Las nueve musas
Deja de odiar a los rusos

Deja de odiar a los rusos

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“Qué tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio”,
Bertolt Brecht

Toda guerra es condenable, sin duda alguna, por lo mismo debemos repudiar la actual cruzada que gran parte de Occidente -autonombrado paladín de la libertad y la justicia- ha emprendido contra la cultura y el arte nacidos desde lo más profundo del alma rusa, pretendiéndolas borrarlas del mapa. A raíz de esto, en México surgió la campaña #DejaDeOdiarALosRusos”.

¿Las hermanas Masha, Irina y Olga cumplirán su sueño de irse a Moscú? ¿Se logrará salvar la propiedad de Liubov Andréievna, con su amado jardín de cerezos? ¿Treplev cumplirá con su intención de suicidarse? Quizás muy pronto, Estados Unidos y gran parte de Occidente deje de saber esto y lo que plantean las obras de Antón Chejov, debido a la irracional rusofobia que esparce por el mundo.

Como si resurgiera con ímpetu el macartismo, Washington y sus aliados no solo imponen sanciones a una nación, sino a todo lo relativo a ese país, incluyendo a sus artistas -vivos o muertos-, muchos tan universales como Shakespeare, Molière o Tennessee Williams. Por ejemplo, en Varsovia se prohibió la presentación de la ópera “Borís Godunov”, de Modest Mussorski; en Italia se canceló un curso sobre Fiódor Dostoievski, autor que recientemente fue nombrado el mayor novelista de todos los tiempos; la Feria del Libro de Guadalajara decidió dejar de invitar a editoriales rusas, y se obliga a los artistas rusos residentes en otros países a expresarse contra el Kremlin y sobre la crisis en Ucrania. Tales métodos no tienen nada de democráticos y sí de fascistoides.

Entonces, si ahora se demoniza todo lo ruso, ¿las escuelas de teatro renunciarán a las enseñanzas de Konstantín Stanislavski, uno de los pilares del teatro moderno? Y si osaran hacerlo, ¿serían capaces de falsificar la historia -como es su costumbre-, y dirán que el Método fue idea de Lee Strasberg y no que se basó en las teorías del teórico y director teatral ruso?

De igual modo, ¿desde ahora ya no harán referencia a que la obra “Amadeus”, del dramaturgo inglés Peter Shaffer, se inspiró en la obra de teatro “Mozart y Salieri” del escritor Alexandr Púshkin? Siguiendo la senda de lo irracional, ¿el mundo abandonará la idea de montar las obras de Chéjov, uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX y cuyas obras, hasta hace poco, se solían representar continuamente en los teatros del orbe?

Durante la terrible era estalinista, las obras de teatro de Mijaíl Bulgákov, autor de la novela de culto “El maestro y Margarita”, fueron prohibidas; ahora Occidente emula a Stalin, por lo que quizás Bulgákov sea prohibido una vez más y los escenarios del mundo dejen de representar “La isla púrpura” o “Los días de los Turbin”, e incluso, como lectores, nos quedemos sin la oportunidad de leerlo.

¿Será asesinado dos veces el teórico y director de teatro Vsévolod Méyerhold, la primera fusilado por Stalin y la segunda borrado por la insensatez de Occidente? ¿Pretenden que dejemos de leer las obras del gran poeta Vladímir Maiakovski como “La chinche” y “Misterio Buffo”? ¿O del autor nominado cinco veces al Premio Nobel de Literatura, Máximo Górki, como “Los bajos fondos” o “Los pequeños burgueses”?

La ópera “Lady Macbeth de Mtsensk” de Dmitri Shostakóvich, basado en la novela homónima de Nikolái Leskov, no fue del agrado de Stalin, por lo que fue censurada por los funcionarios soviéticos. Posteriormente, en la época de Nikita Jrushov, el compositor modificó la ópera anhelando complacer a los censores, pero no lo consiguió y la obra continuó silenciada. Hoy, Occidente censura ya no solo a Shostakóvich, sino a todo lo que provenga de Rusia.

odiar a los rusos
La gaviota – Chejov

¿Así que ya no veremos montadas las óperas “Evgueni Onéguin” ni “La dama de picas”, compuestas por Piotr Chaikóvski? ¿Tampoco “Los cuentos del rey Saltán” o “El gallo de oro” de Nikolái Rímski-Kórsakov? ¿No sabremos cómo concluye el amor entre Aleko y Zemfira, de la ópera “Aleko”, compuesta por Serguei Rajmáninov, basado en la obra de teatro “Gitanos” de Púshkin?

¿Qué seguirá? ¿Prohibir “El lago de los cisnes” de Chaikovski, y “La consagración de la primavera” de Igor Stravinski? ¿Se dejarán de montar los ballets de los compositores soviéticos como “Espartaco” de Aram Jachaturián, o “Romeo y Julieta” de Serguei Prokófiev? La suite para ballet “Carmen”, de Rodión Schedrín, basado en la ópera de Bizet, que hizo descollar a bailarinas como Maia Plisiétskaia y la cubana Alicia Alonso, ¿ya no tendrá cabida en los escenarios del mundo?

rusofobia
rusofobia

Frente a este delirio sinsentido, tal vez muy pronto se sientan tentados a inventar nuevas palabras para “taiga” y “tundra”, ya que ambas son vocablos rusos. Quizás los franceses se sentirán obligados a dejar de llamarle Bistró a dichos lugares, ya que esta palabra también es de origen ruso; durante las guerras napoleónicas, cuando las tropas del zar llegaron a Francia, ingresaban a los restaurantes pidiendo que les sirvieran rápido, “bystro” (быстро significa “rápido” en ruso) y de ahí le quedó el nombre a dicho sitio.

En esta guerra híbrida, los supuestos defensores de la libertad de expresión -hoy convertidos en moderna inquisición-, han suspendido las transmisiones de Russia Today y Sputnik News en Europa; en varios países del mundo se ejerce la cultura de la cancelación, Estados Unidos prohíbe el caviar y el vodka rusos, se proscribe el uso de la “Z” y la “V”, así que, ante este pavoroso ascenso de fuerzas neofascistas y ultranacionalistas, ¿será que veremos arder en las hogueras los libros rusos y soviéticos? ¿Y luego qué seguirá? Porque en esta batalla, nadie se engañe, Occidente utiliza los mismos métodos de los nazis o del propio Stalin.

Toda guerra es repudiable, por eso también hay que condenar la que fomenta la discriminación, xenofobia y la que atiza el odio contra una población en particular. La historia nos ha demostrado que esto jamás ha traído nada benéfico, al contrario, solo ha provocado holocaustos como el armenio, el judío, el romaní, el ruandés, y el actual genocidio contra el pueblo palestino, por mencionar algunos.

(Si usted no puede acceder a ciertos enlaces, es porque en su país están prohibidos los sitios rusos)

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Humberto Robles

Nació en la Ciudad de México en 1965.

Dramaturgo y guionista independiente.

Paralelamente colabora con varias organizaciones de derechos humanos.

Actualmente es considerado el dramaturgo mexicano vivo más representado en el mundo (30 países, tres continentes).

Autor de las obras “Mujeres de Arena”, “Frida Kahlo Viva la Vida”, “La noche que jamás existió”, “El Arca de Noelia”, “Sangre en los Tacones”, “Nosotros somos los culpables”, “Leonardo y la máquina de volar”, “El Ornitorrinco”, “Les demoiselles d’Avignon”, entre otras.

Sus obras han sido traducidas al inglés, francés, portugués, italiano, alemán y polaco.

Ha recibido seis premios como dramaturgo, uno internacional y cuatro nacionales, entre ellos el Premio de la Fundación La Barraca de Venezuela y el Premio Nacional de Dramaturgia "Emilio Carballido" 2014.

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