En un artículo anterior comentaba la ventaja que es tener la tecnología actual para poder disfrutar de grabaciones de nuestros cantantes favoritos, con los que no pudimos compartir el espacio tiempo de sus mejores momentos.
Es ella la que nos permite disfrutar en nuestras casas, en una intimidad que solo los escuchas frecuentes conocen, de ese momento increíble de gozo y comunión. En el caso de las obras barrocas y sacras, pareciera que la relación entre el escucha y la obra es un asunto más íntimo aún, se tenga o no una creencia religiosa.
La fundación Victoria de los Ángeles nos hace un regalo de excepción con esta edición del CD de arias barrocas y religiosas de autores como Mozart, Häendel, Bach y, ya del siglo XX, César Frank. La primera cosa a destacar de estas grabaciones es que Victoria de los Ángeles está acompañada por músicos como Yehudi Menuhin, o Gerald Moore entre otros de los más grandes de su época. Una perfecta conjunción que implica oír su voz en nuestro más cómodo y personal espacio.
El CD comienza con las grabaciones en el famoso estudio de Abbey Road de Londres, que hace en 1959 y que incluyen el Exultate, jubilate K 165/158ª 8 (quizá la obra vocal de concierto más famosa del compositor, que contiene la famosa Alleluia, compuesta para el castrado Venanzio Rauzzini), así como el aria Ch’io mi scordi di te? de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791, con la London Symphony Orchestra dirigida por Adrian Boult y, en la segunda con la participación de Gerald Moore (1899-1987). Coloraturas cristalinas y un fraseo extraordinario son los primeros elementos a destacar. Esta grabación hecha en plenitud de facultades, nos trae a la Victoria de los Ángeles en el momento en que estaba naciendo ya para el mundo entero como una artista internacional.
De esas mismas sesiones de grabación se conservan en este CD las versiones que hace de las arias de dos óperas de Georg Friederich Häendel (1685-1759), Acis und Galtea y Judas Maccabaeus, además de una grabada nueve años antes en el mismo estudio: Giuglio Cesare. Todos estos son documentos extraordinarios de la capacidad interpretativa de Victoria de los Ángeles: con la voz joven aterciopelada, fraseo perfecto, una línea de canto extraordinaria, es decir la manera de cantar que la hizo famosa en el mundo entero.
Otras dos obras de Mozart, el Ave verum Corpus K618 interpretada solo por el coro como preámbulo a las Vesperae solennes de confesore en C K339, el Laudate Pueri Dominum de Haendel, así como el Also hat Gott Die Welt Geliebt BMW 68 y Mein Herze Sschwimmt im Blut BMW 199 de Johan Sebastian Bach (1685-1750), fueron grabadas con Yehudi Menunhin (1916-1999) dirigiendo la Bath Festival Orchestra y el Temple Church Choir. Una amalgama de músicos amantes de los detalles que será difícil de olvidar, sobre todo por la relación que se logra entre la solista y el coro.
Cierra el CD con una grabación posterior (1964) hecha en el Temple Church de Londres de La Procession de Cesar Frank (1822-1890), donde, a pesar de tratarse de una obra muy posterior encontramos el mismo acercamiento cuidadoso y limpio de la música sacra, muy cerca del concepto francés de “música pura” que sería el antecedente del impresionismo.
Pareciera que esta soprano prodigiosa nunca va a dejar de regalarnos momentos únicos y especiales. ¿Qué es lo más sorprendente, lo que nos hace no dejarla de admirar? Sus agudos no son espectaculares o atronadores, la voz no es enorme o grandiosa, pero es esa sencillez, esa limpieza de interpretación que nos acerca tanto a la belleza sin afectaciones, la que nos atrapa como escuchas. Es muy difícil encontrar esa emisión redonda, hermosa y clara, que le da una dulzura tan especial a su voz.
Con este disco pasamos del encanto a la sorpresa, de la ternura a la comunión y no parece que pueda dejar de provocarnos emociones nuevas cada vez que lo escuchamos. Es un sibarita placer íntimo.
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