Para concluir nuestro sucinto (pero no por ello poco explicativo) recorrido por los casos gramaticales, en este nuevo artículo hablaremos del ablativo.
- Generalidades
Llamamos ablativo al sexto caso de la declinación latina. La palabra deriva de la preposición ab y del participio latus, y significa ‘separación’, ‘alejamiento’. Es el caso de la determinación adverbial, es decir, el que indica las «circunstancias» en las que se expresa la acción y, por lo tanto, responde a las preguntas ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿de dónde?, ¿adónde?, ¿en dónde?, ¿cómo?, ¿por qué?, ¿por qué causa?, etc.
- Real Academia Española (Autor)
Sobre este caso, Kühner y Stegmann decían lo siguiente:
El ablativo expresa, como el dativo, una determinación más próxima de toda la oración, de toda la esencia de ésta, indicando al mismo tiempo el objeto interesado en la acción; sin embargo, los dos casos se diferencian en que el dativo designa un objeto de persona o concebido como persona, es decir, dotado de fuerza de voluntad, que sale activamente al encuentro de la acción del sujeto, y establece con éste una relación de reciprocidad; el ablativo, en cambio, denota un objeto de cosa o concebido de cosa, y por tanto carente de voluntad.[1]
Esta definición, si bien esclarecedora en muchos aspectos, estuvo pensada para explicar el ablativo tal como se concebía en latín. La Academia, al igual que en los cinco casos anteriores, nos proporcionó en su momento una explicación más adecuada a los propósitos de este libro. A continuación, la transcribimos:
Si comparamos la oración El año pasado fue muy lluvioso con esta otra: El año pasado llovió mucho, parece que el nombre año desempeña en las dos el mismo oficio, y no es así: en la primera es sujeto, porque de él afirmamos la cualidad de lluvioso, pero no en la segunda. Esto se ve claramente si, por lo que respecta a la primera oración, preguntamos: ¿Quién (o qué es lo que fue) lluvioso? La respuesta ha de ser: El año pasado. Pero no sucede lo mismo en la segunda, en la cual, para obtener una respuesta en conformidad con lo que la oración significa, no podemos preguntar: ¿Quién llovió?, porque no podemos decir el año pasado es el que llovió, pero sí podemos preguntar: ¿Cuándo llovió mucho?, y congruentemente a lo que en dicha segunda oración se expresa, diremos: Durante el año pasado o en el año pasado, o simplemente el año pasado. Tenemos, pues, aquí otro caso que no lleva preposición, y no es nominativo ni acusativo, porque no expresa el sujeto ni el objeto directo de la oración, sino una circunstancia de tiempo que responde a la pregunta ¿cuándo? A este caso lo llamaremos ablativo o complemento circunstancial.[2]
Breve historia del ablativo
Aunque hay quienes atribuyen a Julio César la creación de la palabra ablativo, no se sabe a ciencia cierta quién fue su introductor, ni cuándo se empleó por primera vez. Esta tuvo que haber sido inventada por los gramáticos, pues, como ya hemos dicho en otro artículo, el caso que representaba no existía en griego.
Si bien en cuanto a su acepción principal la invención del ablativo constituyó un acierto, no fue aquella lo suficientemente amplia como para comprender los vestigios de otros dos casos sánscritos, el locativo y el sociativo-instrumental, cuyas funciones fueron asumidas por el ablativo latino.
Del primero de los dos casos aludidos, el de lugar o separación —que también designa al tiempo— se conservaron bastantes ejemplos en latín, como Romae por el hipotético Romal, en Roma; domi, en casa; ruri, en campo; humi, en tierra; Corinthi por el hipotético Corinthoi en Corinto, etc. El sociativo-instrumental designa la persona con quien, o en compañía de la cual, se hace algo (sociativo), y la cosa, medio o herramienta con cuyo auxilio se realiza algo (instrumental). En sánscrito, este caso, que figura como el cuarto de la declinación, es el que corresponde, en la construcción pasiva, al sujeto de la oración activa, que en latín se coloca en ablativo; indica también la causa, el valor o el precio, etc.[3]
El signo de caso del ablativo latino fue originalmente una -d, que recuerda el sufijo -t del ablativo de los temas en -o sánscritos, y que se conservó en osco, pero no en umbro. Constan en inscripciones ablativos como sententiad, meritod, magistratud, dictatored; esta d, que desapareció por ir detrás de vocal larga, se conserva aún en monosílabos en las obras de Plauto (227-184 a. de J. C.): med, ted, sed; se dice que empezó a desaparecer al iniciarse el siglo III a. de J. C. y que al comenzar el siglo II ya se había suprimido del todo en la pronunciación.
Perdida la d, los ablativos latinos vinieron a terminar respectivamente en las vocales largas en las cinco declinaciones, pero la i de la tercera pasó a e, con la que aparece conviviendo en inscripciones: sanctioni junto a aetate.
En plural, la desinencia del ablativo latino era is para las dos primeras declinaciones, y bus (ibus, ubus, ebus) para las otras; pero no faltan casos de desinencias en -abus para la primera: filiabus, deabus, horabus, etc., ni en ibus para la segunda: filibus, amicibus, pannibus, etc.
De los casos de la declinación latina que se perdieron al pasar el latín vulgar a la lengua romance, el primero fue el ablativo, no solo por la razón fonética de igualarse al acusativo al perder este la m, sino principalmente porque, por ser el caso de relaciones más variadas, tenía forzosamente que precisarlas por medio de las diversas preposiciones; y, en busca de la simplificación, el latín vulgar comenzó desde sus inicios a construir todas las preposiciones con el acusativo, con preterición del ablativo: así se encuentran inscripciones con las construcciones jacet in locum, cum suos discentes, etc. Y este es el motivo por el cual en las lenguas romances apenas queden rastros de ablativo, y esto en palabras o frases con valor adverbial, como hogaño (hoc anno), agora (hac hora), luego (loco), los adverbios terminados en -mente y los formados de adverbios latinos en –o, provenientes, a su vez, de adjetivos.
Se han querido ver otros vestigios del ablativo en algunos derivados españoles de los neutros latinos en -r y en -n, como robur, piper, sulfur, inguen, legumen, lumen, vimen, nomen, etc., los cuales, al dar respectivamente en castellano roble (pasando por robre), pebre, azufre, ingle, legumbre, lumbre, mimbre (pasando por vimbre), nombre, parecen presuponer la perduración de un ablativo en –e, aunque las razones que explican este fenómeno son mucho más complejas.
En cuanto al ablativo actual castellano, solo existe en tres palabras orgánicas y, por cierto, pleonásticas: conmigo, consigo y contigo, pertenecientes a las únicas declinaciones propiamente dichas, esto es, a las de los pronombres personales.[4] Por lo demás, si nos atenemos a la nomenclatura tradicional, podríamos hablar de una declinación preposicional, como desea la Academia, e incluir en el ablativo la expresión de todas las circunstancias que este, el locativo y el instrumental expresan en otras lenguas.
Las preposiciones en el ablativo
El ablativo, al que, como hemos visto, también se le da el nombre de complemento circunstancial, puede ir precedido de todas las preposiciones[5]: 1.° a: Mi jefe vendrá a la tarde; Los corsarios fueron vencidos a cañonazos; Llegué a mi casa. 2.° ante: El acusado declaró ante el juez; No debe arrodillarse ante mí. 3.° bajo: No deben dormir bajo el sol; Estuvo siempre bajo su mando; La ciudad se encontraba bajo fuego enemigo. 4.° cabe[6]: El almacén está cabe la ferretería; La mujer se sentó cabe el dueño de la casa. 5.° con: Mi esposa concurrirá con una amiga; El delincuente lo hirió con un cuchillo; Le respondió con dureza. 6.° contra: La joven estrelló la copa contra el suelo, Miles de trabajadores protestaron contra el recorte salarial. 7.° de: Suelo leer de noche; Lloré de alegría. 8.° desde: No la he vuelto a ver desde mi cumpleaños; Desde mi balcón puedo ver el mar; Fuimos desde el hotel hasta la playa caminando. 9.° en: Vimos multitudes en la calle; La secretaria hablaba en francés; La gente parece vivir tranquila en este pueblo. 10.° entre: La aldea se ubicaba entre dos montes; Escondió el paquete entre su ropa. 11.° hacia: Me dirijo hacia la oficina; Enfilamos hacia el norte. 12.° hasta: Puedes llegar a ganar hasta mil dólares; Fuimos desde el hotel hasta la playa caminando. 13.° para: Me preparo para el examen de mañana; Doy clases de español para extranjeros. 14.° por: Haces esto por obligación; Iré a Brasil por unos días; Brindo por usted. 15.° según: Según el mapa, el castillo es por ahí; Mañana será un día caluroso según el servicio meteorológico. 16.° sin: Actuaron sin energía; Prefiero la comida sin sal. 17.° so: Pude conocer a su padre so pretexto de haber trabajado en su misma empresa; La ley obliga a los autos a estacionar sobre la calle, so pena de multa. 18.° sobre: Dejé el libro sobre la mesa; Sobre gustos no hay nada escrito. 19.° tras: Fuimos tras el bandido; Tras la ceremonia se fue visiblemente perturbado. 20.° durante: Me estuviste interrumpiendo durante toda la clase; Eso ocurrió durante los años de posguerra. 21.° mediante: Todo se logró mediante la gestión de nuestro agente; El objetivo se alcanzó mediante la combinación de distintas estrategias. 22.° vía: Le enviaré el informe vía Internet; Casémonos vía México. 23.° versus: Juventus jugará versus Barcelona el próximo domingo.
Pese a ser total la variedad de preposiciones con las que puede construirse el ablativo, hay ablativos que se construyen sin ellas, como ocurre en las oraciones Estuve aquí el año pasado, Te pagaré mañana o Mi novia llegará el domingo. Algo parecido sucede en Esta madrugada llovió mucho, pues, más allá de que haya una aparente concordancia entre el sintagma nominal y el verbo núcleo, Esta mañana no puede ser nunca el sujeto de la oración, ya que, como sabemos, llovió es un verbo impersonal.[7]
El ablativo absoluto
Se conoce con el nombre de ablativo absoluto a la construcción de oración subordinada cuando esta tiene un sujeto propio que no aparece en la oración principal y cuyo sustantivo (o sintagma nominal) en ablativo reduce al verbo de la oración subordinada a su participio, que también se construye en ablativo. Así, en las oraciones Dios mediante, estaremos a Madrid el próximo verano; Dicho esto, los invitamos a tomar asiento; Aclaradas las dudas, podremos continuar con la exposición, el sustantivo Dios, el pronombre esto y el sintagma nominal las dudas están en ablativo.
Cabe señalar que no siempre en el ablativo absoluto el verbo de la oración subordinada se reduce a su participio; a veces, puede reducirse a su gerundio. Esto es lo que sucede en la oración Llorando ella así, su marido la va a perdonar, donde el pronombre ella está en ablativo. También puede darse en la construcción una combinación de participio y gerundio, como ocurre en Habiendo agotado todos sus recursos, la empresa decidió declararse en quiebra, en donde el sintagma nominal todos sus recursos está en ablativo.
Por su carácter periférico, las construcciones en ablativo absoluto van siempre al inicio de la oración y delimitadas por una coma. Si por alguna razón se decide insertarlas en medio de la frase, deberán delimitarse, al igual que en el caso vocativo, por dos comas, una al inicio y otra al final.
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[1] R. Kühner y C. Stegmann. Gramática detallada de la lengua latina (1912-1914), Buenos Aires, Aequus Ediciones Universitarias, 1995.
[2] Academia Española. Gramática de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, 1931.
[3] El ablativo sánscrito (que, como en latín, es el sexto caso, pero seguido del genitivo y del locativo) sirve fundamentalmente para designar el punto de partida, la causa o razón, el segundo término de las comparaciones, etc.
[4] Las formas conmigo, contigo y consigo fueron primitivamente migo, tigo y sigo (evolución normal de las voces latinas mecum, tecum, secum), pero al dejar de sentirse la sílaba go derivada de cum, se les terminó anteponiendo la preposición con para dar las formas actuales.
[5] La Nueva gramática de la lengua española (RAE y ASALE, 2009, p. 2228) sumó cuatro preposiciones más a las tradicionales diecinueve. Son precisamente las cuatro que aparecen al final de nuestra lista.
[6] Esta preposición significa ‘junto a’, pero ya prácticamente no se utiliza. No debe confundirse con la tercera persona del presente del modo indicativo del verbo caber.
[7] Llamamos verbos impersonales o verbos defectivos a aquellos que no aplican a una persona o sujeto. Estos verbos se conjugan solamente en la tercera persona del singular y se relacionan principalmente con fenómenos de la naturaleza (ej.: llover, nevar, tronar, amanecer, anochecer, etc.).
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