¿A dónde va lo común, lo de todos los días?
¿El descalzarse en la puerta, la mano amiga?
¿A dónde va la sorpresa, casi cotidiana del atardecer?
¿A dónde va el mantel de la mesa, el café de ayer?
¿A dónde van los pequeños terribles encantos que tiene el hogar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿a dónde van?
Silvio Rodríguez
¿A dónde van todas esas cosas que usamos, los lugares que un día habitamos, los caminos que recorremos…?
¿Qué se hace de las cosas cuando ya no sirven para cumplir la función para la que fueron creadas?
¿Siguen existiendo? ¿Tienen vida propia o sólo renacen cuando alguien las necesita?
Son preguntas que no sé si tienen respuesta, pero que me motivan de dos formas diferentes. Por un lado, el punto de vista ecologista. Todo este mundo de cosas que construimos, a costa de ese otro mundo que habitamos, y que luego abandonamos…
Por otra parte, el intentar descubrir qué recuerdos albergan esos objetos y lugares que alguna vez supieron servir a alguien. Qué historias tienen para contarnos, cuántas manos los tocaron, qué reclamos tienen para hacernos…
Quizás sean simples objetos abandonados…Quizás…
Quizás, a algunas de esas cosas, simplemente debemos decirles gracias…
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