Las nueve musas

Consideraciones acerca del voseo

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Como sabemos, el fenómeno del voseo consiste en emplear el pronombre vos en lugar del clásico . Su origen se debe a una reordenación de las formas de tratamiento, reordenación que —al menos, en España— alcanzó su cima en el siglo XVI. Con todo, no fue sino en el Nuevo Mundo donde el voseo encontró su definitivo lugar de residencia.

En este artículo nos adentraremos en el tema.

  1. Generalidades

 En el español peninsular del siglo XVI, la forma solía emplearse para dirigirse a inferiores o a iguales con los que se mantenía cierta intimidad, cierta confianza, por lo que se reservaba la forma vos para el tratamiento de respeto y cortesía; esta última, tal como lo acreditan los textos dramáticos de la época, se popularizó con sorprendente rapidez. La inesperada difusión del vos obligó a los españoles a buscar una nueva forma de respeto, y la encontraron en la expresión vuestra merced, que, con el correr del tiempo, derivaría en usted, configurando así el paradigma binario /usted que el español exhibe aún en nuestros días. Sin embargo, en algunas zonas de América —fundamentalmente en las zonas más alejadas de la metrópoli—se produjo a su vez un fenómeno más complejo que en sí explica los conocidos casos de voseo en la región: la expresión vuestra merced desplazó a vos como forma de respeto, pero también vos desplazó a para el tratamiento a inferiores y a iguales.[1]

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Ahora bien, volviendo a España, es importante recordar que el pronombre vos fue en tiempos lejanos el de segunda persona del plural, sustituido a fines de la Edad Media por la forma reforzada vosotros, que ya el maestro Nebrija escribía por separado.[2] Aun así, el pronombre vos, como segunda persona del plural, se las arregló para sobrevivir a lo largo de los siglos. De hecho, en su Gramática de 1931, la Academia Española señala que los plurales del pronombre de segunda persona son «vosotros para el masculino, vosotras para el femenino, y vos, os para ambos géneros»[3]. Asimismo, advierte que la forma os, como caso oblicuo, no admite preposición.

Huelga decir que las afirmaciones de la Academia son hoy por hoy obsoletas, pues la forma vos, tal como es presentada en la Gramática de 1931, ha quedado prácticamente en desuso. Al presente, el pronombre vos puede hallarse solo en el estilo elevado o cancilleresco, pero incluso en estos casos no se emplea como plural, sino como singular.[4]

  1. Las objeciones de Bello

 En su Gramática, el acreditado polígrafo venezolano Andrés Bello escribió dos notas sobre el uso de vos. En la primera afirma lo siguiente:

Si hablan en el drama [se refiere al moderno] personajes antiguos, es un anacronismo la pluralidad imaginaria de segunda persona que fue desconocida en la antigüedad. Si personajes de nuestros días y de países en que la lengua nativa es la castellana, lo propio en el diálogo familiar sería usted o . Pero por una especie de convención tácita, parece admitirse el vos en reemplazo del enojoso usted.[5]

Lo cierto es que Bello se equivocaba acerca del desconocimiento de este tratamiento en la antigüedad. Sin remontarnos al Poema de Mio Cid, donde al rey se le habla de vos, y vos es de uso general entre los hidalgos (alternado con el ),[6] vemos que en el Quijote aparece con frecuencia. Citamos un pasaje a modo de ejemplo: «Por cierto, señor don Luis, que responde bien a quien vos sois el hábito que tenéis, y que dice bien la cama en que os hallo, al regalo con que vuestra madre os crió»[7].

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En la segunda nota comenta: «El vos de que se hace tanto uso en Chile en el diálogo familiar, es una vulgaridad que debe evitarse, y el construirlo con el singular de los verbos, una corrupción insoportable. Las formas del verbo que se han de construir con vos, son precisamente las mismas que se construyen con vosotros»[8]. Como sabemos, esta «corrupción insoportable» es parte constitutiva del español rioplatense desde hace mucho tiempo, y tal vez su rasgo más característico. Aun así, vale la pena recordar que la forma vos para el dativo y acusativo figuraba ya en la Gramática de Nebrija.

No parece ser necesario que cuestionemos la dureza con que Bello se refirió al voseo en la segunda de sus notas, pues el destino quiso que el propio comentarista de su Gramática, el filólogo colombiano Rufino José Cuervo, se encargará de matizar la rígida postura de su par venezolano en una obra posterior. Ahí escribe: «Olvidados en América vosotros y os, el plural de es ya ustedes […]; de modo que un padre que tutea ordinariamente a su mujer y a sus hijos, dirigiéndose a ellos, les dice ustedes. Lo mismo debe entenderse cuando en lugar de se dice vos»[9].

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  1. Más sobre el voseo en Hispanoamérica

El uso de vos por el en América, construido con las formas de conjugación arcaicas amás, tenés, decís, tomás, etc., y con la particularidad de que solo se usa como sujeto o en complemento con preposición, pero nunca en la forma os, propia de los casos oblicuos, es objeto de un largo estudio en la ya mencionada obra de Cuervo. También se ocuparon de este asunto otros gramáticos americanos, como Juan B. Selva, Avelino Herrero Mayor y Ricardo Monner Sans, de cuyos escritos se desprende que la sociedad culta de fines del XIX y principios del XX fue reaccionando paulatinamente contra esta forma.

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A pesar del histórico rechazo, el voseo existe.[10] La profesora María Vaquero de Ramírez, incluso, afirma que se trata de «uno de los fenómenos morfosintácticos más importantes en el español de América, no sólo por su extensión (ocupa la tercera parte del continente, y es general en la Argentina), sino por las repercusiones que tiene en el paradigma verbal»[11].

Con respecto a lo último expresado en la cita de Vaquero, la Argentina (país donde nací y donde actualmente resido), presenta, en efecto, considerables oscilaciones en sus desinencias verbales: el imperativo se inclina por la forma aguda (amá, temé, partí), pero el indicativo y el subjuntivo usan tanto la forma aguda como la grave (ames/amés, temas/temás, partas/partás). Otra singularidad del español rioplatense es que emplea las formas te, ti y contigo en niveles formales cultos, por lo que podemos decir que en Argentina se combina el voseo (en sujeto y término de preposición) con el tuteo (en objetos y pronombres reflexivos).

Para terminar, solo agregaremos —a riesgo de pecar de redundantes— que la tendencia panhispánica que viene dominando la Academia desde la creación de la ASALE no ve en el voseo ningún error susceptible de censura. Afortunadamente, eso que Rafael Lapesa llamaba narcisismo localista es en la actualidad tan solo un mal recuerdo.[12] Roguémosles a las «deidades de la lengua» que las cosas continúen de este modo.


[1] Véase Rafael Lapesa. Historia de la lengua española, Madrid, Gredos, 1984.

[2] Véase Antonio de Nebrija. Gramática sobre la lengua castellana, edición, estudio y notas de Carmen Lozano, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2011.

[3] Academia Española. Gramática de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, 1931.

[4] Prueba del carácter de singular de la forma vos es la concordancia con el adjetivo en singular, como podemos apreciar en esta célebre línea cervantina: «Vos sois un sandio y un mal hostalero» (Quijote I, 17).

[5] Andrés Bello. Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, en Obras completas. Tomo IV. Notas de Rufino José Cuervo, Caracas, La Casa de Bello, 1995.

[6] Véase Anónimo. Poema de Mio Cid, Madrid, Cátedra, 1976.

[7] Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha, Madrid, Alfaguara, 2005.

[8] Andrés Bello. Óp. cit.

[9] Rufino José Cuervo. Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 2012.

[10] Para tener un panorama más amplio de lo que aquí decimos, recomendamos el libro Geografía y morfología del «voseo», de José Pedro Roña (Porto Alegre, Pontificia Universidade Catolica do Rio Grande do Sul, 1967).

[11] María Vaquero de Ramírez. El español de América II. Morfosintaxis y léxico, Madrid, Arco/Libros, 1996.

[12] Véase Rafael Lapesa. «América y la unidad de la lengua española», en Revista de Occidente, mayo de 1966, también en El español moderno y contemporáneo, Madrid, Crítica, 1996.


 

Flavio Crescenzi

Flavio Crescenzi

Flavio Crescenzi nació en 1973 en la provincia de Córdoba, Argentina.

Es docente de Lengua y Literatura, y hace varios años que se dedica a la asesoría literaria, la corrección de textos y la redacción de contenidos.

Ha dictado seminarios de crítica literaria a nivel universitario y coordinado talleres de escritura creativa y escritura académica en diversos centros culturales de su país.

Cuenta con seis libros de poesía publicados, los dos últimos de ellos en prosa:
• «Por todo sol, la sed» (Ediciones El Tranvía, Buenos Aires, 2000);
• «La gratuidad de la amenaza» (Ediciones El Tranvía, Buenos Aires, 2001);
• «Íngrimo e insular» (Ediciones El Tranvía, Buenos Aires, 2005);
• «La ciudad con Laura» (Sediento Editores, México, 2012);
• «Elucubraciones de un "flâneur"» (Ediciones Camelot América, México, 2018).
• «Las horas que limando están el día: diario lírico de una pandemia» (Editorial Autores de Argentina, Buenos Aires, 2023).

Su primer ensayo, «Leer al surrealismo», fue publicado por Editorial Quadrata y la Biblioteca Nacional de la República Argentina en febrero de 2014.

Tiene hasta la fecha dos trabajos sobre gramática publicados:
• «Del nominativo al ablativo: una introducción a los casos gramaticales» (Editorial Académica Española, 2019).
• «Me queda la palabra: inquietudes de un asesor lingüístico» (Editorial Autores de Argentina, Buenos Aires, 2023).

Desde 2009 colabora en distintos medios con artículos de crítica cultural y literaria.

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