Las nueve musas
Fulgencio Martínez

Fulgencio Martínez

Promocionamos tu libro

«La poesía no solo proporciona el vaso para beber sino sobre todo la sed»

 Línea de cumbres (Editorial Adarve, 2020), del poeta, editor y crítico Fulgencio Martínez (Murcia, 1960) ha de entenderse como una escalada secuencial de su vida y obra que se sustenta con sentimientos agridulces, es decir, nostalgias, recuerdos del pasado y el amor en lo que hace y en lo que dice, esa singular entrega que transmiten sus versos, su auténtica razón de ser:«(…) ¿Por qué hablamos, por qué escribimos/ los tentados por la noche que sigue, / si no es por el tesón de seguir rechazando/ las amputaciones de este cuerpo?»

Fulgencio Aborda con tesón y honestidad las cuatro secciones en que se divide esta Línea en un fuerte deseo de comunicarse, de acercarse a los lectores. Y lo consigue con nobleza, desparpajo y compromiso poético. Así lo demuestra en su breve poema titulado «Poética»: «Meter mucho en poco, mucha luz en poca llama:/ como una luciérnaga/ sea el verso que soñamos».

Estamos ante libro heterogéneo en cuanto que reúne, después de un largo silencio poético, poemas escritos en agendas, olvidados durante años y fechados en 1978, 1995 y a lo largo de nuestro siglo. Como el propio autor indica en el texto preliminar «el libro se dispone como un conjunto de anotaciones y recuerdos, algunos fechados con exactitud, pero convocados en las páginas del libro al azar o por alguna secreta asociación, forman como un diario íntimo poético». El poeta reivindica la variedad de fondo y forma en su nuevo libro desde la reflexión honda y la inmersión en el misterio que entraña la poesía.

Hemos centrado la entrevista en el nuevo poemario de Fulgencio Martínez, pero también abordamos la importante labor de un poeta y filósofo que destaca igualmente como narrador, crítico y como editor, sobre todo al frente de la prestigiosa revista literaria Ágora-papeles de arte gramático.

Línea de cumbres
  • Martínez, Fulgencio (Autor)

Fulgencio, en la nota preliminar que sustenta tu obra Línea de cumbres, declaras que estos poemas que nos ofreces «forman como un diario íntimo poético».

   Sí, son poemas que fui escribiendo en agendas y dietarios, en fugaces periodos durante casi veinte años; algunos de ellos sin terminar y muchos escritos a mano rápida con una letra casi ilegible. Cuando los escribí no tenía conciencia de que eran «un diario íntimo poético», porque, en primer lugar, ni siquiera sabía su calidad, o no, en términos de poesía digna de quedar y ofrecer a un lector. Me di cuenta de que eran eso cuando volví a trabajarlos, entre 2018 y 2019 (uno de ellos, «Alzado del verano», que forma parte de la sección primera, está terminado incluso con posterioridad a la fecha de la nota preliminar).  Retrospectivamente, pues, sí se puede llamar al libro un diario íntimo poético. Es íntimo porque la selección retrospectiva de los poemas y la elaboración continuada de ellos deja entrever palpitante mi carne íntima. Y confirmo también lo de poético, porque las lecturas que he hecho del libro, después de ser publicado, no me han decepcionado (o al menos, no todavía) como lector-autor.

 En el poema titulado «Aprendiendo las reglas de la casa», sorprendes con este verso: «No tienes obligación de sorprender». ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Te comprometes plenamente con tu instinto?

    Cada lectura de mi libro me descubre cosas nuevas. No lo había leído de nuevo desde que recibí los primeros ejemplares, a finales de enero de este año 2020. La pandemia lo ha tenido arrinconado. Cuando anoche lo volví a leer para refrescármelo para esta conversación nuestra, me di cuenta del juego de tensión que abre el discurso del libro: «no tienes obligación de sorprender»…«necesario es hablar por los otros»…

Os indico con ello que mi proceso creativo está motivado por una tensión inconsciente. Respecto al papel del instinto en mi escritura poética, creo que, si es algo ese instinto, es el encuentro feliz entre la verdad de uno y su expresión.

Háblanos de la importancia de las citas puesto que no solo las utilizas como obertura, sino que también van intercaladas como preludio a cada una de las cuatro secciones que conforman el libro.

El libro es un cuerpo salvado, cierto (eso está en la cita de Barthes), y por cuerpo no solo se entiende la materia, los versos escritos literales; también el fluir de los instantes de una conciencia, cuyo pasar soy yo (este yo que podría ser otro). Las otras citas revelan la tensión entre la vida (la vida concreta que uno lleva y ha llevado, la existencia, pero también la vida como impulso vital, de seguir sobreviviendo) y la escritura, como pausa de sentido y distancia respecto a esa vida que nos empuja. Esa es otra clave de tensión del libro: la tensión entre la vida y la obra.

Antonio Machado es un claro referente en tu obra. Precisamente le rindes homenaje en el 75 aniversario de su muerte con el poema titulado «A Antonio Machado». ¿Qué otros poetas son de tu mismo interés?

Mi lista sería muy extensa, mi afinidad va hacia poetas muy diversos: Luis Cernuda y Hölderlin, César Vallejo y Pedro Salinas, Miguel Hernández y Blas de Otero, Rosalía de Castro. Son los poetas que tengo en el disco duro de la memoria y que casi no me hace falta releerlos. Cuando me emociono por una despedida (de un lugar, de una persona, de un momento; quizá, en prolepsis, de la misma existencia) me vienen los versos de Rosalía: «Adiós, ríos, adiós, fontes; / adiós, regatos pequenos;/ adiós, vista dos meus ollos: / non sei cándo nos veremos…» El poema trasciende el idioma, la biografía y por supuesto al sujeto que lo escribiera, mucho más a su condición sexual o de clase. Es poesía de verdad.

Se advierte en Línea de cumbres, es más, se saborea, la presencia de la luz, la energía del sol. ¿Necesidad de elevación y alimento para el alma?

Después de una década en que mi poesía se vertió más en la poesía cívica (no social ni política que nunca he militado exclusivamente en ninguna tendencia o en una fórmula de escuela), pues me dirigí más a la poesía del diálogo personal, profundo, a menudo en tono de conversación, sin renunciar a plantear los grandes temas existenciales y filosóficos que pueden unir al lector y al autor en una comunicación esencial. Hoy, esta poesía me parece revolucionaria, ante el hartazgo de equipaje banal e ideológico, o viceversa: ideológico y banal.

A lo largo del libro te diriges a los lectores, incluso, en determinadas ocasiones, los aleccionas.

El diálogo con el lector lo aprendí en Bécquer (que se me olvidó citarlo antes), en Pedro Salinas, por supuesto en Cernuda, en el maestro de este, Eliot (claro) y sobre todo en Hölderlin: un poeta que me descubrió mi profesor de Lengua y Literatura en Bachillerato, Venancio Iglesias (hoy reconocido autor de memorables cuentos y novelas). Y sin olvidar a Machado, y no solo al poeta sino también a Juan de Mairena, a su maestro Abel Martín: al Machado de los apócrifos en prosa y verso. Y también a Kavafis, a Pessoa, a Luis Alberto de Cuenca, a Brines, a Claudio Rodríguez, a mis queridos poetas españoles de la posguerra (hoy casi olvidados), en fin, que, como veis, de todos ellos, y cada uno con su propia manera de entender la poesía como diálogo de un alma con otra, de uno con otro, algo aprendí. Y espero que mi forma de diálogo poético sea, a su manera, personal y única, con voz propia.

En muchos de los poemas conviven sentimientos de pérdida y ausencia con momentos de plenitud y exaltación de la belleza.

Sí, lo veis muy bien. Como poetas que sois, sabéis que es verdad que la poesía no solo proporciona el vaso para beber sino sobre todo la sed. El agua es el problema. Como ausencia. Pero ello es, en el fondo, la poesía. Un duelo de tres. Yo que escribo tan poco, sobre todo en los últimos diez años, no he perdido ni un solo día la sed ni la ausencia del agua. El vaso no siempre está ni en el ánimo ni en la mano.

También hay un afán entre metafísico y culturalista.

Metafísico, por supuesto, sin pretensiones: la poesía trata de temas radicales, profundos, del ser humano. No obstante, igual que en otro orden, un poema no es bueno por sus intenciones o por su ideología previa extrapoética, tampoco por su fondo. Un poema es bueno porque su voz la reconocemos en nosotros, y nos emociona en algún momento. Lo de culturalista lo acepto, si no se entiende como en cierta poesía, como una exhibición de un yo exquisito. Todo lo que sea alarde, apariencia y énfasis es mentira en poesía y no funciona en la comunicación poética.

En Línea de Cumbres -y creemos que en toda tu obra poética- hay una fusión entre vida y poesía, o sea, entre la experiencia de ser y la de escribir.

Creo, y vuestra pregunta es clave, que en este libro es donde consigo -por momentos al menos, en alguna serie de poemas- una fusión entre ambas cosas, sin perder la tensión.

¿Qué función debe cumplir la poesía en nuestros días?

Denunciar (con la sola reivindicación de su libertad y de su presencia, sin necesidad de seguir ideologías externas a la poesía) la banalización del mundo actual. Todo es un dato, un ladrillo más en la red de un mundo virtual totalizador y totalitario, que sustituirá -como ni siquiera la escritura hizo (ya Platón lo avisó de esta)- a la experiencia viva, y por supuesto a las personas.

Pero me preocupa que, en ese proceso casi fatalista, haya cedido ya el arte y la poesía, la cultura en general, muchas posiciones. Incluso nos hemos dejado meter muchos goles en propia meta, muchos troyanos. Hoy se juega ya lo que mañana las nuevas generaciones entiendan por arte, poesía, cultura. La ideología (de cualquier sesgo, étnico, sexual, político) está redirigiendo y manipulando la recepción pasada y la presente de esas fuerzas, arte, poesía, cultura, que han sido siempre un quebradero de cabeza para las ideologías: han sido libres, incluso cuando se las encarceló o se les quiso poner bozales. Hoy se parte, muchas veces, de comulgar con lo correcto.

La crítica está de acuerdo en que se ha producido un cambio en la poesía española actual, ¿cuál es tu opinión al respecto desde tu perspectiva de poeta, crítico y editor?

La poesía actual que conozco es la española, escrita en español-castellano o en otras lenguas peninsulares españolas. Hace unos años seguía también la poesía italiana, gracias a la revista milanesa Poesía. Bueno, pienso que la situación ha cambiado, afortunadamente; por la presencia de nuevas editoriales a nivel de toda la nación e incluso de toda la comunidad hispanohablante, sobre todo, en América. Los premios nacionales, incluso los locales, los críticos, las editoriales de prestigio, todo eso es necesario para la comunicación de la poesía y para la competencia por lo mejor. Pero hoy, por suerte, un autor autoexigente puede confiar en editar su obra en editoriales nuevas que le ayuden a lanzar su obra a un pequeño o grande grupo de lectores. Y el tiempo dirá. Como hablamos de poesía, esto es lo importante. Hay que seguir confiando en que «la poesía no se vende» y hacer de esto un lema y un motivo de orgullo, pleno de sabiduría irónica.El taxidermista y otros del estilo¿por qué sentiste la necesidad de reunir el año pasado tus relatos escritos mayormente en 1999? El taxidermista y otros del estilo supone tu debut como narrador. ¿Cómo se gestaron estas narraciones?

Salvo un relato final (el titulado «La llamada de la cigarra»), los escribí en 1999. Entonces aún escribía con máquina de escribir. Me pareció bonito, entonces, reunirlos bajo el título El taxidermista y otros relatos de 1999, anticipándome ya al factor de la distancia temporal que da una pátina poética a todo. Pero, otra vez, como en mi libro de versos, al reunirlos mucho después, cambié el título del libro, por el de El taxidermista y otros del estilo, queriendo indicar con ello lo mismo: el visceral inconforme, rebelde, como el tiempo, el taxidermista, que es el narrador y protagonista del cuento más simbólico del libro, así como los demás narradores y personajes que siguen su estilo, están empeñados en cambiar algo para volver ese algo a su ser prístino; son, también, como el tiempo, unos aficionados a la poesía.

Por último, hablemos de futuro: ¿en qué proyectos andas metido?

Leo, repaso algunos poemas escritos, tratando de finalizar alguno (llevo dos en cinco años). Y, como sabéis bien, pues habéis colaborado en su último número, proyecto la continuación de la revista Ágora-papeles de arte gramático. Quiero daros la gracias a ti, Ada Soriano, y a José Luis Zerón, que sois dos poetas como la copa de un pino, por ser tan agudos lectores de mi libro, lo que queda evidente en las preguntas que he intentado contestar.

Ada Soriano

José Luis Zerón Huguet

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José Luis Zerón Huguet

Nace en Orihuela el 28 de octubre de 1965.

Trabajó cuatro años (1987-90) como redactor de la Vega Baja en el Periódico de Elche, y dos (89-90) como corresponsal del diario ABC. Asimismo colaboró ocasionalmente con el diario alicantino Información y en el periódico digital Minuto Cero y regularmente en la revista digital Galla Ciencia.

Actualmente colabora con asiduidad en el blog literario Frutos del tiempo y es coordinador de los ciclos encuentros con la Poesía en la Casa Natal de Miguel Hernández. Fue fundador y director de la revista sociocultural La Lucerna y fundó y codirigió la revista de creación Empireuma y presidió la Asociación Cultural Ediciones Empireuma, que publicó más de quince libros.

Su actividad cultural es diversa: ha escrito prólogos, pronunciado y promovido conferencias, y participado en numerosas mesas redondas presentaciones de libros y exposiciones de pintura. Ha sido jurado en varios concursos literarios de ámbito nacional e internacional. Con Manuel García Pérez escribió el guión del espectáculo audiovisual Esquirlas de luna en homenaje a Federico García Lorca, y ambos dirigieron su puesta en escena con gran éxito en el Aula de Cultura de la CAM-Orihuela en 1998. También fue autor y director del montaje poético audiovisual Las tres heridas y del poema y parte de la introducción del corto Pasos y sombras, de José Rayos.

Su producción poética editada consta de dos plaquetas: Anúteba, conjunto de poemas suyos y de Ada Soriano (Ediciones Empireuma, 1987), y Alimentando lluvias (Pliegos de Poesía del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1997); Y los libros Solumbre (Ediciones Empireuma, Orihuela 1993) , Frondas (Ayuntamiento de Piedrabuena y Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, Ciudad Real, 1999), El vuelo en la jaula (Cátedra Arzobispo Loazes, Universidad de Alicante, 2004), Ante el umbral, (Instituto alicantino de cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 2009), Las llamas de los suburbios (Fundación cultural Miguel Hernández, Orihuela, 2010), Sin lugar seguro (Germanía, Alzira, 2013), De exilio y moradas (Polibea, Madrid, 2016), Perplejidades y certezas (Ars poética, Oviedo, 2017), Espacio transitorio (Huerga & Fierro, Madrid, 2018) e Intemperie (Sapere Aude, Oviedo, 2021).

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