Tengo una sobrina de tres añitos aún por cumplir.
Se llama Julieta es una morena inquieta, alta de ojos negros y vivos, cabello liso y negro y con una energía y un verbo totalmente inagotable.
Siempre que llama su madre, Julieta se pone al teléfono y necesita contar alguna historia de su pequeño mundo.
Seguro que es la historia más importante de su día. Y se enfada enormemente si no la entiendes o no la atiendes.
Julieta es un torrente desbordado de palabras armoniosamente enlazadas que construyen un mundo puro cristalino y fantástico.
Y habla y habla y habla….
No habla mucho, habla muchísimo.
Julieta cuenta, narra, interroga, construye, informa y razona con una mente tan amueblada y profunda que sería la envidia de muchos adultos.
Es una niña con las ideas muy claras y precisas que sabe perfectamente lo que quiere y lo que no quiere Y desde luego no tiene el mínimo reparo en declarar lo que “no me gusta” o lo que “Quiero” o “No Quiero”
A mí me gustaría que cuando vuelva ser niño ser como Julieta
Julieta vive a treinta kilómetros de mi ciudad y cuando puedo le voy hacer una pequeña visita. La última vez que hablé con su madre le digo que voy ir a verla el próximo fin de semana y le comento que le voy a llevar un cuento.
A mis sobrinos siempre me gustó regalarles un cuento, preferiblemente en idioma gallego, ya que todo el entorno, día tras día, les está bombardeando en castellano y es importante que normativicen un segundo idioma.
Pero Julieta, como no es una niña cualquiera y ya sabe lo que quiere, me corrige y me pide:
—Quiero un cuento especial
Y ahora sí.
Ahora sí que quedé totalmente desarmado, mi mundo queda en suspenso y dando vueltas tratando de traducir “un cuento especial”
Habitualmente, cuando compro un cuento para algún sobrino siempre, además de la edad a la que va dirigido, me gusta que sea original, didáctico y bien maquetado. Kalandraka y Galaxia son mis editoriales preferidas, lo que no sé es si hacen “cuentos especiales”.
Voy a mi librería de cabecera “La Voz de la Verdad” a cumplir raudo los deseos de Julieta.
La Voz de la Verdad es una de las librerías históricas de mi ciudad; heredera de una cabecera de periódico local con el mismo nombre de principios del siglo XX del cual se conserva la librería y la Imprenta.
La librería estuvo históricamente ubicada en la Casona del Conde Pallares, donde compartía espacio la imprenta de moldes de plomo la librería y en el primer piso el Casino de Lugo.
En la década de los años 1980 la imprenta se moderniza y se traslada el polígono industrial de O Ceao y la librería se instala en los nuevos edificios construidos en los solares del Seminario Menor.
Me acerco al mostrador, la dependiente, Ana, me sonríe y antes de que diga nada le pido
—Mi sobrina Julieta me pide “un cuento especial”
Se me queda mirando perpleja y le añado:
—Mi sobrina Julieta me encarga que le lleve mañana un Cuento especial y tú que habitas entre libros sabrás darme algún consejo sobre “Cuentos Especiales”.
Se sonríe, abandona el mostrador y me dice:
—Vente seguro que algo sí tenemos. ¿En qué idioma lo quieres?
—Sabes que habitualmente los llevo en gallego, pero hoy es más importante que el cuento sea especial que el idioma elegido– le respondo.
Caminamos al fondo de la librería hasta llegar a las estanterías donde duermen las historias fantásticas jamás contadas y Ana empezó a desempolvar libros con ediciones cuidadísimas e historias maravillosamente contadas pintadas y dibujadas.
—Sí Ana, son joyas de papel –le digo- son las maravillosas historias que le leo a Julieta cuando se acurruca a mi lado en el sofá o en el lecho de su cama. Son las historias en las que desgranamos las aventuras del tierno erizo que debido a sus púas no da jugado con sus amigos y compañeros, son las historias del osezno que poco a poco va explorando el mundo, pero Ana, ¿estos cuentos son de verdad especiales?
Ana me sonrió y bajó sus manos al último estante y seleccionó uno libro de pasta dura y forma cuadrada y me dice:
—Este es mi cuento especial. Estoy segura que también será el de Julieta.
Si Ana me lo recomienda no lo dudo. Ana es la reina de los libros y Julieta es la princesa de las historias y seguro que ese es el libro.
Le dije a Ana:
—Ya está. Este es el cuento especial, prepáramelo para llevárselo.
Volvimos al mostrador y recortó un trozo de papel primorosamente adornado con tulipanes morados y azules y con margaritas aviñadas y naranjas ensartadas todas en tallos de precioso verde y lo envolvió con sumo cuidado, añadiendo en la esquina superior derecha una pegatina de plata que reza “Deseo que te guste”
Seguro que ese será su CUENTO ESPECIAL
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