Muchas veces se ha comparado a la fotografía con la pintura, sobre todo cuando se discutía acerca de su consideración como un arte.
Ansel Adams la relacionaba con la música, cuando decía que “El negativo es la partitura, la copia su ejecución”.
A mí, para poder diferenciar los distintos tipos y usos de la fotografía, me gusta compararla con la literatura.
Es que algunas veces se confunde una foto familiar con una obra artística, una fotografía documental con una comercial. Porque a todas ellas les llamamos “fotografías” y podemos entrar en interminables discusiones, sin ponernos de acuerdo, cuando en realidad estamos hablando de cosas distintas.
Pero con la palabra escrita parece estar un poquito más claro que no cualquier texto es una obra literaria.
Así como el periodista escribe sus artículos, que aunque puedan ser escritos por un profesional de las letras, no son novelas, el reportero gráfico publica sus fotografías documentales. Una foto tomada con un teléfono celular para recordar algo que vimos en determinado momento puede ser el equivalente a tomar nota de algún dato en un papel. El texto del folleto publicitario de un restaurante no es poesía, así como la fotografía del plato de comida que lo acompaña, que puede ser una excelente fotografía publicitaria, no es una fotografía artística. Y, claro está, también hay espacio para la literatura y la fotografía como arte.
Esta comparación también sirve a la hora de explicar mi postura frente a la fotografía digital. Cuando leo un libro, me gusta que la historia me atrape, me deje pensando, me transmita algo, y no me importa en absoluto si el escritor usó un procesador de textos, una máquina de escribir, lapicera o una pluma.
Pero así como yo prefiero seguir haciendo fotografía por medios químicos, seguramente habrá algún escritor nostálgico que lo inspire más escribir en una vieja Olivetti, en vez de aprovechar las posibilidades que brinda la “escritura digital”.
Alguna vez escuché decir que ahora con la fotografía digital, cualquiera puede actuar como reportero gráfico. Pero el tener acceso a un procesador de textos no nos convierte automáticamente en escritores, ¿no?
Añadir comentario