Armenia, el país de los monasterios milenarios

Armenia, nación ubicada en la región del Cáucaso, es un país especial. Tanto para bien como para mal, ha dejado una huella profunda en la historia del mundo

Monasterio de goschawank — Monasterio de Goschawank

Pese a su pequeñísimo tamaño, estoy seguro que la gran mayoría de ustedes habrá oído hablar más de Armenia que de sus vecinos Azerbaiyán o Georgia. También es cierto que la mayoría de las veces estas noticias hablan sobre guerras actuales o genocidios pretéritos.

Independizada de la Unión Soviética desde 1990 y con una de las diásporas más numerosas de la historia, Armenia actualmente es un país acogedor, peculiar, sobrio y muy sufrido. También es, según una famosa web de citas y turismo, el país con las mujeres más bellas del mundo. Aunque no sé muy bien cómo se verifica algo así, tampoco les llevaré la contraría.

Desde mi punto de vista, si por algo destaca Armenia —al margen de su muchas veces trágica y dura historia— es por sus interminables y antiquísimos monasterios. País que puede presumir de ser la cuna del cristianismo — es conocida como la primera nación en adoptar el cristianismo como religión oficial en el año 301 d.C— atesora en su pequeño territorio actual más de 4.000 iglesias y monasterios. Una auténtica barbaridad dado su escaso tamaño.

Debo reconocer, evidentemente, que no los he visitado todos, ni siquiera una cuarta parte, pero puedo decir, con lo limitado de mis visitas, que son maravilla, y que algunos de ellos están declarados Patrimonio de Humanidad por la UNESCO, con toda justicia, y estoy seguro de que poco a poco, conforme Armenia vaya avanzando en su desarrollo, se irán incluyendo muchos más.

Paso, a continuación, a mencionar algunos de los más destacados.

Monasterio de Geghard

Este monasterio es mi preferido en Armenia, en él puedo decir que volví a ser víctima del síndrome de Stendhal. Tiene sus raíces en el siglo IV y está parcialmente tallado en la roca, Patrimonio Mundial de la UNESCO y uno de los lugares más emblemáticos de Armenia. Me resulta difícil de explicar lo que se siente al penetrar en la roca, el ambiente, la opresión de estar penetrando en las entrañas de la montaña, en lo más primigenio de la naturaleza y de la antigua religión, todo a la vez. Es una sensación brutal, primitiva. Recomiendo acudir en invierno, para encontrar menos visitantes y disfrutar más la visita.

Monasterio de Khor Virap

Monasterio muy próximo a la frontera con Turquía y es conocido por su papel en la historia cristiana de Armenia. Además de ser un lugar hermosísimo por sí mismo, ofrece una de las mejores vistas del monte Ararat. Simplemente impresionante. Para los curiosos, a sus pies hay un cementerio moderno que es una buena muestra de la forma en que los armenios entierran a sus seres queridos.

Monasterio de Tatev

Uno de los más lejanos si quiere abordarse su visita desde Ereván. Este monasterio está ubicado en un lugar de panorámica imponente y es accesible a través del teleférico más largo del mundo, conocido como el «Tatev Wings«.

Monasterios de Haghpat y Sanahin

Los monasterios de Haghpat y Sanahin son dos sitios religiosos medievales que se encuentran a una corta distancia el uno del otro, en la región de Lori, al norte de Armenia.

Ambos datan del siglo X, si bien cada monasterio tiene su propia historia y arquitectura única, ambos comparten la distinción de ser considerados Patrimonio de la Humanidad por su importancia cultural y artística y suelen ir de la mano en cualquier artículo o excursión. También son dos de mis preferidos, primero porque cuando los visité estaba prácticamente solo y segundo por su belleza, aislamiento y peculiaridades.

Armenia — Monasterio de Haghpat – De Diego Delso, CC BY-SA 4.0,

Como veréis, solo he nombrado cinco monasterios, pero mi intención no es cansar al lector con listas interminables, menos en un pequeño artículo de introducción como este, simplemente insistir en que la cantidad es interminable y que hará las delicias de cualquier amante de la historia, arquitectura, religión o la belleza en general.

Siempre me gusta insistir en que no hace falta ser religioso o creyente para disfrutar de estos maravillosos lugares, así como tampoco de las grandes catedrales. Se lo dice un ateo convencido.

Hasta la próxima.