixas
Editorial Minúscula, 2022, pp. 104
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