Las palabras no dicen nada: arden. “Luis Rosales”
Luis Rosales (Granada, 1910 – Madrid, 1992) está considerado como uno de los poetas más relevantes de la generación de 1936.
No obstante, muchos tratadistas cuestionan la unidad de dicha generación, a la que agrupan más por fechas que por otra cosa, en gran parte por los efectos de la guerra civil que dividió a España entre vencedores y vencidos, y que forzó al exilio de muchos de los poetas.
Este conflicto civil y militar afectó directamente a Rosales, ya que Federico García Lorca estaba refugiado en la casa familiar de los Rosales en Granada, y él no pudo evitar su detención y posterior fusilamiento.
Su primer libro, ‘Abril‘, se publicó en 1935 y lo reeditó en 1972, corregido y aumentado. Otros poemarios suyos destacados son ‘Rimas‘ de 1951 que recoge su obra poética desde 1937, “Como el corte hace la sangre” (1974), ‘Diario de una resurrección‘ (1979) o sus prosas poéticas de “El contenido del corazón]” (1969), pero sin duda su obra poética más importante es “La casa encendida”. Dice Noemí Montetes de la obra de Rosales que emprende un ejercicio de formación y experimentación estética que habrá de perfilarle durante toda su vida como el eterno aprendiz de poeta, abierto a cualquier nueva influencia que hubiese de enriquecer, renovar o completar su obra.
Rosales escribió “La casa encendida” en un furor creativo de una semana en 1949, y lo publicó al poco tiempo, aunque luego lo fue reescribiendo, lo volvió a editar en 1967 (con 150 versos modificados y 200 nuevos) y siguió modificándolo toda su vida. Rafael Conte[i] indica que las diferencias entre las versiones vienen determinadas por la intención de profundizar en el hilo conductor de la obra de Rosales, que es la fidelidad a sí mismo y su unicidad en torno a un pensamiento profundamente espiritual, que se esfuerza en conectar esa espiritualidad con las vivencias cotidianas del hombre.
No pretendo profundizar en el análisis y crítica completa de esta obra, para ello ya hay buenas ediciones críticas como la de Noemí Montetes[ii] o la de Xelo Candel[iii] , sino tan solo centrarme en el primer poema del libro, o más que poema en la primera estrofa, ya que todo el libro puede considerarse un único poema. No obstante, este largo poema aparece dividido en 5 partes cuyos nombres están extraídos de versos de otros poetas: I “Ciego por voluntad y por destino” (Villamediana), II “Desde el umbral de un sueño me llamaron” (A. Machado), III “La luz del corazón llevo por guía” (Villamediana), IV “Cuando a escuchar el alma me retiro” (Conde de Salinas), y V “Siempre mañana y nunca mañanamos” (Lope de Vega). Esa elección de versos no es baladí ni en cuanto a contenido, como indican los tratadistas, ni en cuanto a continente, ya que se trata de endecasílabos “a maiori” o sea apoyados fonéticamente en 6ª sílaba, porque detrás del aparente versolibrismo de este poema hay una sólida construcción métrica que da ritmo a los versos.
El tema central de “La casa encendida” es la irreversibilidad del tiempo y la existencia escindida en trozos sin relación vital que transcurre por las casas de la infancia, juventud y madurez. Un camino que el poeta debe de recorrer para alcanzar la unidad. En los años cuarenta del siglo pasado Rosales, que era soltero, vivía en Madrid en casa de su hermana, luego se trasladó porque no le cabía su biblioteca a esta casa, en Altamirano 34, pero prácticamente seguía viviendo en la de su hermana y “su casa” en el fondo seguía siendo la paterna de Granada. Al final del libro, Rosales hace suya la casa, en la que residiría tras casarse en 1951, y concluye: “y al mirar hacia arriba, / vi iluminadas, obradoras, radiantes, estelares,/ las ventanas,/ -sí, todas las ventanas-./ Gracias, Señor, la casa está encendida”.
Esta es la primera estrofa del poemario:
CIEGO POR VOLUNTAD Y POR DESTINO
Porque todo es igual y tú lo sabes,
has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
- Rosales, Luis (Autor)
El título de esta parte del poema, como ya he indicado, es un verso de Juan de Tassis, Conde de Villamediana, concretamente, el octavo del soneto “Tan peligroso y nuevo es el camino”. Respecto al contenido, Rosa Navarro lo analiza muy bien en su libro “Cómo leer un poema” [iv]. Dice entre otras cosas: En este poema el lenguaje lírico se acerca a la expresión cotidiana de los gestos que se hacen al entrar en la casa. El “todo es igual” se prolonga al futuro “…como estarán dentro de un año”, el yo poético se distancia a un “tú” (que no abandonará hasta la tercera estrofa) que comprueba la permanencia estática de los objetos y la sensación de soledad. La repetición de nexos “y” (polisíndeton) intensifica la tristeza. Los adverbios de modo se apoderan del texto, modificando el adjetivo “solo”, la palabra clave. No hay rebeldía, sólo infinita y triste soledad.
Pero donde yo querría ahondar es en algo poco tratado, en el continente, el formato de la estrofa que parece un poema libre pero no lo es. Vuelvo a copiar los versos, pero indicando las longitudes silábicas de los versos o hemistiquios (cuya separación señalo con “/”), las silabas tónicas de los de “arte mayor” (más de 8 sílabas) y algunas agrupaciones versales alternativas. De esa forma se comprueba que todos los versos tienen unas estructuras fonéticas que mantienen una armonía y un ritmo poético, por lo que el verso no puede considerarse libre.
Porque todo es igual y tú lo sabes,
11(3,(4),6,8,10): Endecasílabo. La sílaba 4ª se suele destonificar al recitar.
has llegado a tu casa / y has cerrado la puerta
7 +7: Alejandrino, dos hemistiquios de 7 sílabas.
con aquel mismo gesto / con que se tira un día,
7+7: Alejandrino, dos hemistiquios de 7 sílabas.
con que se quita / la hoja atrasada al calendario
5 + 9(1,4,8): Un tetradecasílabo compuesto por un hemistiquio pentasílabo y otro eneasílabo.
cuando todo es igual y tú lo sabes.
11(3,(4),6, 8, 10): Endecasílabo. La sílaba 4ª se suele destonificar al recitar.
Has llegado a tu casa,
7: Heptasílabo.
y, al entrar,
4: Tetrasílabo. Si al recitar se une al verso anterior, lo que es posible (“Has llegado a tu casa, y, al entrar”), resulta un endecasílabo 11(3, 6, 10).
has sentido la extrañeza de tus pasos
11(3,7,11) Dodecasílabo. En mi opinión se debe recitar de corrido (sin hemistiquios) como dodecasílabo ternario que se compone de tres cláusulas tetrasílabas: “has sentido > la extrañeza > de tus pasos”
que estaban ya sonando en el pasillo / antes de que llegaras,
11(2,4,6,10) + 7: Endecasílabo más heptasílabo
y encendiste la luz, / para volver a comprobar
7 + 9(4,8): Heptasílabo más eneasílabo
que todas las cosas están / exactamente colocadas, / como estarán dentro de un año,
Este versículo está compuesto por tres eneasílabos: 9(2, 5, 8) + 9(4, 8) + 9(4, 8)
y después,
4: Tetrasílabo, pero este verso se puede recitar unido al siguiente y resulta:
(y después) te has bañado, / respetuosa y tristemente, / lo mismo que un suicida,
7 + 9(4,6,8) + 7: O sea un versículo con dos heptasílabos y un eneasílabo central
y has mirado tus libros / como miran los árboles sus hojas,
7 + 11(3,6,10): Un heptasílabo y un endecasílabo
y te has sentido solo,
7: Un heptasílabo
humanamente solo,
7: Un heptasílabo
definitivamente solo / porque todo es igual y tú lo sabes.
9(4, 6, 8) + 11(3,(4),6,8,10): Un versículo formado por un eneasílabo y un endecasílabo que repite el verso inicial.
- Navarro Durán, Rosa (Autor)
El aparente versolibrismo no lo es, ya que se trata de una silva de versos de longitud impar (lo que cuenta es la longitud de los hemistiquios) que son armónicos entre sí. El poeta ha cuidado de que no haya encabalgamientos sintácticos que suelen distorsionar este tipo de composiciones. Por ello la correspondencia fonética y sintáctica ayuda a mantener el ritmo de los verso. El único que en principio parece salirse de la norma es el dodecasílabo “has sentido la extrañeza de tus pasos” pero su comentada realización como ternario con tres cláusulas tetrasílabas hace que mantenga la armonía con el resto.
Como siempre, destaco la importancia de un buen recitado de los versos para disfrutar más del poema. La poesía nació oral y en la oralidad se manifiesta plenamente. Lo importante en la forma de un poema es la armonía de la misma que realce la calidad del texto. Los conceptos métricos son sólo la explicación de por qué existe esa armonía en un poema. Por otra parte, en este poema el poeta evita las asonancias entre los versos evitando que se produzcan esos sonsonetes que desmerecen bastantes supuestos versos blancos, lo que es otra demostración del cuidado en las formas que practicaba Rosales.
En resumen, un buen contenido poético que queda claro que no se trata de un texto contado porque sí en reglones, sino que los versos responden a una realización sintáctica y armónica de ese texto.
[i] Rafael Conte. “La obra en marcha”. Cuadernos Hispano Americanos, 1971
[ii] Luis Rosales. La casa encendida; Rimas; El contenido del corazón. Edición de Noemí Montetes-Mairal. Ediciones Cátedra. Madrid, 2010.
[iii] Luis Rosales. La casa encendida. Edición de Xelo Candel Vila. Editorial Denes. Valencia, 2002.
[iv] Rosa Navarro Durán. Cómo leer un poema. Ariel. Barcelona 1998
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