La menopausia ha sido considerada el gran signo de la decadencia en la mujer.
Precedida de una menstruación irregular, durante el período conocido como premenopausia, aparece en torno a los 45 años. Durante esta etapa los ovarios femeninos dejan de producir óvulos y sus cuerpos generan menos estrógeno y menos progesterona. Y son los niveles bajos de estas hormonas los que generan a su vez síntomas.
Son típicos los síntomas que pueden recordar a un estado ansioso de perfil somático como la taquicardia y la sudoración. Además, la menopausia es un factor de riesgo para presentar ansiedad. Es altamente frecuente el insomnio.
Hasta aquí la versión más ortodoxa. Pero ya sabéis que nos gusta profundizar algo mas basándonos en lo que hemos podido aprender de las expertas en menopausia: Las mujeres.
Algunas mujeres pierden el deseo sexual con la menopausia. De eso a sentir que son ellas las que no son deseadas no hay tan largo trecho, más aún si aquel símbolo de ser mujer se perdió por el camino y los cincuenta esperan a la vuelta de la esquina.
Esta época suele coincidir más o menos en el tiempo con lo que la psicología de quiosco llama el síndrome del nido vacío. De tal modo los 44 años transitan hacia los 54 en la mujer con objetivos estresores acechando. Muchas se sienten solas. Muchas se deprimen o consumen tortillas de orfidal. Otras tratan de celebrar la soledad a manos llenas. Rescatan del guateque las mejores galas y se suben al tren del pilates, la meditación o la labor humanitaria. La filantropía es una sublimación interesante. Aún lo es más intentar gestionar el tiempo personal, principalmente y si es posible realizando actividades agradables y sanas. Bailar, pintar o la gestión de blogs son otras de las actividades de las que oigo comentarios positivos. Viajar, aun siendo un bien de lujo, ha sido clásicamente otra opción.
El tiempo no miente nunca. Lo que ves ante el espejo está construido por ti sin embargo, la misma arruga puede ser expresión de sabiduría sensual o signo inequívoco de la caída. Eres tu quien lo decide. Porque valor y peso específico sigues teniendo en la medida en que tú seas capaz de proyectarlo. Cumplidos ya muchos de los sueños que te impuso sin querer queriendo la sociedad puedes ahora reencontrarte con la tía que leía en la playa haciendo topless en los ochenta. Es como empezar sin tanto peso.
Las mujeres viven un relativo riesgo al término de la cuarentena de sufrir síntomas ansiosos y depresivos. Esta situación es generada en gran parte por la menopausia, un trastorno de gran componente hormonal que puede producir también dispareunia por sequedad vaginal, osteoporosis, mayor riesgo cardíaco, irritabilidad (y conflictos relacionales claramente asociados), cefaleas, palpitaciones y olvidos.
Es esta una población, además de evidentemente heterogénea, que consulta con frecuencia en gabinetes de psicoterapia. Muchas lo hacen traduciendo el problema en quejas somáticas, reales en su experiencia (por acotar mi opinión sobre este tema polémico), aunque de organicidad no objetivable. Otras buscan explícitamente desahogar sus miedos, a la soledad, a la gravedad de su cuerpo o sus sospechas de estar siendo traicionadas por un distante, y embotado afectivamente, marido.
Algunas tienen, como diría un budista, hambre de no ser vistas. Es a ellas a quien va dirigida esta entrada. En sus vidas nunca es el tiempo el problema. Los acontecimientos que acompasaron su ciclo vital fueron directamente traumáticos, de ellos pudieron derivarse menopausias inducidas, quizás a manos de hombres sin hombría. Pero esa es otra historia.