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batalla de Roncesvalles. Muerte de Roldán

La batalla de Roncesvalles

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Tras la caída del imperio romano de occidente en el 476 d.C., el ascenso del linaje carolingio con su proyecto político, dio lugar en los albores del siglo IX a un gran reino, tanto por su extensión como por sus principios ideológicos.

Supuso la recuperación política y cultural de una Europa Occidental, desmantelada a todos los niveles.

Dicho reino (Regnum francorum o reino franco), apoyado en una organización territorial inteligente e integradora, logró combinar la conquista y la expansión del cristianismo. En su crecimiento hacia el sur, la llegada a la franja pirenaica supuso el acceso a un mundo diferente, una zona en la que convivían numerosos cristianos junto a una comunidad musulmana en constante discrepancia con Córdoba. Esta circunstancia favorecía la entrada de contingentes francos, ávidos de conquistar nuevos territorios, en la península. Pero la realidad resultó mucho más compleja, y obligó a reconsiderar la estrategia tras el fracaso de su incursión al sur de los pirineos. El nuevo objetivo, pasó a ser el de atraer a las poblaciones de la frontera superior de Al-Andalus para asentar su posición en la zona.

Carlomagno
Carlomagno por Alberto Durero

El alzamiento del gobernador de Zaragoza, Sulayman ibn Yaqzan al-Arabí, contra Córdoba, otorgó a los francos la oportunidad de extender sus dominios al sur de los pirineos, cuando este último viajó personalmente a solicitar ayuda a su rey Carlomagno el año 777 a cambio de entregarle la ciudad.

Ante la posibilidad abierta, el rey franco, no escatimó esfuerzos en la preparación de una empresa con destino al valle del Ebro. Así, interrumpió sus campañas orientadas a la conquista sajona, para dirigirse a tierras hispanas. Para ello, forma un poderoso ejército, que en la primavera de 778 se pone en marcha en dos impresionantes columnas: una penetra en España por la vía Augusta que atraviesa el paso pirenaico por la Junquera; la otra, dirigida personalmente por el rey, llega por el oeste a través del paso de Roncesvalles.

A su tránsito por Pamplona, los francos someten la ciudad vascona, obligándola a pagar un tributo y estableciendo en ella una guarnición que cubre su retaguardia antes de continuar su ruta hacia Zaragoza. La columna que provenía del paso de la Junquera había sometido Gerona, Barcelona y Huesca antes de alcanzar la ciudad a orillas del Ebro.

No obstante, una vez desplegado el ejército ante los muros de Zaragoza, su defensor se negó a abrir las puertas y entregar la plaza. A esta circunstancia inesperada, se une la sublevación de los sajones que avanzan por la orilla del Rhin destruyendo poblaciones e incendiando iglesias. Consciente del fracaso y de lo estéril de plantear un asedio prolongado a una ciudad muy bien fortificada, cuando había surgido una revuelta en su territorio, el rey decidió emprender el regreso llevándose como rehén al mencionado Sulaymán, por el que exigió un importante rescate.

Dos largas columnas emprenden la retirada, la primera, más numerosa, dirigida por el propio regente y la segunda, algo más lenta, compuesta por la retaguardia, bagajes, botines y rehenes. A la altura de Tudela, Sulayman es liberado en una rápida acción dirigida por sus hijos, Matruch y Aysun. Un golpe de mano que suma un nuevo fracaso a la aventura hispánica del monarca.

Al paso por Pamplona, último bastión fortificado antes de cruzar los Pirineos, Carlomagno ordena destruir sus murallas invalidando así la capacidad defensiva de la ciudad, seguramente con el objetivo de cubrir su retirada. Dejando atrás este emplazamiento, se dirige hacia Roncesvalles, siguiendo la misma vía por la que había atravesado unos meses antes los Pirineos.

Monumento conmemorativo en Roncesvalles.
Monumento conmemorativo en Roncesvalles – De Cruccone – Trabajo propio, CC BY 3.0,

La vanguardia del ejército, que comandaba el propio soberano, superó sin problemas los accidentes montañosos del puerto pirenaico de Ibañeta, pero la retaguardia, con tropas diversas, carros, rehenes y botines obtenidos durante la campaña, tenía mayores dificultades para avanzar. Situación que aprovecharon los vascones para atacar, sorprender y aniquilar a la citada parte trasera del ejército franco en el angosto descenso de Roncesvalles el 15 de agosto del 778.

Según relata Eginardo, el biógrafo de Carlomagno, en el capítulo noveno de su Vita Karoli: “Cuando el ejército, obligado por la estrechez del terreno, avanzaba en larga columna por el desfiladero, los vascones, emboscados en lo alto de los montes, se precipitaron sobre los carruajes y sobre los que protegían el grueso del ejército cubriendo la retaguardia. Entablado el combate, mataron a todos sin excepción y, tras saquear los bagajes, se dispersaron con gran rapidez al amparo de la noche que ya empezaba a caer… En esta batalla hallaron la muerte, entre otros muchos, el conde palatino Anselmo y Roldán, prefecto de la marca de Bretaña. Y ni siquiera se pudo vengar sobre el terreno este revés, ya que cuando la vanguardia acudió al socorro de sus compañeros, el enemigo ya se había retirado y dispersado, sin que hubiera manera de saber a dónde ir a buscarlo.”

Este capítulo de la historia dio lugar a uno de los más celebres cantares de gesta, la Canción de Roldán, escrito en el siglo XI. Se considera el primero escrito en lengua romance de Europa, y narra los hechos acontecidos con gran belleza literaria pero poco o ningún rigor histórico. Existen varias versiones manuscritas, que atestiguan su enorme y duradera popularidad entre los siglos XII y XVI. Lo que fue una derrota frente a los vascones se transforma para ensalzar a Roldán, comandante de la marca bretona, en el prototipo de héroe medieval que sucumbe con valor.

No obstante, son muchas las incógnitas sobre los sucesos acontecidos en Roncesvalles, ya que el lugar no está determinado, tampoco la composición de las fuerzas que atacaron a los francos, ni siquiera los acontecimientos ni las causas exactas. Según algunos historiadores, guerreros musulmanes participaron en el ataque. También hay dudas sobre lo sucedido en Pamplona, incluso se apunta a que los Banu Qasi habían tomado la ciudad y esperaban a los francos con la idea de que su ejército en retirada venía diezmado por la contienda en Zaragoza. Igualmente existen varias versiones sobre el repliegue de Carlomagno, uno de los cuales apunta a que la vanguardia se había adelantado un par de días y esperaba al resto del ejército en Valcarlos, cuando la retaguardia fue atacada. Incluso se habla de que tardaron en acudir en ayuda de sus compañeros al oír su olifante por una traición.

Los hechos ocurrieron en los denominados “años oscuros”, la Alta Edad Media (desde la caída del Imperio Romano hasta el año mil de la era cristiana), conocida así por la gran ausencia de fuentes fiables. Según el historiador Vicente José González García, las múltiples incoherencias entre el cantar de gesta, los documentos de la época y las muestras arqueológicas, no se deben a la ficción del célebre texto literario, sino a que acontecieron dos batallas en esa zona de los Pirineos en 30 años y a pocos kilómetros de separación, en vertientes opuestas del puerto de montaña de Ibañeta (Navarra). Su investigación consigue encajar todas las fuentes aludiendo a dos batallas distintas que ocurrieron muy cerca, dándose la derrota de las tropas de Carlomagno en ambas.

Monumento a Roldán
Monumento a Roldán (Puerto de Ibañeta) de De Jialxv – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0

Atendiendo a sus investigaciones, la primera de las batallas habría ocurrido el 15 de agosto del año 778 cuando el ejército del joven Carlomagno regresaba de su primera campaña en Hispania con motivo de auxiliar a su aliado musulmán de Zaragoza. A su regreso arrasaron la plaza fuerte de los vascones, Pamplona, motivo por el cual estos prepararon una emboscada. Aliándose con los gascones, que compartían etnia y lengua con los vascones, atacaron en las proximidades de Valcarlos con ánimo de desquitarse y recuperar el botín conseguido en las poblaciones Navarras, así como de sustraer lo acumulado durante la campaña por los francos.

Los textos del acontecimiento son escuetos, pero relatan lo fundamental del drama, dejando claro que la retaguardia de Carlomagno fue atacada por sorpresa y que el botín que traían consigo les fue arrebatado. Tras el envite, gascones y vascones se dispersaron sin que los francos, que habían perdido importantes caballeros, pudieran vengarse. Esta batalla está reflejada en los documentos conocidos como La Vita caroli, el epitafio de Agiardo por el poeta Saxon y en Anales francos.

Marca Hispánica
La Marca Hispánica a comienzos del siglo IX – De Crates – File:España814.jpg, that comes from University of Texas Libraries (libertaed to public domain), CC BY-SA 4.0,

La segunda batalla, es la que podríamos denominar propiamente como “Batalla de Roncesvalles” y tuvo lugar un 16 de junio del año 808 u 809 (no hay unanimidad en la fecha). Esta es la batalla descrita en la Canción de Roldán. Al igual que 30 años antes, Carlomagno y su ejército regresaban a su reino por la misma ruta tras una nueva campaña al norte de la península. Había consolidado su dominio sobre la llamada Marca Hispánica y traía consigo un importante botín de guerra.

Cuando se encontraba cruzando la cordillera, con las tropas repartidas entre ambas laderas del puerto de Ibañeta, un ejército de musulmanes del reino de Zaragoza y cristianos peninsulares (navarros y asturianos) atacó a la retaguardia de su ejército, entre los que se encontraba el caballero Roldán y el resto que componía el denominado grupo de paladines “los doce de Francia”. Se entablaron duros combates y ante la superioridad de los atacantes, la retaguardia solicitó ayuda haciendo soplar un olifante. Pero bien por una traición o por las dudas de que pudiera tratarse de una trampa, la vanguardia tardó en reaccionar y para cuando llegaron sus tropas habían sido derrotadas, aunque según el cantar de gesta, Carlomagno y sus hombres consiguieron llegar a tiempo como para vengarse de los atacantes, que se retiraban con el botín.

Resumiendo, la “Batalla de Roncesvalles” debería de ser exclusivamente la segunda, debiéndose conocer a la primera como “Batalla de Valcarlos”.

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Lander Beristain

Lander Beristain

Lander Beristain, San Sebastián (Gipuzkoa) 1971. Siendo el menor de tres hermanos, se crió en el seno de una familia de clase media que además de aportarle su cariño, le inculcó el gusto por la educación y la cultura, así como unos valores personales marcados a fuego que aplica en todos los aspectos de su vida y proyectos en los que se implica.

Pasó su infancia en Deba (Gipuzkoa) y posteriormente se trasladó a vivir a San Sebastián.

Apasionado de la literatura y de la historia del imperio romano, así como de las novelas históricas que leía en diversos idiomas, tuvo que relegarlos a un segundo plano para acometer sus estudios de Ingeniería industrial en la Universidad de Navarra y desarrollar una carrera profesional estable.

Con infinidad de ideas en su cabeza comenzó a escribir “El Consejero de Roma” en 2017, tardando 2 años en confeccionar el primer borrador. Posteriormente fue puliendo diversos detalles y aspectos, antes de presentarlo a “Las nueve musas ediciones” para su edición, de forma que quedase listo para ver la luz. Un momento tan esperado como ilusionante.

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