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Trauma y psicosis

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En el intento de acercarnos a las personas que experimentan psicosis desde una perspectiva fenomenológica que profundice en sus experiencias y contextos, resulta crucial preguntarles por su historia de acontecimientos traumáticos en la infancia y en la edad adulta.

Hay un primer obstáculo antes de esa labor que es el miedo. El miedo del terapeuta a remover, a hacer temblar, los frágiles cimientos de unas defensas que se levantaron a la desesperada para protegerse de situaciones abrumadoras. Desde el principio, siempre útil, de no hacer daño, cabe preguntarse antes de nada si la persona podrá recordar y hablar de ciertos asuntos sin desmoronarse, si está preparada para que abramos esa puerta.

Read y sus colaboradores encontraron en 2003 una importante relación entre abusos sexuales y alucinaciones, delirios y trastornos formales del pensamiento. En una revisión de 46 estudios realizada en 2008 por Bendall, Jackson, Hulbert y McGorry, encontraron relación entre traumas en la infancia y psicosis. Hay una relación positiva entre traumas en la infancia y alucinaciones auditivas en psicosis.

En la edad adulta, un porcentaje importante de pacientes graves sufren agresiones físicas. En la literatura científica se describe una relación entre agresiones sexuales en la edad adulta y mujeres con psicosis.

La disociación, una suerte de desconexión entre la mente y la realidad del presente, una “ruptura de las funciones de la conciencia que normalmente están integradas a la memoria, la identidad y la percepción del entorno”  se da más entre personas que han sufrido traumas en la infancia (agresiones físicas, abusos sexuales, muertes en el entorno, abandono emocional, experiencias cercanas a ahogarse, accidentes de coche, etc). Esa relación no es tan potente cuando el trauma tiene lugar en la edad adulta.

Tanto las alucinaciones auditivas como las ideas delirantes están relacionadas con síntomas disociativos. Las alucinaciones pueden tener una base disociativa. Por otro lado, la disociación puede generar experiencias extrañas que la persona interprete de una forma delirante.

Entre los síntomas disociativos (amnesia, absorción, despersonalización), la despersonalización es el que guarda mayor relación con síntomas psicóticos. Es una experiencia en la que la persona vive su propia entidad como ajena, como si se observara a si mismo (no en el plano perceptivo como en una alucinación autoscópica). La relación es mayor con las voces que con los delirios.

Las voces que escuchan algunas personas no son un síntoma psiquiátrico sin más; son una experiencia en la que se pueden reconocer metáforas que se pueden “traducir” si se conoce la historia de la persona. Marius Romme ha explorado profundamente este tema. Hay un vínculo entre el trauma que la persona vivió en su infancia y las voces. Las voces pudieron funcionar como una suerte de huida o disociación , como un bloqueo de emociones insoportables, como una fuga por medio de la fantasía, una lucha contra el mundo, un focalizar la agresividad hacia uno mismo o rendirse ante un poder superior.

Muchas personas se recuperan del sufrimiento, de la angustia, que les genera escuchar voces. Esto no siempre significa que las voces hayan desaparecido, sino que se han aceptado, se les ha dado un significado y un sentido y se ha modificado el estilo de relación con ellas.

El afrontamiento de la experiencia que supone escuchar voces puede mejorar si se sitúa esta en relación con la historia vital de la persona. Conviene hacerse preguntas como qué nos quieren decir las voces, qué problemas representan o a quién representan. Este abordaje tiene mucho que ver con nuestra posición como terapeutas, con interesarse por la persona y vincular las voces con su recorrido vital.

Pedro Rico -Psicología

Pedro Rico

Pedro Rico nació en Gijón; sin embargo, se crió y creció en Oviedo (Asturias), en cuya Universidad se licenció en Psicología en 2006.

Psicólogo clínico, ha trabajado en una unidad de corta estancia, una unidad de rehabilitación y hospital de día para trastorno mental grave, centros de salud mental para adultos, infanto-juveniles y toxicomanías, servicios de interconsulta en dos hospitales generales con incidencia en apoyo a la Oncología, un centro de atención primaria, un centro de daño cerebral y un centro psicogeriátrico.

Me formé en la utilización de técnicas provenientes de las escuelas más importantes, como el conductismo, el cognitivismo, la terapia familiar y sistémica o las perspectivas más filosóficas y humanistas.

Tuve la oportunidad de poner en práctica dichos conocimientos, así como dirigir terapias grupales orientadas a diferentes patologías.

Este recorrido desembocó en mi paso por la Unidad Asistencial de Formación e Investigación en Psicoterapia del Hospital Universitario La Paz en Madrid. Esta unidad articula un programa formativo para psicólogos y psiquiatras basado en la integración de conceptos y herramientas de las perspectivas más válidas en la atención a la salud mental en diversos servicios asistiendo a personas ingresadas por distintos motivos médicos, a familias y a grupos.

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