Las nueve musas
Philip Glass
Philip Glass por Luis Alvarez Roure. 2016

La incandescencia del minimalismo

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Quizá uno de los géneros —si no es que el más imperante o preponderante— de los últimos cincuenta años dentro y fuera de la música clásica, es el minimalismo.

Éste que surge como una respuesta postmodernista al serialismo, o al expresionismo abstracto— con la finalidad de remover excesos del material utilizado en la composición y crear música más sencilla, con pulsos constantes, etc.—, se vuelve una de las corrientes más trascendentales de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del siglo XXI.

Hasta la fecha el minimalismo goza de tal incandescencia, que al menos en Estados Unidos —aunque hoy en día también ya en varios sitios de Europa y el resto del mundo— lo escuchamos tanto en obras orquestales, por ejemplo en “Harmonium” de John Adams, o “Become Ocean”  de John Luther Adams, como en óperas de Philip Glass, como “Einstein on The Beach” o “Satyagraha”,  así como en ensambles mixtos no necesariamente orquestales —donde se incluyen saxofones y otros instrumentos— por ejemplo en “M is for Man, Music, Mozart, Mozart” de Louis Andriessen, o inclusive en música religiosa, como es el caso del minimalismo sacro de Arvo Pärt en “Spiegel im spiegel” entre otras.

Escuchamos el minimalismo increíblemente hasta en música para dormir, como es el caso de “From Sleep” de Max Richter y ha logrado penetrar absolutamente todo tipo de género musical comercial existente, desde la música de cine, hasta canciones populares, como el rock, la música electrónica, además de varios más géneros. La lista es interminable y su influencia y deslumbramiento son ineludibles.

De acuerdo al musicólogo Edward Strickland (1993), se anuncia la muerte del minimalismo de forma periódica, sin embargo, esto puede significar el absoluto opuesto, ya que su poder de permanencia es evidente. Desde los años 70 ha existido una tendencia por desvirtuar el movimiento, comparándolo aspectos mecánicos de la vida diaria, la tecnología o las matemáticas. Esto es notorio desde que surgen las primeras críticas sobre el género mismo, por ejemplo el crítico alemán Clytus Gottwald comparó a “Drumming” (de Steve Reich), al trabajo deshumanizado de la línea de montaje, mientras que Donal Henahan, un crítico del New York Times, opinó sobre un concierto de Reich en 1970 que “[le] concedía el placer de saber que los humanos estén realizando el trabajo [de las máquinas], pero se preguntaba si realmente se deberían de tomar la molestia de hacerlo, ya que las máquinas podían hacer su trabajo mucho mejor.” (Gottwald y Henahan 1970, Citados por Eaton, 2014, p.5).

Aunque el criterio de “deshumanización” en la música, también fue descrito como algo positivo, ya que se describió como algo que apoya bien a las imágenes en un entorno del cine. Por ejemplo la música de Philip Glass —en lo particular en la secuencia de Koyaanisqatsi (1982, dirigida por Godfrey Reggio)—, “la secuencia sugiere […] la deshumanización y mecanización de la humanidad, tanto de forma visual como musicalmente”, como un efectivo apoyo al documental (Eaton, 2014, p.7). El mismo Philip Glass, bromeó en alguna ocasión que “su música era como el motor de una máquina espacial” (Glass,1999, citado por Eaton, 2014, p.6)

De acuerdo a Strickland (1993, p.3) en la actualidad, “las repeticiones en el modo menor son para las películas de suspenso, lo que eran los clusters y las disonancias en dinámicas de fortissimo para las películas de terror por décadas”.

También el autor Michael Demsey (1989, citado por Eaton, 2014, p.10) en alguna ocasión afirmó en un artículo, que “las imágenes y técnicas que al principio surgen como vanguardias [en el arte], se reciclan rápidamente en formas más comerciales para entornos como MTV, […] películas de Hollywood, videojuegos, etc. y  absorben prácticamente cualquier cosa, para su propio uso”.  Es por eso que el minimalismo ha logrado permear en la cultura popular de tal manera como lo ha hecho.

Posiblemente es la primera vez en siglos que escuchamos música en la sala del concierto, que suena muy similar a la música que puede escuchar una persona en la calle y claro ahora en los medios de comunicación como la radio y medios audiovisuales.

Hay música minimalista que fácilmente podría aparecer en algún festival de música electrónica en cualquier lugar del mundo, como por ejemplo el contrapunto electrónico de Steve Reich en “Different Trains” entre otras.

Hoy en día inclusive se ven colaboraciones de artistas jamás antes vistas, por ejemplo, hay compositores de música de cine que trabajan con un DJ para hacer arreglos electrónicos de sus piezas y llegar a grandes masas, por ejemplo, este es el caso de Hans Zimmer con el DJ Alan Walker en la obra de “Time” —de la película  “Inception” ó “El origen”—, hecha remix, por lo que el minimalismo no es más ya una estética, ni estilo, sino simplemente una técnica (Johnson, 1994).

https://www.youtube.com/watch?v=xdYYN-4ttDg

Cabe aclarar que dentro de la misma música clásica o culta, el minimalismo también tiene varias vertientes, por ejemplo John Adams no suena a Michael Nyman, ni Steve Reich a Philip Glass o a Yann Tiersen por nombrar a algunos, pero esto indica que existen subgéneros dentro del mismo movimiento enriqueciendo aún más las posibilidades.

Un ejemplo un poco más contrastante sería el compositor Michael Torke, nacido en los años 60, en medio de la corriente minimalistas. El profesor en teoría musical de Ia Universidad de Ithaca, en Nueva York, Timothy A. Johnson (1994, p.766), afirma que en “The Yellow Pages” (1984), Torke “combina ritmos sincopados con sonoridades más complejas, influenciadas por el Jazz […] con un bajo ostinato jazzeado, derivado de una canción popular estadounidense de Chaka Khan” . Por lo que es muy distinta la música de un compositor como Torke, que la música de Arvo Pärt en su obra “Fratres” por ejemplo, en donde el pulso evidentemente es distinto.

Ahora bien, es la técnica del minimalismo, la que está indudablemente presente en el trabajo de cada uno de esos compositores. No es la textura de la obra o la estética lo que define a una obra, sino la técnica misma, por lo que se les define como minimalistas (Johnson,1994, p. 770).

Lo cierto es que el minimalismo ha evolucionado mucho desde las primeras piezas minimalistas, como “In C” (1964) de Terry Riley o “It’s Gonna Rain” (1965) de Steve Reich y se encuentra cada vez más lejos de obras como “For Brass” (1957) del compositor La Monte Young, su “Trío de Cuerdas” (1958) u otras.

En la actualidad se ha logrado establecer como un de las corrientes más importantes de la segunda mitad del siglo XX, aunque ya no sólo es un género que subsiste en la música clásica, sino que también vive la música comercial, por lo que su resplandor continuará vigente hasta que el tiempo lo decida.

Por lo tanto, hoy el minimalismo difícilmente sólo se trata de una reacción en contra del serialismo, al expresionismo abstracto o inclusive al constructivismo radical—como se podría interpretar en un entorno académico—, ya que ha logrado entrar a la cultura popular y no es ya sólo una corriente postmodernista.

Tendremos que entender al género mismo como una técnica, que se encuentra presente en varios géneros y se aplica en entornos diversos, por lo que no se logrará vislumbrar su extinción en un futuro próximo. Sólo entenderíamos su decadencia cuando deje de estar presente en salas de conciertos, música de cine, canciones populares y demás entornos.


Eaton, R. M., (2014). “Marking Minimalism: Minimal Music as a Sign of Machines and Mathematics in Multimedia.” Music and the Moving Image 7 no. 1 (Spring 2014): 3-23.

Johnson, T., (1994) Minimalism: Aesthetic, Style, or Technique?. The Musical Quarterly, Vol. 78, No. 4. (Winter, 1994), pp. 742-773.

Strickland. E. (1993). Minimalism:Origins. Indiana University Press. Bloomington and Indianapolis. USA.


 

Alfonso Molina

Alfonso Molina

Alfonso Molina (b.1980) compositor mexicano de ópera, música orquestal, música de cámara, teatro musical, música de cine y otras artes visuales, de Sonora, México.

La música de Molina utiliza elementos y técnicas expresivas del siglo XXI, así como influencias populares impulsadas desde el pasado, para crear música. Mientras vivía en Nueva York, Molina estableció numerosos trabajos de colaboración con coreógrafos, compañías de teatro y cineastas. Realizó sus estudios profesionales con Rudolph Palmer y David Tcimpidis en The Mannes Conservatory, The New School for Music y obtuvo su Maestría en Música, estudiando con Richard Danielpour y Marjorie Marryman en la Manhattan School of Music. Los estudios adicionales incluyen estudios con Samuel Zyman y Ladislav Kubik y tiene un doctorado de la Universidad de Arizona que estudia con Daniel Asia.

Sus trabajos han sido realizados en Nueva York, California, España, Brasil, República Checa, Arizona, entre otros lugares por la Orquesta de Philarmonia de MSM, la Filarmónica de Jazz, el Cuarteto de Mivos, AtonalHits, Músicos Asociados de Create New York (AMF Local 802) / RMA, la Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA), la Orquesta Sinfónica de Sonora (OFS), los jugadores de cámara de la Orquesta Filarmónica Checa y varios solistas. En México, sus obras se han realizado en el Palacio de Bellas Artes, el Museo Tamayo, entre otros lugares.

Su primera ópera titulada "Alienidad ilegal" (2014) ganó reconocimiento internacional en los Estados Unidos y en México desde su estreno en Arizona. La ópera trata temas de inmigración como la xenofobia y el derecho a la propiedad privada y recibió el Premio a la Defensa por parte de la Boston Metro Opera (BMO) y es parte de los programas educativos en curso de Boston. En 2016, se realizó en Alamos, México, como parte del Festival de Música Ortiz Tirado (FAOT). Molina también escribió un musical titulado Monarch, un musical mexicano-estadounidense, sobre Dreamers en los Estados Unidos, así como las luchas que los latinoamericanos enfrentan hoy en día en los Estados Unidos mientras son perseguidos.

Molina ha recibido numerosos premios, entre ellos, ASCAP, la Fundación Carolina, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México (FONCA-CONACYT), entre otros. Sus trabajos incluyen bandas sonoras como “De Nadie-Border Crossing (2006) Ganador del Premio del Público en Sundance, Proof of Birth (2007) y otros.

Actualmente, Molina está haciendo una residencia en Barcelona España, gracias a una beca de la Fundación Carolina, en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC), que trabaja con Artes Visuales Musicales.

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