Los avances en cuestiones de tecnología suelen ir por caminos impensados, propuestas que parecían promisorias fracasaron y otras que se veían ridículas terminaron cambiando nuestras vidas.
Desde diversos ámbitos se han hecho predicciones con diferentes niveles de acierto. La fotografía no escapa a esta regla y ya algunos aventuran cómo será la fotografía que vendrá, pero yo no pondría las manos en el fuego…
Es normal que ante un nuevo invento reine el escepticismo, sobre todo entre quienes están relacionados con la tecnología que supuestamente viene a reemplazar. Así, en 1878, William Preece, jefe de ingenieros del servicio postal de Gran Bretaña, creía innecesaria la telefonía en un país con tan buen servicio de mensajería. Por otra parte, Darryl F. Zanuck, presidente de la 20th Century Fox, en 1946 afirmaba que la televisión no duraría más que unos pocos meses, ya que la gente se cansaría de mirar la misma caja todas las noches.
Incluso quienes están involucrados en el propio desarrollo tecnológico pueden quedarse cortos a la hora de prever el nivel de disrupción que puede alcanzar. Como Thomas Watson que, siendo presidente de IBM, en 1943 creía que había un mercado mundial para, tal vez, cinco computadoras. O Ken Olsen, cuando dijo en 1977, mientras era presidente de Digital Equipment, que no había ninguna razón para que alguien quisiera tener un ordenador en su casa.
Algunas predicciones hoy serían incluso políticamente incorrectas y totalmente fuera de lugar, pero en el año 1966, la revista Time publicó un artículo en el que decía que “El comercio en línea no tiene futuro porque a las mujeres les gusta salir de compras y ver y tocar las mercancías con sus manos”.
En 1982, la película Blade Runner imaginaba un presente con autos voladores, pero dónde había que detenerse en un teléfono público para hacer una llamada. Y más recientemente, Steve Ballmer, CEO de Microsoft, dijo en 2007 que el iPhone era demasiado caro y que nadie lo querría por no tener teclado físico.
Si hablamos de la fotografía en particular, tenemos a Joan Fontcuberta, que no solo es un gran fotógrafo contemporáneo, sino un profundo pensador y, podríamos decir, filósofo de la imagen. Pero a mediados de los años noventa, cuando Telefónica pidió su opinión acerca incorporar cámaras en los teléfonos móviles, a él le pareció “una solemne tontería y un suicidio comercial”.
Hay propuestas que fracasan en un comienzo, y luego regresan transformadas. A comienzos de la masificación de la fotografía digital, surgió la idea, en broma o no, de reaprovechar las cámaras analógicas a través del eFilm, un dispositivo que contenía un sensor y almacenamiento, con el formato de un carrete de 35mm. Nunca llegó a existir, pero hace poco surgió el proyecto “I’m Back”, que pretende ofrecer un respaldo digital económico, utilizable en cámaras analógicas.
También, hace unos 10 años la empresa Lytro publicitaba una cámara con tecnología Refocus, que permitía seleccionar el enfoque luego de haber tomado la foto. La cámara parece hoy un lejano recuerdo, pero los nuevos celulares prometen esa misma funcionalidad.
Con todos estos antecedentes, quizá nadie quiera arriesgarse mucho al vislumbrar la cámara del futuro, entonces surgen cosas poco originales, como sensores de cientos de megapixeles y mayor miniaturization. Pero algunos ya hablan de cámaras sin partes móviles y totalmente planas, sin un concepto de lente, y que puedan ser implantadas en un lente de contacto.
Puede que esas ideas prosperen o no, pero sea como sea, yo predigo que seguiremos registrando imágenes, fijas y en movimiento, planas o en 3D. Quizá incluso grabándolas desde recuerdos mentales. Pero las fotografías seguramente seguirán sirviendo como medio de expresión y comunicación, tengan el aspecto que tengan.
Y probablemente, cuando ya ni siquiera se requiera de un medio físico para mostrarlas, alguien descubra que, si deja entrar luz por un pequeño agujero en una habitación oscura, en la pared opuesta se proyecta una imagen invertida y borrosa del exterior.
Ya lo dijo el físico Niels Bohr, es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro.
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