Cuando aparece por algún lado el tema de las reglas de composición, comienza una discusión acerca de si realmente existen reglas de composición, o si son limitantes para la creatividad del fotógrafo, si son reglas que vienen de las artes plásticas y deben o no aplicarse a la fotografía, o si nunca existieron como tales.
De hecho, existen varias tendencias. Algunas respetando a rajatabla todas las reglas. Otras, no respetando absolutamente ninguna. Algunos dicen que hay que conocer las reglas para luego romperlas…
En fin, mucho se ha hablado y se seguirá hablando.
Particularmente yo no veo estas reglas de composición como normas estrictas que hay que cumplir para poder decir que una fotografía es buena.
La fotografía será buena si nos gusta, si nos llega su mensaje, si nos transmite alguna emoción.
Yo entiendo estas reglas como guías que nos indican el efecto que produce en el espectador ubicar los elementos de determinada manera dentro de la imagen. Pues si ese es el efecto que queremos lograr, los ubicaremos así. Y si no queremos provocar ese efecto, pues ubiquemos los elementos de otra manera.
Desde esta óptica, no hay manera de «romper las reglas», ya que no indican lo que se debe o no hacer. Así de simple.
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